0 comentarios

RAYOS - MIQUI OTERO

Si alguna vez has sentido que siempre serías joven (y no), que los amigos son para siempre (y no), que las borracheras son para siempre (y no), que las resacas asumibles y eufóricas son para siempre (y no), que los besos son para siempre (y no); y si, además, has tenido la suerte o la desgracia de deambular como buen noctámbulo borracho, solo, con amigos, parejas, risas, llantos y/o manos cogidas de la tuya por las calles de Barcelona, solo puedo decirte que este es un libro para ti, igual que lo ha sido para mí: Rayos, de Miqui Otero, publicado por Blackie Books.

Ya desde el principio – si no has leído nada más de Miqui Otero – te das cuenta de por qué hay una pegatina dorada en la portada que pone «La revelación literaria nacional de 2016». ¿Por qué? Porque sabe escribir, mucho y bien. Pero además hay más. No suelo hablar de fútbol en mis reseñas, no sé si por parecer así más intelectual (no) o por no juntar dos pasiones tan fuertes en un mismo contenido (y que explote), pero hoy sí lo haré. Soy del Barça, como Fidel Centella, el protagonista de este libro, pero veo a Cristiano Ronaldo y digo: «este tío sabe jugar». Pues bien, leo varios libros a la semana y en la gran mayoría me digo lo mismo que cuando veo a Ronaldo jugar a fútbol pero en este caso en relación a la escritura. Pero ahora llega Messi o Iniesta o Ricardinho en el caso del fútbol sala y algo dentro de ti te dice que ahí hay algo especial, que esa gente juega, sabe que juega y tras saberlo hacen algo más. Pues eso hace Miqui Otero. Y tú, que te sientes un defensa de treinta y largos con una decena de títulos a la espalda y sabes lo que uno de esos genios te puede hacer, te enfrentas a él y te la hace. A mí Miqui Otero me la ha hecho durante algo más de 300 páginas. Y lo extraño es que quiero seguir dejando que me humille.

Rayos es la explicación en forma de novela de lo que sentimos o de lo que siento yo cada domingo de resaca. Es así. Grupo de amigos, alianza, unión en principio eterna. Tiempo. Más tiempo y entonces grietas, rotos, descosidos, separaciones y adiós. Pero también posos, cenizas con la posibilidad de volver a encenderse, ríos que parecen secos pero en realidad se estaban filtrando por piedras y rocas del camino para salir a la superficie en forma de corriente visible más adelante. Rayos es un cara a cara con Fidel Centella, un vis a vis con alguien que se ha dado cuenta de que quiere o que necesita contarte su vida para entenderla, organizarla, encararla, afrontarla. La vida es un camino por claros y oscuros y ese sería un buen resumen para decir lo que es este libro. Hay euforia, alegría desbordada, abrazos etílicos, cama, saliva y sudor; hay pérdidas, separaciones, lágrimas, vacíos y ruina. Hay música, mucha música, cine, literatura, Barcelona, tierras norteñas. Pero decir esto solo sería marcar con chinchetas en un mapa lo que no te debes perder de ese país que vas a visitar en verano cuando la clave, y lo sabes, es perderte en sus calles, perderte en las líneas de un texto que sabe jugar con los ritmos, que es maestro en finales, que sabe guiñar el ojo, que sabe silbar, sabe mucho de reír y sabe poco de llorar por fuera. Todo dividido en etapas dejando la parte central a la juventud, ese momento en el que nuestro pecho se infla y nos creemos invencibles (y no).

Siempre digo que uno de los trucos que uso para paliar mi cobardía ante la vida es leer, porque las lecturas en realidad predicen tu vida, te ofrecen todas las posibilidades de escenarios que te puedes encontrar. Rayos es un ejemplo más para tener esto claro y sobre todo para exprimir cada paso de tus pies jóvenes, cada baile, cada risa, cada trago, cada beso e, incluso, cada llanto. Rayos es una bofetada. ¿A tiempo?

Víctor González.


0 comentarios

DOCTOR PORTUONDO - CARLO PADIAL

Me gustaría empezar diciendo que ojalá hubiera más gente como Carlo Padial en el mundo pero me da miedo decirlo porque no sé si eso sería realmente un beneficio o un peligro para los demás. Todos tenemos heridas, todos tenemos taras, pero pocos son capaces de mostrarlas, de no camuflarlas, de hablar de ellas o, incluso, de mofarse de ellas. Carlo Padial es capaz de eso y de mucho más. Por eso me da miedo. Nos lo muestra en sus vídeos de Internet continuamente – de los que me declaro fan – y nos lo muestra, también desde ahora, en este libro confesional que es Doctor Portuondo, publicado por Blackie Books.

Es inevitable decir que nunca sabes qué es lo real y lo que no cuando es Padial el que habla y estoy seguro de que la gran mayoría de reseñas del libro darán cuenta de ello. Pero también pienso que no creo que sea necesario intentar separarlo, intentar estar seguros de cuánto hay de ficción en este libro, intentar descubrir dónde nos está mintiendo el autor. En definitiva, podemos estar leyendo una mentira y creérnosla y yo ahora poder estar hablando de esa mentira a través de otra mentira y los lectores de esta reseña estar creyéndosela. ¿No es eso la vida? En Doctor Portuondo, Padial nos cuenta su experiencia con el psicoanálisis a manos del excéntrico psicoterapeuta cubano Juan Antonio Portuondo, un fanático de Freud y ex boxeador capaz de atacar a sus pacientes si la terapia lo pide o él cree que lo pide. A partir de una infancia traumática con unos padres demasiado centrados en el cuidado de las fiestas de fin de semana en su piso, Padial encuentra en el psicoanálisis – y un poco también en Tupac – el salvavidas a su zozobra interior, a su misantropía, a su renegación de lo social, a su niño estancado. 

En Doctor Portuondo nos encontramos a un Padial que habla de frente, sin ningún tipo de defensa, sabedor de que es capaz de culparse a sí mismo de muchas cosas sin sentir ningún tipo de bloqueo al escribirlo. Incluso podemos llegar a ver juegos narrativos curiosos como el paso del tiempo pasado al presente en la voz narrativa tras la muerte de Portuondo. Hace poco leí una frase promocional de un libro de Goytisolo que decía algo así como que te ibas a reír mucho leyéndolo pero que tuvieras cuidado porque seguramente, tras esa risa, encontrarías restos de sangre en la comisura de tus labios. Pues eso mismo se podría decir de este libro, una obra que te hace reír usando el característico humor de Padial – esa extraña cosa que él hace y que algunos han querido llamar posthumor – a la vez que sientes que la risa proviene de algo bastante trágico y que no es más que su propia vida. Interesante, divertida y maldita. 

Me acuerdo, tras haber leído este libro, de tantos otros que tratan la tristeza del modo más oficial posible y me reconforta saber que todavía hay gente que juega con las formas, que convierte géneros, temas, tópicos, que los metamorfosea. Doctor Portuondo es la historia (¿o histeria?) de Carlo Padial desde su necesidad de terapia hasta su necesidad de abandonarla, tratado todo desde su propia perspectiva y mezclado con todo lo que él ha querido añadir o modificar de la realidad. Un libro divertido hasta que se demuestre lo contrario, la antesala de “algo muy gordo” que vendrá con Padial en los próximos años, el pasillo recibidor a lo que es este extraño hombre, el PowerPoint de presentación de su destartalada y por ello más que interesante cabeza. El Carlo Padial de aquí es el mismo que el de Playground, que el de APM?, que el de cualquier sitio o medio. Y ojalá siga así. Por lo menos por y para mí. Leedlo.

Víctor González.



0 comentarios

GUÍA DE LA CATALUÑA MÁGICA - CARLOS MESA

Conocí a Carlos Mesa hace ya varios años por pura casualidad al apuntarme sin ningún tipo de referencia previa a una ruta que él mismo organizaba y dirigía a través de su empresa Planeta Insólito. A partir de ese momento he hecho más rutas con él – algo que recomiendo mucho, sobre todo si eres de Barcelona – y, a tenor de lo que aquí nos ocupa, he leído también alguno de sus libros. Ahora aparece de la mano de un gran sello como es Planeta para lanzar al mercado esta Guía de la Cataluña mágica, publicada por Luciérnaga, editorial que ya he tratado en otras ocasiones en el blog. 

Me gusta lo que Mesa cuenta y sobre todo me gusta cómo lo cuenta. Siempre a partir de una oposición clara e incluso a veces cómica hacia todo lo relacionado con la Iglesia, este periodista apóstata y barcelonés sabe ofrecer lo que cualquier oído u ojo ávido de historias ocultas, secretas o discretas quiere tener delante: leyendas, pasajes históricos olvidados o apartados voluntariamente de documentos oficiales, restos de lugares con historias rocambolescas, enclaves, como dice el propio libro, mágicos. En Guía de la Catalunya mágica, Carlos Mesa recopila lo que durante algún tiempo ha ido ofreciendo en programas de radio o incluso en otros libros, como Barcelona insólita y secreta, de la editorial Jonglez. Yo he leído ese libro y reconozco que aún hoy, muchos meses después, sigo abriéndolo a veces para recordar pasajes curiosos que poder contar a la gente o incluso a mí mismo, a mi despistada y olvidadiza memoria. Es seguramente por culpa de haber leído y de tener ese libro que he echado de menos la cuidada edición de aquel: con páginas a todo color, mapas, divisiones por barrios, delimitación de zonas e indicaciones mucho más profundas y trabajadas. Aquí nos encontramos con información igual de interesante pero con imágenes presentadas en blanco y negro, que provocan que a veces no se distingan bien ciertos detalles o que incluso nos encontremos en situaciones en las que el autor nos habla de cierta imagen que en el libro no aparece, imágenes que en la mayor parte de las veces son fotografías del propio autor.

En Guía de la Cataluña mágica, como digo, vamos a encontrar lo que es Carlos Mesa, alguien rebosante de esa información que, sin saber muy bien por qué, siempre interesa a cualquier persona curiosa. En este caso, abre un poco más su prisma y también nos ofrece enclaves de otros lugares fuera de Barcelona como castillos pirenaicos por donde pasaron los últimos cátaros o restos visitables de rutas templarias. Pero hay mucho más dentro de sus cerca de trescientas páginas y lo mejor es que lo descubras por tu cuenta, es decir, leyéndolo; y de esta forma conocerás la faceta masónica y más oculta de Gaudí y sus obras, te darás una vuelta por los secretos más sorprendentes de Barcelona o podrás visitar – eso sí, en papel – los lugares con las leyendas más terroríficas de Cataluña. 

Hay un aspecto común que he visto en toda la gente a la que le gustan este tipo de historias y es que al mismo tiempo les gusta contarlas, les gusta ver en los ojos de los demás esa curiosidad que antes les llamó a ellos. Puedo criticar la edición – y lo he hecho – pero nunca podré criticar el talento de Carlos Mesa y de sus palabras para encender la llama de la curiosidad en el ojo atento (o no) del lector, del oyente, de su interlocutor, sea libro, radio, televisión, red social o persona. Atrévete a comprobarlo.

Víctor González.


0 comentarios

SABINA. SOL Y SOMBRA - JULIO VALDEÓN

Tantas frases y fragmentos subrayados de este libro que podría escribir esta reseña únicamente con lo que he ido subrayando en estos días de compañía sabiniana. Es totalmente cierto lo que dice Julio Valdeón nada más empezar el libro cuando afirma que «a Sabina lo llevamos puesto como un chaleco antibalas». Y si crees que las canciones no son suficiente para evitar los disparos del día a día, de la vida, ahora Efe Eme te trae un mastodonte de quinientas páginas y tapa dura para ponértelo delante, bien apretado al pecho, y salir a la calle más protegido que nunca. 

Calle es quizás la palabra más importante en la vida de Joaquín Sabina. Empezando por su “exilio” a Londres, las calles siempre han sido su cuna, su amigo fiel, su contador de historias interminables que luego él, con ese filtro mental caído del cielo que tiene, ha sabido rimar, convertir en versos cantados la historia de todos: la suya, la tuya y la mía. Yo he crecido escuchándole, he crecido al revés de los adultos como bien me ha enseñado y lo sigo haciendo y creo que, si en algún momento dejara de escuchar sus canciones, él seguiría estando allí. Porque Sabina ya es parte de nuestro país, Sabina está en las calles, en los conciertos, en las camas vacías de jóvenes recién solteros, en las primeras citas, en las bodas, incluso en los divorcios, incluso en los velatorios. En ti. Pero Joaquín, no. Sabina es nuestro y Joaquín, de momento es solo suyo, aunque pueda no parecerlo. Desprovisto de las calles por culpa de una fama que muchos defienden como nada más que la calderilla del éxito, Joaquín ya no puede ser Joaquín más allá de las cuatro paredes de Tirso de Molina. Quitarse de todo, desatarse de todo: las calles, las drogas, la gente, la música. Su condena. El hombre del traje gris que ha conocido de cerca la gran nube negra de la depresión y que parecía desde hace ya un tiempo inmerso en la caída de los grandes, en el cambio de ciclo, en el fin de una era, llega en 2017 más fuerte que nunca. Disfrutémoslo, leámoslo más que nunca, escuchémoslo, vivámoslo y no hagamos más cierta esa expresión de que solo se admira algo cuando se pierde. Perder y perderse, sus grandes aficiones, sus grandes condenas. Que no sean las nuestras.

Julio Valdeón trae en Sabina. Sol y sombra un recorrido a lo largo de toda la carrera de Sabina. Y digo carrera y no vida porque no es este un libro “tomatero” por el que pasear alrededor de las circunstancias más personales y privadas del cantante, si es posible separar vida y carrera musical en Sabina. Por descontado que viviremos las noches en la Mandrágora, los días y días sin dormir, las fiestas, las juergas, las reuniones abiertas y eternas en Tirso de Molina, en Casa Sabina, incluso algunos amoríos. Pero todo sin olvidar la música, estandarte de todos los libros que firma Efe Eme. Por cada copa de whiskey, por cada raya, por cada hora de no dormir, una lección musical por parte de Valdeón o de cualquiera de sus entrevistados, que son muchos. Quinientas páginas divididas en dieciocho capítulos que conforman el recorrido por todos los discos del músico de Úbeda sin ningún tipo de mesianismo hacia él. Valdeón te destroza un disco de Sabina igual que alza al cielo otro, y todo con razones. Me gusta que la gente se moje, me gusta que la gente sepa criticar a un dios, me gusta que la gente no crea (tanto) en nada, incluso cuando esa nada es lo que te hace seguir viviendo. Y todo ello es este libro.

Sabina. Sol y sombra, que se cierra con un entrevista de 2016 entre el autor y Sabina, es la argumentación perfectamente conseguida del título, del claroscuro en el que siempre ha habitado Sabina. Hay claros en el libro como el momento álgido de un Sabina que completa de forma genial el inconmensurable 19 días y 500 noches, del Sabina que llena noche tras noche la Bombonera o del Sabina que cuando más abajo dicen que está de su carrera musical se encuentra (o busca como el penitente de rodillas peladas que necesita creer en algo o alguien) al magnífico Leiva. Y oscuros: ese ictus, esas nubes negras, esos discos maltratados por productores y músicos “de oficio”, ese Fito Páez, esa condena a la soledad. No sabremos nunca dónde habita el olvido ni quién nos ha robado el mes de abril, pero sí podremos siempre sentirnos guiados por un bombín, estremecernos al sentir que alguien ha sido capaz de escribir lo que sentimos antes de que lo sintamos, ese «poeta y relojero» que dice Asúa, ese que, como defiende Valdeón al final del libro «no fue, es». Yo me bajo en Sabina.

Víctor González.


0 comentarios

TODO LO QUE YA NO ÍBAMOS A NECESITAR - MAITE NÚÑEZ

Quizás te haya ocurrido alguna vez el estar delante de alguien que lo ha pasado mal por algo y que te está contando su situación, y tú le escuchas, le escuchas hasta el final, si lo hay; aunque desde el principio, desde que le has mirado a los ojos, sabes que ahí falta algo por contar. No sé cuándo ni cómo lo notas pero lo sabes. Ves que hay una nube negra encima de su cabeza que no quiera soltarse, que no quiere arrancarse a llover toda el agua acumulada. Y cuando digo agua me refiero a pena. Pena sobrevolando un texto que ya de por sí pellizca es lo que caracteriza al libro del que hablo hoy: Todo lo que ya no íbamos a necesitar, de Maite Núñez.

En él nos encontramos con doce relatos en los que está muy presente la relación paterno filial, pero sobre todo la relación humana. Humanos chocando entre sí como el padre o la madre que mira a sus hijos moverse alocadamente y sin control subidos a unos autos de choque. Seres tocándose y produciendo chispas son lo que encontramos en Todo lo que ya no íbamos a necesitar. Alternando la primera con la tercera persona en la narración, Maite Núñez nos muestra a un niño que ve todo lo que su madre cree que esconde durante sus días etílicos, separaciones y uniones y nuevas separaciones que no son más que el reflejo de atormentadas almas, desprecio o falta de interés u olvido de lo gastado, de lo pasado. Lo infantil es un rasgo demoledor de este libro, que se crea a partir de niños crecidos por dentro o, como se puede leer en alguna de las páginas, adultos prematuros. Y estos adultos prematuros no son solo los niños. Todo lo que ya no íbamos a necesitar consigue que te preguntes quién es el adulto aquí, el niño que es capaz de idealizar a una madre borracha o el hijo mayor que, mientras su madre se abandona hacia un geriátrico, aparta la vista a la clasificación liguera de fútbol. 

Con una escritura en la que reinan los adjetivos, Maite Núñez demuestra que sabe escribir y que poco a poco va ganando en soltura, algo que se ejemplifica con la bien encontrada conexión entre capítulos, con el eje San Cayetano o con la consecución de estirar el clímax que todo relato pide, como si fuera la masa de pizza de los domingos, a lo largo de todo el relato. Una de las claves de los relatos de Maite Núñez es que nunca te encontrarás con esa sorpresa tan del relato clásico que te deja helado de repente. Maite no usa la ultracongelación, Maite usa la nevera que debe estar estropeada en la oficina porque, no sabemos por qué, cuando metemos los yogures en ella, al cabo de unos días, están congelados. Eso es la escritura de Maite Núñez, una congelación lenta, uniformemente acelerada, incontrolable y fatal.

Todo lo que ya no íbamos a necesitar es la mano del médico torpe que te abre una cicatriz que creías olvidada y que te hace surgir la duda de si lo ha hecho queriendo o no. Normalmente regidos por una lluvia fina, estos doce relatos harán que te preguntes mucho, por muchas cosas, pero sobre todo por ti. Te encontrarás en los relatos, a veces te parecerá que solo los hayan escrito para ti. Pero no. Del polvo venimos y al polvo vamos, y ese polvo, queridos amigos míos, es idéntico, huele igual y tiene el mismo gusto en todos y para todos. Sois vosotros mismos, leéis y os parece ser otros y esos otros os vuelven a llevar al principio, a vosotros mismos. Pero aún así, leed, aquí tenéis una buena oportunidad.

Víctor González.


 
;