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GORDO DE FERIA - ESTHER GARCÍA LLOVET

Gordo de feria es la novela que protagoniza un egocéntrico humorista llamado Castor. Castor tiene todo lo que aparentemente podría pedir, tiene dinero porque le tocó la lotería y tiene fama gracias a su trabajo de humorista, pero sin embargo no es feliz, no le encuentra ningún sentido a la vida. Es por ello que cuando un día le devuelven la cartera de un tal Julio por confusión, se le ilumina la mente. 

Julio es un camarero que lleva una vida tranquila, y físicamente es igual que Castor. El humorista quiere aprovechar esta coincidencia para usar a su doble para que le sustituya en aquellas situaciones que a él no le apetece estar, como ir a fiestas e incluso ser el actor principal de una comedia que él mismo ha organizado. 

Debido a su comportamiento egocéntrico, no escucha en ningún momento lo que piensa Julio ni lo que le quiere contar, es por ello que le sorprenden una serie de acontecimientos que no alcanza a comprender. Entre las novedades que aparecen en su vida, nos encontramos con una mujer china que le persigue y le agrede sin motivo aparente. Y a partir de ahí empiezan a suceder secuestros, desapariciones, estafas y casi un homicidio.

Es un libro que quise leer tan pronto lo vi recomendado por una de mis escritoras favoritas, Marta Sanz, y una vez más, sus recomendaciones son oro. Es una novela rápida y clara, que se lee en una tarde porque es muy ligera y te atrapa desde las primeras páginas, quitándole un poco de peso a los problemas cotidianos, y que muestra el estilo tan propio y original de la autora, Esther García Llovet. 

Me ha gustado el toque de humor ácido y el lenguaje tan claro y limpio en el que está escrito, la forma en que la crítica a la sociedad individualista y egoísta está en todo momento presente a través de los comportamientos del protagonista y de las personas que le rodean.

Laia Vaquerizo
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REVANCHA - KIKO AMAT

El primer día de trabajo del año una paloma se empotró contra una de las ventanas de la editorial donde trabajo y ya no pudo remontar más el vuelo. Y yo, sin querer tomármelo como presagio de lo que estaba por venir (como aquello que escribió Leila Guerriero en alguna de sus columnas de El País Semanal: «En el alféizar de mi ventana había una paloma muerta, una metáfora de este tiempo caníbal»), me lo tomé como un buen símil de lo que podrían ser los dos personajes centrales de la nueva y esperadísima novela de Kiko Amat (esperadísima por lo menos para mí, y seguro que para muchos más). Algo te persigue, tú no quieres o no puedes hacerle frente, huyes, en la huida te golpeas, y ese golpe, esa herida, te marca de por vida. La novela se titula Revancha y la publica, cómo no, Anagrama. 

En Revancha hay dos personajes centrales y un peaje a pagar, porque es de esos libros que te piden cierta adaptación al medio para saber qué está pasando ahí dentro. Por un lado tenemos a César, de quien se nos hablará en tercera persona. Jugador de rugby que ha acabado haciendo de sicario. Mata o hiere bien, es tranquilo, lo hace todo tal y como se lo piden, es limpio, frío, seco. Hasta que se mete lo personal en su trabajo y ya no lo es. Por otro lado tenemos a Amador, Fran Amador, de quien leeremos a partir de la segunda persona. El peaje viene por parte de Amador, porque todo el texto que girará en torno a su vida irá cargadísimo de jerga callejera, un léxico que caracterizará a todo el conjunto de los Lokos FC. Y esto es importante, porque Amador será una pieza importantísima dentro de este grupo. ¿Y qué es el Lokos FC? Pues básicamente son los ultras del Fútbol Club Barcelona. Ah, ¿los Boixos? Pues eso. 

Clepsa, bachi, machino, cafis, nodos, junchas, naka, ñatos, nursa o draga serán algunas de las palabras que tendrás que aprender por ti mismo (no busques una nota al pie de página ni un apartado con las palabras al final del libro, tampoco busques por internet) para entrar en la rueda de este grupo criminal que se dedica a linchar Brigadas Blanquiazules (ultras del Espanyol), pegar palizas prepartido o asustar violentamente a gente que no les es cómoda. ¿Hay drogas? Sí. ¿Hay sangre? También. Y claro, es una novela de Kiko Amat, falta la pregunta clave: ¿hay música? Mucha. 

Como digo, César es un sicario, mata por dinero. Le encargan una misión y la hace, sin más. Pero tiene una hermana con problemas psíquicos, enganchada al alcohol y las drogas, con una hija sorda que en cierto punto se verá amenazada por parte de los Lokos por culpa de una ex pareja de su madre. Y ahí tendrá que entrar César. 

Por otro lado, Amador. Desde antes de la mayoría de edad siendo skin y de los Lokos, y gay, y pareja secreta del cabecilla del grupo. La combinación es importante, lo será. De familia humilde, del Baix Llobregat («Esto no es Jamaica, esto es el Llobregat»), es capaz tanto de matar a alguien con sus manos como de ponerse a llorar a escondidas al escuchar cantar a Tina Turner o a Aute. ¿Por qué? Amat nos cuenta con tal maestría los demonios de su infancia que no quiero destripar nada. 

En Revancha lo que nos encontramos es la vida de dos figuras, César y Amador, que, como una suerte de Miren y Bittori (de Patria), nos van dando avisos de que en cierto punto se encontrarán. Como un embudo, la narración va haciendo círculos concéntricos cada vez más pequeños. Con flashbacks, con narración en presente, con otros personajes, pero siempre esta historia binaria que en realidad es una sola: la ruptura de algo dentro que va goteando de por vida, hasta secarse. Y cuando te quedas seco, cuando no hay más camino por donde huir, es hora de actuar. Y se actúa, vaya si se actúa.

Por en medio de todo eso vemos internadas en la cárcel, muerte de padres, amigos, hermanos, bebés, vemos fiestas y bares, palizas y sexo, violaciones, droga y besos. Vemos Barcelona y sus calles, recorremos la zona del Llobregat y sus discotecas, sus puticlubs, sus campings abandonados, sus playas. Conocemos a gente buena y mala, que pegan y que no, que sienten y que no. Presenciamos el mundo, al fin y al cabo. O como se dice en cierto momento de la novela: «Les conoces a todos, lo peor de la ciudad, una vida entera a su lado, liándola, hombro con hombro, arrancándole la bondad y la inocencia al mundo, revolviéndoos contra vuestra suerte, exigiendo pago por lo que había sucedido en vuestras casas». 

En cierto momento del libro conocemos a Montal, el erizo de la hija de Paloma, la hermana de César. Se llama así por el parecido que tiene en su cara con el expresidente del Barça Agustí Montal, y creo que es el personaje que nos da las mayores claves de lo que está pasando en la novela. En cierto momento de tu vida te pasa algo, y puedes, como consecuencia de ello, encerrarte en tu propio caparazón, o caminar y seguir viviendo. Mientras te encierras estás protegido, pero no avanzas. Cuando te desproteges estás a merced del mundo. Y el mundo quizá son unas gaviotas que si ven que ya no estás protegido te comen. ¿Qué hacer? ¿Seguir encerrado o caminar? ¿Protegerse o hacer frente? Ese es el dilema de César y Amador, y no hay mejor forma de conocer la solución que a través de las palabras de Kiko Amat. Todo dentro de un libro: Revancha. Ya en librerías. 

Víctor González

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CANCIÓN - EDUARDO HALFON

Hay nuevo libro de Eduardo Halfon y eso ya de por sí es una celebración, por lo menos para el que esto escribe. Un nuevo libro o, quizá, podríamos decir mejor un nuevo fascículo en el gran libro que parece que esté escribiendo Halfon. Este nuevo fascículo se titula Canción y lo publica Libros del Asteroide. 

Canción girará en torno a la figura del abuelo de Halfon. ¿Es el mismo abuelo de El boxeador polaco? Ni lo sé ni me importa. Porque, ¿es el mismo Halfon el de uno y otro libro? O mejor todavía, ¿es Halfon quien nos lo cuenta? Pues eso. 

Como si fuéramos el narrador vilamatiano de Aire de Dylan y quisiéramos escuchar al joven Vilnius, aquí Halfon, o alguien muy parecido a Halfon, se erige como conferenciante en una ya de por sí más que extraña situación: ha llegado a Japón invitado como escritor libanés, lo cual no es, pero parece que sabe, o sabrá, serlo. Ahí estamos, al lado de ese no pero sí escritor libanés que se ayuda de ese hecho fortuito (o no tanto) para mascar el chicle del recuerdo, para activar el engranaje de la memoria. Y es ahí donde empezará todo. 

Porque en Canción sabremos la historia de su familia, su infancia y la infancia de sus padres y sus abuelos. Los exilios, las guerras, las huidas, las nuevas vidas en nuevos países. La riqueza, la pobreza, las amenazas, el secuestro de su abuelo. Y conoceremos a Canción, el gran secuestrador, miembro de las Fuerzas Armadas Rebeldes de Guatemala. 

A partir de la historia del abuelo iremos desgranando el pasado de un país, Guatemala, con sus claros y sobre todo sus oscuros, sus deudas, sus peros. Todo visto desde los ojos de un narrador que en ciertos momentos (quizá siempre) se sabe poco fiable, pero siempre genial. Es probable que en el mismo rato que lo empieces, un poco más tarde, lo acabes. Eso es Halfon. 

Al estilo de la metagenealogía de Jodorowsky, aquí Halfon se fija en sus antepasados para crear una historia, quizá inventada, quizá parcheada, pero suya. Inventar una historia para así, por lo menos, tener una. Dando saltos en tiempo y espacio, vamos encontrándonos con personajes, lugares, épocas y situaciones que al fin y al cabo crearán y configurarán al narrador y, por qué no decirlo, a nosotros, los lectores.

Es cierto lo que se puede leer por el final del libro cuando se dice aquello de «lo mismo hacía Halfon cuando escribía, que todas sus historias parecían extraviarse y no llegar a ninguna parte». Pues si la literatura tiene que ser esto, que nunca encuentre su lugar, que nunca llegue a su destino. Qué gran viaje es siempre un viaje con Halfon. 

Víctor González 


 
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