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MI VIEJO LIBRO DE VIAJE - LUCAS MASCIANO

Hoy hablamos de otro músico que se da a la Literatura, y también argentino: Lucas Masciano, el Tolstói de la música. 

Mi viejo libro de viaje es el compendio de reflexiones, pensamientos, poemas y canciones que este cantante afincado en Barcelona desde la adolescencia ha confeccionado a lo largo de los años y los kilómetros recorridos en viajes, giras y descansos. Y le llamaba Tolstói, porque todo él desprende espiritualidad. Verle cantar, hablar, reír o simplemente mirar es ver a alguien despierto, consciente, sabedor de la totalidad del mundo, del cosmos, de nosotros mismos. Lucas Masciano, conocedor de todo lo que rodea la música, habiendo experimentado los mejores y los peores sabores de este mundo, se lanza con este libro en un momento en que ya no se piensa en consecuencias, ya no se tiene miedo a ellas. Ha roto con su ego, le ha soltado la mano y le ha dejado irse para cogerse de otra mano, la del zen, aquella que si consigues agarrarla nunca más te suelta. 

¿Cuántas veces hemos oído eso de que el papel sirve como terapia al escritor? Este es un claro ejemplo, un libro donde reflejar las inquietudes diarias, las reflexiones acerca de qué estamos haciendo mal y cuánto tenemos por hacer bien, lo que valemos, lo que somos, lo que podemos ser. Lucas coge el disfraz de maestro, propio del budismo, y reparte enseñanzas a todo aquel dispuesto a leerse este breve libro de escasas 70 páginas. 

Dice Masciano en esta obra que «ningún libro puede darte la experiencia», pero sí puede darte la sabiduría para afrontar de la mejor manera lo que después se convertirá en tu experiencia. Y esta es la función totalmente conseguida de este libro. Una de esas obras que debería ser leída a todo niño con el fin de hacerles despertar desde pequeños, de hacerles abrir los ojos, saberse reacios a los prejuicios y dogmas morales que lo único que hacen en nosotros es acortar todavía más nuestros límites. 

En definitiva, un libro de obligada lectura que recordará a otros autores desengañados como Tolstói, Jung o Jodorowsky. Un libro muy breve en contenido y muy amplio en el después; un libro que se lee en nada, que sirve para todo y que dura para siempre. 

Víctor G.
(@chitor5)
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PARACAÍDAS Y VUELTAS - ANDRÉS CALAMARO

¿Qué se puede decir de Andrés Calamaro que no hayan dicho ya sus canciones? (o como dice la canción del músico argentino Lucas Masciano: «¿Qué decirte si ya lo dijo Andrés?»). Ahora tenemos delante un libro, Paracaídas y vueltas, con el que conocer de primerísima mano ese canto eterno a los amigos ausentes, esa lucha interna con su soledad, ese amor por el arte. «¡El arte es Dios!».

No hace falta abrir el libro para sentir la genialidad que desprende, solo hay que leer el prólogo y su guía de lectura 'no' recomendada. Equiparándose a Cortázar, o a aquellos maestros reacios a la norma estipulada, Andrés deja al lector el poder de decidir cómo leer el libro: no hay un camino correcto, no hay un sentido para las cosas, hay lo que tú quieras que haya. Es por ello que resulta inevitable rememorar el peso de Rayuela cuando tienes Paracaídas y Vueltas entre las manos. 

Esta obra lucha, como lucharon los diarios íntimos franceses, en demostrar que de íntimos solo tienen la procedencia, porque su esencia, su destino, su lugar, es universal. Salen de uno para ir a todos, uno se vacía para llenar el mundo. Uno, Calamaro, se deja caer, se tira con ese paracaídas del título del libro y de su canción Paloma («un solo paracaídas, uno solo va a quedar volando a la deriva») y comienza las vueltas, vueltas que llevan a lo mismo del principio, reflexiones encaminadas a volver, a aquello inicial, a la duda, a la soledad, al desengaño. 

Calamaro canta aquí, como en innumerables canciones suyas, a esos amigos ausentes que tuvieron la valentía de soltar la mano a la vida. Andrés es de esos tipos fieles a la cita de otro extraño personaje como Mark Twain: «Iría al cielo por el clima, al infierno por la compañía». Una parte del libro dedicada exclusivamente a ellos, «los que no están (los que siempre están)». Se toca la música, se toca la soledad, el miedo, el insomnio, las drogas con la soltura que nadie las había tocado nunca, se toca lo real y lo imaginario, o como dice su canción, la victoria y la soledad, la filosofía y la realidad. 

En este libro encontramos canciones, poemas, cartas, reflexiones, ensayos, pensamientos o citas. Es un vademécum de la vida, la Bíblia pagana de los amantes de la música desengañada, los que se sienten atraídos, los que quieren saber, qué hay detrás de la falsa pintura de la vida. 

¿Qué hay detrás? Solo el lector de Paracaídas y Vueltas lo sabrá, el que se atreva a acompañar a Andrés por este viaje de kilómetros, drogas y mucho rock and roll que ocupa menos de 300 páginas. Andrés, como ya sabréis, es nuestro Salmón, siempre nadando a contracorriente. ¿Cuándo decidirá descansar en el mar? ¡Larga vida al rey!

Me siento en la obligación de recoger una de las frases que ofrece en su libro para convertirla en mía hacia él: «Gracias por darnos motivos tan sólidos para suponer que no nos equivocamos de oficio y profesión». 

Víctor G. 
(@chitor5)

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