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CUARTETO - SOLEDAD PUÉRTOLAS


Pocas cosas me gustan más que los cuentos para adultos bien hechos, y estos cuatro cuentos lo son. Al escuchar la palabra cuento, en el imaginario popular vemos los cuentos infantiles que nos contaban cuando éramos pequeños, y que, aunque nos traen buenos recuerdos, los dejamos aparcados en esa etapa de nuestra vida. 

Sin embargo, Soledad Puértolas nos trae cuatro bonitos cuentos para adultos con aires de pasado, pero con mucha esencia actual. Cada uno de ellos se sitúa en una época lejana, en lugares indeterminados que podemos imaginar ubicados por Europa, con aparentes problemas también muy lejanos a nosotros. Sin embargo, observamos en la primera protagonista, una enfermedad que provoca que todo le dé igual, nada la emocione y se encuentre totalmente vacía. ¿No os recuerda enormemente a este sentimiento colectivo que llega hasta muchos jóvenes a día de hoy? 

En estos cuentos se tratan temas muy variados y atemporales, muy presentes en la actualidad con nombres y apellidos, pero que han existido siempre, aunque no se hablase de ello. Estos temas engloban la depresión, la ansiedad, los amores adolescentes y platónicos, el paso del tiempo y las caras más ocultas y oscuras de algunas personas. 

El primero de ellos lo protagoniza una princesa con una salud mental delicada, a pesar de tener todo aquello que pudiese desear al alcance de su mano, y que pasa por una serie de circunstancias que hacen que su situación mental vaya variando levemente. 

El segundo de los cuentos gira entorno a la figura de una maestra, amada por todos, aparentemente perfecta, y llena de misterios que la hacen todavía más atrayente para sus alumnos y ex alumnos. 

La tercera historia la teje una joven emprendedora, que no desea conformarse con lo que la vida ofrecía a las mujeres en aquel entonces, y que decide construir ella misma su futuro, empezando por abrir un establecimiento especial en el que tomar café y alguna que otra copa. Hacia el final de este cuento, vemos que algo, llámalo destino, llámalo coincidencia, cruza varios elementos de su vida para acabar de añadir la magia que la misma protagonista va creando. 

El último de los cuentos, narra una curiosa historia sobre un amor extraño entre una pareja que se separó de hecho unos años antes del inicio del cuento. 

Es un libro del que he disfrutado por la variedad de temas que trata y por la forma en la que están escritos los cuatro cuentos. Con esto último me refiero a un estilo en el que se le da prioridad al durante, a la historia, sin que sea relevante el final, siendo finales poco claros en cada una de las historias, pero que, dada la naturaleza de los cuentos, no se echa en falta. 

Laia Vaquerizo
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POR SI LAS VOCES VUELVEN - ÁNGEL MARTÍN


Qué difícil pero a la vez qué importante es a veces hablar (y con hablar me refiero también a escribir o, en definitiva, a contar las cosas, se use el soporte que se use), dejar salir lo que uno tenga dentro, no permitir que el agua pare de correr, porque como leí de alguien que ahora no recuerdo, en las aguas estancadas es en las que crecen y proliferan los parásitos, la sustancia tóxica, lo contaminado. Por si las voces vuelven es toda una apología de ello, un abrirse en canal, un exorcizarse, un volcarse al papel para hacer llegar a otros una experiencia. Abrirte tú para que otros se abran. 

En Por si las voces vuelven, publicado por Planeta y todo un éxito de ventas, Ángel Martín, el mítico humorista que creo que muchos conocimos a raíz de Sé lo que hicisteis (tengo que reconocer que por aquella época yo tendría como 15 años, me encantaba el programa e incluso tenía una foto de Ángel Martín como fondo de pantalla de mi teléfono) cuenta una experiencia que seguro que la gran mayoría de sus seguidores, por no decir todos, desconocía: su internamiento en la locura. Porque Ángel Martín estuvo loco y no lo sabía. Y aquí lo cuenta todo: desde cómo empezaron esos pensamientos, su evolución, cómo gente de su entorno empezó a avisarle de lo que ellos veían y creían (y él no) que le estaba pasando, cómo llegó el día en que acabó yendo al hospital, cómo tuvieron que hacer que se quedara allí, cómo acabó atado a una cama y sedado, cómo fue todo a partir de ese momento. 

Hablaba de lo importante que es contar la cosas (nunca he entendido la gente que de repente se cierra, se calla, no te dice lo que debería y quieren decirte... pero con este libro ahora lo entiendo todo un poco más), y también hay que remarcar el papel de la gente de tu entorno. Habla Ángel Martín en el libro de que hay que apartarse de esas personas que minimizan tus problemas, que creen que aquello que sientes, que piensas, que tienes dentro son tonterías tuyas, que no te ayudan y sobre todo que piensan que tú (y mucho menos ellas) no necesitas ayuda. Porque una cosa que queda bastante clara leyendo este Por si las voces vuelven es que todos la necesitamos, que nunca tenemos que tener miedo de pedirla, que siempre habrá alguien cerca que nos eche una mano. Lo importante es tener claro quién y no dejarlo ir. Y digo todo esto mientras de fondo suena ¿Nos ponemos con esto? de Viva Suecia. Quizá sea por eso...

Aquí nos encontramos a alguien que cree que cada cosa que ve es una señal, que un simple ruido, si es agudo o grave, le puede hacer decidirse por una u otra cosa, que cree poder hablar con sus perros, que está convencido de que el mundo es una nave que nos está llevando a otro lugar y que la gente que lo habita, incluso nosotros mismos, somos solo herramientas para ese viaje. Esto es un extremo, quizá ayudado por la experiencia con las drogas, que también cuenta. Pero hay otros niveles, y seguro que muchos de nosotros (de ahí algunos guiños que nos manda Ángel Martín en el libro) nos sentimos interpelados con alguno. Contaré una experiencia personal: no hace mucho conocí a alguien que tenía la manía de pellizcarse constantemente las cutículas, cosa que yo no había visto nunca. Le pregunté por ello y parecía ser algo normal. Y eso quedó ahí. Pero hace unos días, leyendo tranquilamente una novela (qué importantes los libros, como pasa con este, para dar respuesta a nuestras preguntas), me encontré casualmente que la protagonista hacía lo mismo, y allí la narradora contaba un poco el porqué y hablaba del fondo de este «trastorno por excoriación» (así parece que se llama) y fue entonces cuando quizá entendí un poco las posibles causas por las que aquella persona hacía algo a primera vista tan simple pero en realidad tan profundo. La de cosas que no sabemos de cualquiera que podamos tener delante. Y fue ahí que reflexioné, como con otras muchas, sobre las cosas que hacemos pensándolas normales, inocuas, salubres, cuando en realidad no lo son. O sí, porque qué es lo adecuado, qué es lo normal. Y ese es otro valor de este libro: hacerte despertar, cuestionarte, replantearte muchas cosas, aunque a veces sea duro. Y aunque haya mucho humor, que lo hay.

En definitiva, Por si las voces vuelven es un recorrido muy enriquecedor por el periodo de vida de alguien a quien hemos conocido mucho desde fuera pero nunca desde dentro. Es la demostración de que nunca sabemos por qué proceso interno está pasando la persona que tenemos delante. Es la experiencia personal de alguien que ha vivido mucho dentro de sí mismo, hasta niveles extremos, y que ha podido salir de ahí para contárnoslo. Lo dicho, qué importante es contar las cosas, y qué bien que Ángel Martín haya podido hacerlo. Ojalá más gente lo hiciera. 

Víctor González
 
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