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UN SONIDO ATRONADOR - RAY BRADBURY

Con frecuencia actuamos y con posterioridad pensamos, pero… ¿lo haríamos tan a menudo si fuésemos conscientes de forma plena de que cada uno de nuestros actos, por nimio que parezca, puede traer consecuencias de mucho mayor calibre? Hay quienes sí, claro está, pero en general es muy probable que cada una de nuestras ideas rondase algo más por la cabeza antes de llevarlas a cabo. ¿Esto es mejor o peor? Pues personalmente, no sabría decir, como en todo, depende, depende de cada situación concreta con todas sus particularidades.

Lo que sí que me arriesgaría a decir con seguridad, es que el protagonista de este relato sí que hubiese pensado un poco mejor su aventura, en la que utiliza una máquina del tiempo para cazar un dinosaurio. Y llegados a este punto, os pregunto ¿Qué pueden tener en común una mariposa, la decisión entre una democracia o una dictadura, un dinosaurio y un viaje? Lo vemos en Un sonido atronador, en el que la expedición se lleva a cabo a través de una compañía dedicada a ello, y que son quienes se ocupan de que todo salga bien y no se altere el pasado para no cambiar el presente. Para ello tienen todo pensado y controlado, lo cual incluso incluye el uso de máscaras de oxígeno para no llevar partículas de aire del futuro al pasado. Pero como sabemos, no siempre salen las cosas como las planeamos ni todo está bajo nuestro control, y cuando algo se sale del plan inicial durante un viaje en el tiempo, las consecuencias pueden ser incalculables.

Se trata de un relato muy corto y de lectura rápida que invita a la reflexión sobre cómo llevamos a cabo nuestros actos, a pensar sobre el efecto mariposa. Además, el relato va acompañado de unas bonitas ilustraciones de Elena Ferrandiz, y en una estupenda edición de tapa dura.

Laia Vaquerizo
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SOLO - RICHARD BYRD

Lo más normal es que gracias a una editorial puedas descubrir un libro que sin ella no hubieras conocido, pero a veces, sorprendentemente, pasa al revés, y gracias a un libro descubres una editorial. A mí me ha pasado con Volcano Libros y su Solo de Richard Byrd. Llevaba tiempo detrás de él, sin saber si aquí estaba publicado. Y cierto día, pam, aparece el libro por Instagram, entro en el perfil de la editorial y ahí está Volcano. Y claro, esas señales hay que perseguirlas hasta el final. Es decir, ese libro hay que leerlo.  

Solo es la narración en primera persona por parte del contraalmirante Richard Byrd de su experiencia tras vivir durante un tiempo totalmente solo en la latitud 80º 08' sur de la Antártida. En estos momentos en los que la palabra confinamiento está tan a la orden del día, no va nada mal leer cómo lo hizo para superar (o no) o soportar (o no) la soledad un hombre que quería ser el primero en pasar allí un tiempo, estudiando la climatología de la zona, pasando reporte diario mediante código morse, luchando contra el frío y la noche polar (remarquemos que la temperatura media que vive es de -50 grados y que llega incluso a superar los 80).  

En un principio la idea era convivir en la cabaña tres personas, por aquella teoría tan sustentada por Byrd en la que para soportar convivir en aislamiento solo puede hacerse con una o tres personas (así siempre hay un tercero que medie en una hipotética discusión). Pero al final se fue solo. ¿Por qué? Hay dos teorías, la que expone el propio Byrd y la de los demás (el libro incluye un prólogo de Sara Maitland y un epílogo de Kieran Mulvaney). En la suya, comenta que en los últimos momentos vio que el proyecto era demasiado peligroso y que no quería poner en riesgo a dos de sus compañeros, por lo cual decidió que si quería hacer algo tan temerario debía hacerlo solo. Por otro lado, hay los que defienden que Byrd era exageradamente vanidoso y que ansiaba desde hacía años ser el primero en algo y pasar a la historia por ello. En teoría había sido el primero en sobrevolar el Polo Sur, pero había muchas dudas de que aquella expedición hubiera llegado a su destino. También iba a ser el primero en cruzar el Atlántico en avión, pero acabó siendo el tercero. Necesitaba hacer esto solo. Y lo hizo.  

En Solo recorremos la evolución de un hombre rodeado de hielo y frío y mucha noche, con sus rutinas estrictas, sus pobres comidas, sus horas de lectura, de estudio, de control y mantenimiento de la cabaña y la zona perimetral. Pero también vivimos su paulatina caída. Sin él darse mucha cuenta, va poco a poco intoxicándose con los gases que emana la caldera de la cabaña y cierto día cae desmayado. Consigue despertarse, y a partir de ese día empieza una nueva lucha. Ya no tiene que combatir únicamente la soledad y el frío, ahora también la enfermedad, la debilidad. Deberá decidir cuándo apagar la caldera para que se oxigene el ambiente (con el extra de frío que eso supondrá a su débil cuerpo, un cuerpo que en ese tiempo pierde más de 20 kilos), deberá aparentar en el contacto por radio diario que está bien, deberá tragarse las dudas, el ego y la vanidad para reconocerse enfermo, para bajar el ritmo, para encontrar las mínimas fuerzas en la flaqueza extrema.  

Su idea original era estar seis meses solo, pero no todo saldrá como él pensaba. Sus compañeros, que están también en la Antártida pero en la base controlada (Little America), empiezan a olerse que algo no anda bien en la cabaña. No osan decirle nada, pero paralelamente a las órdenes de su jefe ellos gestionarán otra travesía, la que salvará la vida a Byrd.  

En Solo leeremos a Richard Byrd contándonos esa experiencia tras unos años de margen, de pausa, de asimilación. Lo que para él iba a ser una búsqueda de autoconocimiento, una exploración de sí mismo, acaba siendo un camino hacía el límite, hacia lo más hondo del pozo propio. Él llega allí, lo anota todo en un diario que irá intercalando a lo largo del libro, y sufre la soledad absoluta, el debilitamiento tanto físico como mental, la confirmación de que es el grupo lo que levanta a la persona. Acabará sobreviviendo, saldrá de allí y podrá contarlo. Y de tanto contarlo, de tanta gente que le pide que lo cuente, él acabará escribiendo este libro, gracias al cual nosotros podemos conocer su historia. 

¿Sabías que el planeta Plutón estuvo a punto de llevar su nombre? Me he dejado muchas cosas por contar, algunas tan sorprendentes como esta, pero todo está dentro del libro. Leerlo es una experiencia magnífica. Y tengo que decirte, si me oyes, Byrd, que aquí solo hemos sido dos, y hemos convivido, durante unos días, estupendamente.  

Víctor González

 
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