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IN

Imagen: Elena Zendrera.
tengo los pasados en el bolsillo: 
latente. embrionario. 
guarda, este bolsillo, caricias 
que despiertan cierto olor 
a memoria

tengo un nudo. un nudo céntrico 
en el que resuenan los secretos de 
esta taquicardia cansada.

tengo un ahora despedazado, el 
cuerpo se rinde ante la productividad. 
tengo la alerta casi en el abismo, 
soy la explosión que necesito.

tengo esta facilidad para oxigenar 
lo muerto, para disgregar los 
esfuerzos que dejaron tinta 
en la carne.

tengo lo cardíaco en vías 
de desarrollo. voy con mis sentidos 
a por lo que se atraviesa.

tengo un odio demasiado aprendido, 
las coreografías se han diluido en 
mis células: el contenido de la 
memoria en cada movimiento.

tengo. tengo un color verde que 
carcome este escenario (y sonrío)

Patricia Bertolín.
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POEMA 31


La gente cree conocerte 
cuando de ti le hablo. 
Como si uno pudiera 
oler tus prisas en el metro 
sufrir tu locura y desespero 
coger tus ganas de reseguir 
mis manos mis labios mi columna.
Y cree saber de ti 
de cómo giras la cabeza 
de cómo preguntas por qué 
de cómo te escondes tras 
tu flequillo tus pasiones tus olvidos.

Entonces lo entiendo. 
Que me miro fijamente al espejo 
y descubro que terroríficamente 
tan a mi alma agarrado estás 
que existes a través de mis pupilas.

Alba Comas.


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LA MALDITA NORIA DEL ORGULLO


El mundo está lleno de cobardía. Si no que se lo digan a esos amantes que no se atreven a amarse, que posponen las decisiones pensando que con el tiempo las cosas se decidirán por sí solas. Pero eso nunca sucede. Se adentran en un perder el tiempo, en un esperar a la vida olvidando por completo que la vida no espera a nadie. Ahora eso de mirar a los ojos y decir lo que se siente, ya no se lleva. Ahora todo es a ver quién aguanta más haciéndose de rogar. Y así es como perdemos las cosas que realmente queremos, como las dejamos marchar, alejando de nosotros todo aquello que podría hacernos felices. Y el motivo es que todo lo que lleva a la felicidad puede llevarnos también al infierno. Y eso da miedo. Tanto que por culpa de muchos cobardes el mundo deja de girar por amor dejando que la rueda la mueva el temor y el orgullo. ¿De qué sirve ser la generación de las emociones fuertes, del carpe diem si en los momentos que hay que hablar, actuar y besar, todo el mundo calla? Pecamos de hablar demasiado, de optar por los silencios en los momentos equivocados, olvidando por completo luchar por aquello que merece la pena. Nos cuesta decidir, dar pasos hacia delante porque a veces nos olvidamos que somos personas y no cangrejos. 

Titanium.
@blancadepaco
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INCENDIOS Y CUIDADOS

Imagen: Rafa.
Me desgarro en cada movimiento 
que proyecto hacia ti: soledad.

Mi cuerpo es el juego. Arriesgar 
o perder la cabeza. Decidir desde 
el equilibrio. Mi equilibrio es la 
necesidad para decidirte.

Me boicoteo. Me pongo un punto 
final en la piel.
Cada vez más lejos.

Un aullido desde el centro 
de la pelvis hacia la periferia

Déjame ser víctima de mi contexto 
para poder empoderarme 
para coger la fuerza suficiente 
para recogerme.

Patricia Bertolín.
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NIEBLA


Niebla, de esas que envenenan el alma. Soledad y tristeza la acompañan. ¿Por qué?, me pregunto. ¿Por qué me siento así?

Depresión, la llaman los entendidos. Yo, decepción. Decepción conmigo misma, decepción con el resto del mundo. Tengo frío y grito en silencio, pese a que gruesas capas de tela me envuelven y nadie puede oírme. Me apetece arrancarme la piel a tiras, despojarme de todo lo que soy y retar a los demás a que me creen a su imagen y semejanza, así, quizás, estarán contentos.

Niebla, oscuridad pero no miedo. Bruma que enluta todo lo que me rodea. No quiero sentir, quiero ser como hielo: frío, duro, arisco, sin corazón y sin alma pero soy humana, soy frágil, débil… siento y me duele.

Todos parecen reírse de mí, de mis desgracias. Soy el centro de las burlas, de los rumores, de los corrillos de pasillo y ascensor. Todos me miran por encima del hombro, altivos, creyéndose mejor que yo. Y lo son.

Paranoia, lo llaman los entendidos. Yo, desconfianza. Desconfianza en mi misma, desconfianza en el resto del mundo. Me han herido tantas veces que ya casi no queda nada que sanar. Estoy rota por dentro y por fuera y ya no tengo ganas de luchar. ¿Para qué? ¿Para ganar una mísera batalla y perder una guerra tras otra?

Niebla, esa que tiene su propio eco y que ahuyenta todo lo demás. Ya no queda nada, solo las voces que me susurran en la niebla, al compás de un irreal pensamiento, un fantasmagórico pensamiento que me acompaña allá donde esté.

Una voz quejumbrosa que se ha adueñado de mí y que me dice esas verdades que nadie quiere oír. Arrastra las palabras en un discurso pastoso y emborrachado de hiel y rencor, que me pide que devuelva cada golpe, cada humillación, cada herida.

Esquizofrenia, la llaman los entendidos. Yo, conciencia. La conciencia de mi misma, la conciencia sobre el resto del mundo. Esa voz es la única que me conoce, que me entiende, que se atreve a decir lo que yo nunca me atreveré a hacer, porque soy una cobarde, y así se encarga de recordármelo cada día.

Niebla que no me permite ver nada más. Estoy atrapada en el espacio y en el tiempo, sin ir a ningún lado, solo ahogada por ese lamento, por mi propio lamento que junto a mi conciencia suenan tan altos y constantes que no me dejan reaccionar. Y tampoco quiero, me niego a caminar o a volar. Solo quiero dormitar, soñar, quizás para siempre. ¿Por qué no? ¿A quién le iba a importar?

Niebla… solo y únicamente niebla.

María de las Nieves Fernández,
autora de "Los ojos del misterio" y "Confluencia".
@Marynfc
Los mundos de Nieves.
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MISMO CORAZÓN


Quizás empezaron a comprender que lo mejor era no hablar. Dejar el tiempo correr y que ellos dos también corriesen. ¿Misma dirección o dirección contraria? Siempre fueron un misterio sin resolver, una investigación abierta. Dos almas libres atadas a dos realidades distintas. Camuflando sentimientos entre miradas, fingiendo sonrisas y conteniendo deseos. Deseando besos y jadeando momentos que nunca llegaron. Los dos esperaban. Optaron por esta tontería de que las cosas deben surgir, olvidándose por completo que las cosas importantes son las que se intentan. Ninguno habló y la vida calló. Para siempre. Ahora se ven y ni se saludan. Tomaron caminos distintos y decisiones erróneas; optaron por los abrazos fingidos. Ahora se ven y no se miran, se oyen pero no se escuchan. Que no son capaces de aguantarse la mirada, dicen.
Vidas distintas pero mismo corazón. 
Serán cobardes. 

Titanium.
@blancadepaco

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PARAFRASEANDO EL DEVENIR

Imagen: Elena Zendrera.
Tengo ganas de ti. Porque respiro y la angustia 
se transmuta en miedo. Y el miedo no 
se escapa a mi compromiso de querer ser 
cada día menos cobarde.

Me da miedo escribirte. Escribir sobre 
ti. Podría imaginarte otra, 
como intacta y platónica, imaginarte 
lejos para que esto nunca te tocara.

Pero estas aquí y escribir(te) es 
precisamente acercarme a ti. 
Es desear encontrarte tumbada en 
algún rincón, a solas, ahí leyendo o 
haciendo lo que te apeteciera. 
Escribir(te) es permitirme el 
miedo de desearte, de echarte de 
menos, de que hagas lo que se 
escapa de mis interpretaciones.

Escribir(te) es tocar lentamente 
tu cuerpo, tu piel húmeda por 
el calor, el sol y el silencio. Estar
cerca y quedarme un rato viviendo 
en tu corazón. 
Me gusta vivirte desde lo lento 
nunca antes te había vivido así.

Escribir(te) me da vértigo, porque 
el vértigo me recuerda que 
hay un suelo en el que estoy 
apoyando los pies y que el miedo 
a caer hace que me aleje de él.

Patricia Bertolín.
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EL ENEMIGO NÚMERO UNO DE LA ESPIRAL DEL SILENCIO



David Bowie (1947-2016)

El cambio. Creo que es una palabra en la que encaja David Bowie. Y pienso escribir de Bowie en presente sin ningún iba -ni IVA- ni pretérito por el camino, porque este tipo de cambios nunca mueren, tan sólo se transforman como la misma energía. Ahora debe de estar en ese sitio celestial con tantos otros celestes que disfrutan de su música, que es, reitero una vez más, la música del cambio.

Guardaba yo un secreto. Hasta ahora, que lo desvelo. Los futboleros sabrán que el Liverpool y tantos otros equipos más de las islas británicas, salen al match, al partido, con el eterno You'll never walk alone inyectado en vena, antes de que el árbitro pite y el balón corra. Pues yo no he sido futbolista, sino más bien un estudiante empedernido y mis partidos han sido los exámenes, mis árbitros los profesores y mis balones los bolígrafos. ¿Qué me olvido en tal comparativa? Ah sí, mi chute inspirativo inyectado en vena: el Heroes de Bowie. Habré hecho -calculando y redondeando- unos 200 exámenes en mi vida. Si la memoria no me falla en ninguno se me ha olvidado el ritual: el Heroes de Bowie enlatado en mis auriculares por los pasillos de mi instituto y de mi universidad era mi particular You'll never walk alone. Una y otra vez...Una y otra vez...Esa canción como tantas otras de Bowie me inspiran una y otra vez...Changes, Lady Grinning Soul, Ziggy Stardust, Space Oddity, Life on Mars...

¿Por qué me inspira Bowie? ¿Por qué jamás lo he aborrecido? Seré pesado pero creo indispensable insistir: porque Bowie es el cambio. El cambio musical, pero también el cambio filosófico. Este paleta y pintor de la melodía es diferente al establishment y no sólo ha luchado por serlo sino que lo ha logrado. Sus notas chirrían entre todos aquellos que no quieren salirse del perímetro. Escuchar un disco de Bowie, ya sea Aladdin Sane, ya sea Diamond Dogs, es escuchar el cambio, es decir, algo distinto, es decir, algo nuevo, es decir, algo incómodo para los cobardes y estimulante para los valientes. Y es que para los valientes el cambio nunca falla ni te abandona. Lo he podido comprobar yo mismo en mis días de jaqueca y en esos días en los que todos -hasta tus más cercanos- te parecen monstruos a matar en la pantallita en la que juegas: escuchar cualquier canción de David Bowie no sólo te quita la jaqueca sino que te la transforma en electricidad para dejar en Jaque Mate a aquellos que dicen Sí o No con tal de no separarse del grupo, es decir, para dejarlos con su Reina de lógica maniatada y su Alfil de gustos perdidos.

Bowie es y será el enemigo número uno de la Espiral del Silencio. Y su música escala y escalará sobre la Espiral del Ruido, que es y será la del Cambio. Muchas Gracias Maestro por ser mi chuleta audífona, mi inspirador acústico. Y es que todos deberíamos y debemos ser algún día Heroes...

D.E.P.
Daniel Arrébola.
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¿QUÉ SERÍAMOS SIN ELLA?


Hay que pensar en la vida como esa perfección absoluta que nos ha tocado vivir. Aprender a valorar los pequeños detalles que nos hacen ser mejores. No os estoy hablando de si os toca o no la lotería, de si el amor está de vuestro lado o si de hoy llueve a pesar de no llevar los zapatos adecuados.

Os hablo de esos sorbos de café caliente que puedes disfrutar un sábado por la mañana cuando todos duermen, de cuando sales a dar un paseo y miras al cielo dejando que los rayos acaricien tu piel. Hablo de entrar en una librería y encontrar el libro que andabas buscando, de coger el coche a no sé dónde y dirigirte a ningún lugar, a cantar en la ducha, a encontrar los vaqueros perfectos o mejor, de comer helado en invierno. ¿Veis? Todo eso depende de uno mismo, de nadie más. Basta de poner tu felicidad en los labios de alguien. El mundo es tuyo. Disfruta de los momentos que te da la vida, son vitaminas para sobrevivir en las fatídicas gripes de emociones. Vive, baila y besa. Apuesta aunque pierdas, llora y ríe; siempre en ese orden.

No penséis en lo que os sucede, pensar siempre en vosotros y en vuestra actitud. La vida aunque a veces parezca puta, es perfecta. Nosotros somos quienes la fastidiamos, quienes hacemos daño, quienes destruimos. Y eso no es propio de nosotros. Lo propio es amarla, disfrutarla. Porque al fin y al cabo, ¿qué seríamos sin ella?  

Titanium.
@blancadepaco

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POEMA XVIII


Se confunde mi piel en la tuya 
y se pierde la distancia 
entre caricia y caricia 
y pequeños pedazos rotos 
de lo que existo contigo. 
Lo bueno de la poesía 
es que me permite recomponer 
mi alma fragmentada 
para que vuelva a ser yo: 
yo dispuesta a ser rota de nuevo 
una luna cualquiera a tu lado.

Alba Comas.
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SOMBRAS


El sol despuntaba en la colina más alta del pueblo, amanecía tarde aquel día frío de invierno, saqué lo pies de debajo del edredón de plumas y luego el resto del cuerpo, deslizándome hacia el suelo como si estuviese aun dormida, con unos calcetines blancos bien gruesos, para no tener que dar aún los buenos días a las baldosas con los pies, fui hasta el baño y puse la bañera a llenar mientras me arreglaba los rizos, a pesar de que mi pelo estuviese sucio hoy no era el día de lavarlo, la hipotermia no me resultaba atractiva. Una vez dentro de la bañera me senté y me abracé las rodillas, pensaba en el largo día que me esperaba, todo lo que tenía que hacer era ir a clase pero el tedio era insoportable, la gente gritando, los profesores fingiendo que la falta de atención no les afecta en absoluto, fingiendo que con mil y poco de sueldo al mes está pagada la carga emocional que conlleva que nadie te haga ni puto caso. Cotorreos incesantes de pasillos y pupitres sobre chicos y chicas y sus obvias cualidades físicas tanto positivas como negativas, nadie se atrevía a aventurarse en conocer, no cometerían el gran error de pensar que importa lo de dentro.

Me salí de la bañera ya más malhumorada que conforme, me sequé, me vestí, cogí mis cosas y empecé a caminar. Vivía en un pueblo ‘pequeño’, bastante extensión pero pocos habitantes, para llegar a clase solo tenía que caminar una media hora a través de bosque y prado, inicié la ruta saliendo de mi barrio hacia el bosque, pensativa, pensaba en lo caótico que era el mundo, lo increíblemente complejo que podía llegar a ser y lo simples que eran las personas. Aunque yo era lo que se considera una de estas personas con mucha vida interior y don para la observación pero sin ningún interés por contar lo que ven o lo que sienten, simplemente adoraba la belleza de mi entorno y cuidaba lo que creía que merecía la pena cuidar, y en mi lista de cosas a proteger pocos eran los nombres de personas.

Mientras caminaba pensaba en la profundidad del océano, en el color del mar, en la fuerza del viento y el tiempo, el mundo era un lugar para contemplar, tormentas, huracanes, rayos, eclipses, mareas, lluvias de agua y de estrellas, bancos de nubes y de peces, verde hoja caduca o verde hoja perenne, la palidez de la luna y el calor del sol, noche y día, y a pesar de que la naturaleza se compusiese de una casi dualidad para mí todo era luz, oscuridad y, entre ambas, sombras.

Oí algo detrás de mí, el crujido de una rama y una respiración grave y profunda, giré mi cuerpo muy despacio, a pesar de que mis piernas decían corre, mis ojos decían espera, y me di la vuela muy poco a poco, una manada de lobos de color castaño y mirada nada amable me daba los buenos días. Mis piernas tomaron el control y corrí hacia la única dirección hacia la que tenía opción de correr, oía cómo se acercaban cada vez más rápido a mí, cómo sus cuerpos diseñados para atrapar y desgarrar ganaban en velocidad al mío que ni siquiera sabía muy bien para qué estaba hecho, la evolución nos la había jugado muy fea ya hace miles de años, corrí y corrí, y cuando parecía que ya no me seguían volví la cabeza hacia atrás, mi corazón latía como cien de los suyos al mismo tiempo, el bombeo movía no solo mi pecho sino todo mi cuerpo, tomé una bocanada de aire y salí de mi lento pestañeo, la nariz del lobo alfa estaba a tan solo cinco centímetros de la mía, y lo único que hizo fue gruñir de una forma tan agresiva y dominante que di un salto hacia atrás, tropecé y caí sobre miles de flores de acónito común, desmayada. Y nunca volví a salir. Mi muerte fue una sombra.

Alba Ferrer. 
@dihiftsukai
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SIEMPRE ACABARÁN VOLVIENDO


Al final, todo acaba y vuelve a su sitio. Y con esta simple frase podría resumirse la vida. Quiero decir, todas esas lágrimas que caen acaban desapareciendo. Incluso la sonrisa que se te borra de la cara por un tiempo, acaba volviendo. Como esos amantes que se despiden entre kilómetros sabiendo que deben volver a sus puestos, o las familias después de los reencuentros. Y por supuesto, la famosa rutina. La maldita siempre acaba volviendo.

Definitivamente, todo acaba y vuelve. Como las Navidades, el verano y el frío. Un círculo perfecto que se repite continuamente. Lo difícil es saber encontrar tu sitio en esta rueda de la vida. Eso es lo más complicado. 

El saber volver a aquellos lugares donde has sido feliz, a los besos puros, a los abrazos eternos, a las personas que te quieren, el saber poner en su sitio a las que no, volver a ese rincón y darte cuenta de como ha cambiado todo, sobre todo tú. Desconectar de todo, desaparecer y lo más importante; saber volver a ti. 

Por eso, cada vez que esos amantes se despiden no les duele. Son capaces de sonreírse con la cabeza bien alta, abrazarse y desearse lo mejor. Porque saben que algún día las dificultades acabarán y que todo volverá a su sitio. Ella con él y él con ella. ¿No es eso la vida? Poner a cada uno en su lugar, sea cual sea.

Titanium.
@blancadepaco
http://titaniumrules.tumblr.com/

 
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