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LA SOMBRA DE PAUL


Todo el mundo tiene secretos. Y placeres. Y vicios. Y obsesiones. Noa tenía algo que juntaba en uno esos cuatro elementos: la mala costumbre de seguir a completos desconocidos por la calle durante horas. No se vaya a pensar mal, a parte de este pequeño detalle, Noa era alguien de lo más normal. Odiaba los lunes y el olor fuerte y amargo de los puros; el mundo desaparecía cuando un trozo de chocolate se derretía en su lengua; por otro lado, no era muy amante de los deportes, en general; siempre había estudiado lo justo para raspear el cinco, aunque cuando algo le apasionaba solo existía para eso y, como el resto de mortales, cuando una canción le gustaba en especial, se podía tirar largos días escuchándola en bucle. Sin embargo, lo que la sacaba de esa masa gris uniforme era ese divertido juego que  ella misma había bautizado con el nombre de “la sombra de Paul”. 

Como todos los grandes hallazgos, Noa se descubrió en esta costumbre de seguir a la gente por pura casualidad. En fin, está claro que todos tenemos pequeñas manías por las que mucha gente nos reconoce, lo más curioso es que generalmente nosotros mismos tardamos en darnos cuenta de que forman parte de nuestro ser. ¿Desde cuando tienes ese tic en el ojo?, ¿Por qué siempre miras hacia el suelo cuando esperas el ascensor?, ¿No te das cuenta que tus palabras van siempre acompañadas de un largo “eeeeeeemmmm…”? Preguntas como estas son las que nos hacen abrir los ojos y aceptar que siempre nos quedan cosas por descubrir de nosotros mismos. El caso de Noa era distinto, difícilmente alguien se daría cuenta de esa manía, pues cuando seguía a alguien lo hacía de un modo tan natural que a ella misma le costó darse cuenta de ello. Siempre había pensado que le encantaba callejear, ir paseando acompañándose de los pensamientos más livianos y menos trascendentes que su mente pudiese producir: ¿a qué huelen las nubes?; ¿qué nombre es el apropiado para un caracol?; ¿qué crece más rápido, la nariz o las orejas? Y mientras ella buceaba en estas nimiedades sus diez dedos de los pies iban salpicando las estrechas callejuelas de la ciudad de pequeños y alegres saltitos adolescentes. Si por un segundo las tornas hubiesen cambiado y hubiese sido un desconocido el que la siguiese a ella, posiblemente le hubiese dado la impresión de que iba con los ojos cerrados, o bien, que sus ojos carecían de mirada, como si el rumbo que tomaba al caminar no lo escogiese ella, como si su cuerpo fuese arrastrado por algún tipo de ser invisible que ella desconocía bien. La sensación que daba a ojos de un tercero era la de estar dejándose llevar por algo, difícilmente alguien la hubiese acusado deliberadamente de estar siguiendo a otra persona, ni siquiera el que era seguido se daba cuenta de ello. 

El teorema de Pitágoras o el sindrome de Down son solo dos de los modelos epónimos que Noa siguió al nombrar su juego. En uno de sus largos paseos de repente bajó de las nubes, conectó con sus pies y con el suelo que pisaban; sus ojos, aunque nunca habían dejado de ver, empezaron a delimitar y a dar nombre a los objetos que la rodeaban: un parque, un árbol, un estanco… no obstante, en ese momento de lucidez Noa era incapaz de ubicarse, no sabía cómo o qué la había llevado hasta allí, tenía la sensación de que algo la había mantenido completamente ocupada y obnubilada durante todo el paseo, pero no lograba recordar el qué. De repente una figura de metro ochenta resquebrajó el paisaje en dos, a pesar de que se encontraba de espaldas y Noa ignoraba por completo de quién se trataba, algo en ella encendió un interruptor. Se dio cuenta de que llevaba más de una hora siguiendo a ese individuo, durante todo ese tiempo había estado jugando a ser su sombra y se había limitado a pisar donde él pisaba mientras su cabeza jugueteaba por algún lugar lejano. Cuando la figura del hombre giró, los ojos de Noa fueron a posarse directamente no en su cara o sus ojos, no en su pelo alborotado, sino en el divertido dibujo de su camiseta: un extraterrestre de color verde chillón acompañado por cuatro mayúsculas que dejaban ver el nombre de Paul. 

Esa vez fue la primera que Noa se dio cuenta de su manía, posiblemente fuese porque se sintió perdida al conectar con lo que los adultos o descoloridos llaman “el mundo real”. No se dio cuenta de que su persecución le había llevado a coger un tren de cercanías y pasear por  callejuelas de las que ignoraba su existencia. Ella había sido la sombra de Paul y para poder volver a su casa tuvo que hacer llamadas, preguntar un total de 17 veces hacia dónde tenía que ir y derramar 9 lágrimas en el momento de máxima desesperación. 

Actualmente Noa siempre lleva un mapa en el bolsillo, un par de paquetes de galletas, una botella de agua y una alarma cada treinta minutos que dice “posiblemente vayas detrás de algo”. 

Sara C. Labrada.
@sarazamz

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ESCRIVIVIENDO


Adoro escribir porque es como si pudiese reanimarte en estas líneas, volver a crearte, como si pudiese revivir cada momento; tú, yo, contigo. Escribiendo de tu sonrisa puedo llegar a oír la melodía de tu risa, vestir de tus trajes y enamorarme mil veces de ti. Supongo que es lo que me permite transportarme de una forma inmediata al sabor de tus labios y al olor de tu pecho. Recordar cada despertar protagonizado por mil caricias y abrazos, cada beso de buenas noches y cada sonrisa de buenos días. Y todo eso escribiendo. Pero lo mejor es poder dejar la tinta a un lado y reunirme con tus ganas de tenerme, con tus silencios y con tus chistes. Fundirme con tu cuerpo y hacer realidad todos esos planes que surgieron a raíz de una absurda casualidad de la vida. Darme cuenta que lograste que todo se hiciese realidad; cada verso y cada poema.

Blanca de Paco.
@blancadepaco
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JUAN ESLAVA GALÁN


Con la tranquilidad que caracteriza a un Doctor en Letras y Premio Planeta (entre muchos otros premios) en 1987, nos recibía hace unos días Juan Eslava Galán por la presentación de su nueva novela La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos. 

Víctor González: Dicen por ahí que la Historia siempre está escrita por los vencedores para ser leída por los perdedores. ¿Qué te mueve a escribir desde la otra cara de la Historia, la que nunca nadie toca, esa intrahistoria tan de Unamuno, la de, como tú bien dices, la gente corriente que no parece hacer historia?

Juan Eslava Galán: Claro. Siempre enfocamos la historia desde el punto de vista de los reyes, las batallas, lo glamuroso en definitiva. A mí me interesa mucho la gente que la padece, aquellos que padecen las decisiones de los que están arriba: el alemán que padece las decisiones de Hitler o el ruso que de repente se ve invadido y tiene que defender su patria. Yo suelo usar la anécdota, cuando esta es significativa, para explicar las cosas de forma más clara y amena. Por ejemplo, si tengo que decir una de las causas, no la principal, de que los alemanes pierdan la guerra está en su exceso de tecnología. Como tienen muy buenos ingenieros, mejores que los aliados, empiezan a hacer armas que para ellos van a ser decisivas. Muy bien, pero la guerra se va a acabar antes de que tú tengas esas armas dispuestas. ¿Cómo pongo entonces un ejemplo que sea vistoso? Pues cojo el ejemplo del submarino más moderno, que es el U-1206, y que se hunde porque el comandante tira de la cadena del retrete y hay un fallo de válvulas. 

VG: Has dicho en alguna entrevista que para ti la Primera y la Segunda Guerra Mundial son la misma guerra con un interludio entre ellas. ¿Por qué empezó todo? ¿Crees que podría haberse evitado o era algo ya incontrolable?

JE: Realmente es así, es la primera guerra con un descanso. Es muy difícil decir que se pudiera evitar. Todas las guerras se supone que se podrían evitar. En este caso, hay que tener en cuenta que Alemania no existe como tal país hasta mediados del siglo XIX, antes de ello había muchos principados alemanes, treinta y tantos. Mientras que el Reino Unido, Francia o España existen como tales desde el siglo XVI. A estos países les ha dado tiempo de hacerse con imperios coloniales, lugares de donde extraen riqueza, materias primas, etc. Alemania llega, se hace un país técnicamente muy poderoso, pero no tiene imperio colonial. Quiere tenerlo y para eso hace la Primera Guerra Mundial, precisamente para buscar conseguirlo. Le sale mal. En la Segunda Guerra Mundial ya hay dos causas. Por una parte, sigue siendo lo del imperio colonial pero ahora Hitler, en vez de buscar arrebatar los imperios coloniales de los otros países lo que piensa es invadir Rusia y hacer su imperio colonial a costa de la Unión Soviética. Y la segunda causa es que la Primera Guerra Mundial se cerró con el Tratado de Versalles que fue absolutamente abusivo para Alemania y tenían que sacarse esa espina. 

VG: Ya que tenemos delante a un amante empedernido del misterio, nos gustaría que nos intentases resolver esa incógnita que todos tienen en sus cabezas de cómo un hombre de unos 30 años, sin oficio ni beneficio, de origen humilde, pintor fracasado, etc., como Hitler, pudo echarse a toda una nación convencida a sus espaldas. ¿Tanto poder tiene la oratoria?

JE: Bueno, yo creo que fue una combinación. Por una parte, él tenía unas ideas muy simples pero que se adaptaban muy bien a cierta parte más simple del pueblo alemán, la de que nosotros somos los más guapos, la raza aria, estupendos, necesitamos un imperio donde extendernos, etc. Y luego un poderoso aparato propagandístico a su servicio. Nunca lo pensamos pero toda la propaganda política moderna es una invención de Goebbels, sobre todo a través de la radio. La radio se desarrolla en los años 20 y en los 30 ya se preocupa Hitler de que en todos los hogares alemanes haya una radio. Por medio de ella él extiende sus doctrinas y discursos, y eso enfervoriza al pueblo alemán. Y luego también hace, que es lo que intento plasmar en las páginas a color, la ópera alemana. De pronto, todas las banderas alzadas y los uniformes acaban convenciendo a los alemanes. Representan una ópera de su propia grandeza, se ven representados en toda esa parafernalia, en ese teatro que lo rodea. Y todo es fruto de la propaganda de Goebbels. 

VG: En el libro cargas con fuerza contra el pueblo alemán, como responsabilizándolo en cierta manera por el ascenso del fascismo. ¿Fue un fallo que cometieron en su libre decisión de voto o la simple necesidad de cambio lo que les llevó a Hitler?

JE: Es evidente que alguien hizo todas esas barbaridades, y fue el pueblo alemán. Ahora es muy fácil decir que lo hicieron los nazis y separar alemanes de nazis pero en ese momento eran la misma gente, aunque ahora ya nadie quiera ser nazi. No creo que pueda decirse que solo fue la necesidad de cambio. De pronto confiaron en ir detrás de este loco, porque estaba loco, aunque al principio no se viera, y se dejaron arrastrar a su perdición. Allí todo se hacía por el Führer, lo habían deificado. Un poco como lo que está pasando ahora y que vemos tan ridículo en Corea del Norte. Nos parece que el tipo es ridículo, y viendo ahora a Hitler en sus discursos también, pero para los alemanes en su momento él era Dios en la tierra, una especie de Jesucristo.

VG: Pones en el pedestal de personajes sangrientos y crueles a Stalin por encima de Hitler. ¿Qué es lo que mentalmente crees que diferenció a estos dos personajes? 

JE: Mató a más gente. Stalin era más inteligente que Hitler. En cuanto a escrúpulos tenían los mismos, ninguno. Al principio de la guerra intentó manipular a los generales, pero cuando vio que esa manipulación era negativa, se supo mantener al margen y dejó que los generales hicieran su trabajo. Hitler no, desde un principio él interviene y los generales deben estar de acuerdo con él, que no tiene conocimientos militares específicos. Con lo cual, de tener los mejores generales, al no dejarlos operar y estar inmiscuido en su trabajo, lleva a Alemania a la derrota.

VG: Comentas también que existe un documento secreto alemán en el archivo americano donde Franco firmó la entrada de España en la guerra a favor de Alemania cuando el país estuviera un poco más recuperado de la Guerra Civil. ¿Tenemos que dar gracias a Inglaterra o a Rusia por haber distraído finalmente a Alemania de su voluntad de dominar Gibraltar?

JE: Bueno, es complejo. En última instancia Franco debe el haber sobrevivido en la Segunda Guerra Mundial a Churchill, porque en las reuniones de Potsdam, las actas están en el libro, se dice: ahora que nos hemos cargado a Hitler le toca a Franco. Y es Churchill el que dice que a Franco no le toca. ¿Por qué? Churchill, que es muy listo, ha visto que viene la Guerra Fría y le interesa que haya aquí un anticomunista, aunque sea un dictador. Si llegamos a entrar en guerra, por supuesto que cae Franco. 

VG: ¿Cómo se documenta alguien que busca esos hechos peculiares y tan escondidos en la Historia?

JE: Yo no lo he tenido muy difícil, la verdad. Llevo desde que soy adolescente leyendo libros sobre las Guerras Mundiales y sobre la Guerra de España. Tengo una buena biblioteca con muchos libros llenos de anotaciones, más la memoria. Además, cada año hago un viaje a campos de batalla de esas guerras o de las guerras napoleónicas y a museos militares. Muchas de las fotos que aparecen en el libro son hechas por mí. Por tanto, la documentación ya la tenía, no he tenido que buscar mucho. Sobre las anécdotas, lo penoso es que he tenido que dejar muchas fuera por la extensión, pero te puedo asegurar que hay muchas más y muy simpáticas.

VG: Te hemos leído decir que para ti la lectura y la escritura nos permiten ensanchar la vida, porque alargarla no podemos; y que, junto con la música, la amistad y el amor, constituyen las formas de relativa felicidad. Tras tus años de experiencia, ¿crees realmente que el escritor escribe para conseguir esa felicidad o que es únicamente por la satisfacción de intentar atrapar algo inalcanzable?

JE: La felicidad siempre es relativa, claro. Siempre intentamos. Tenemos momentos de felicidad, no somos felices. A mí personalmente me hace feliz sobre todo leer, y luego secundariamente escribir. Hago lo que sé hacer y lo que me gusta, sencillamente. 

VG: Conocemos del componente crítico y humorístico que tienen tus obras históricas y por ello nos gustaría saber cuál es tu objetivo al narrar esos hechos desde una perspectiva tan peculiar como es la sátira. 

JE: A mí me ha pasado una cosa, yo nunca he tenido claro a lo largo de mi vida si mi vocación era de novelista o de escritor. Ahora lo que hago es que, cuando escribo un ensayo histórico, uso mis recursos como novelista y eso hace que sea muy riguroso por una parte como historiador pero por otra el novelista acerca mucho más el material al lector.

VG: ¿Qué piensa alguien con un humor tan satírico como tú sobre el terrible suceso que tuvo lugar en la redacción de la revista francesa Charlie Hebdo?

JE: Me parece que es un tema que tenemos que solventar en Occidente. Nos horroriza que de pronto el terrorismo ocurra en nuestra vecindad. Para evitar ese tipo de terrorismo no tenemos más remedio que ceder libertades. Es decir, en Occidente hemos conseguido con las democracias la libertad: libertad de prensa, tú te mueves y no te piden el carné, la policía no va a tu casa ni te vigila, etc. Entonces, para poder seguir la pista de los terroristas hace falta restringir la libertad de todos. Tenemos que dar libertad a cambio de seguridad. Ese es el gran desafío de Occidente: ¿libertad o seguridad? Si quieres mucha libertad tendrás menos seguridad y si quieres mucha seguridad tendrás menos libertad.

VG: Muchos se fascinan delante de tu figura de escritor por ser capaz de escribir tanto en tan poco tiempo. ¿Cuál es el secreto?

JE: El secreto es bastante simple. Yo trabajo ocho horas diarias, como el que está en un banco  o en una oficina. En ellas leo y escribo. Hagamos la cuenta: si una persona escribe tres páginas diarias, que no es romperse la columna vertebral, te salen dos libros al año. Es decir, habría que preguntar a los que hacen un libro cada cinco años cuánto escriben al día o cada cuántos días escriben un folio. 

VG: Dicen que lo que te impulsó en tu carrera editorial fue ganar el Premio Planeta en 1987. ¿Qué opinión merecen, a alguien que ha sido y es respaldado por una gran editorial como Planeta, las editoriales de nuestro país?

JE: Hombre, es un país donde no hay mucho amor por la lectura, por tanto me parecen empresas heroicas. Y luego, efectivamente, lo que es inaceptable es que habiendo tan buenos escritores como hay, yo lo sé porque soy jurado de dos premios y leo a desconocidos, no se les publique porque nadie los conoce. Y entonces nadie los lee. Es una pescadilla que se muerde la cola. ¿Cómo vas a conseguir así que te conozcan? En mi caso fue gracias al Premio Planeta, el cual me proyectó a una serie de lectores que después se han mantenido fieles. Pero eso es lo penoso de esta profesión, ver cómo romper ese hielo del principio. 

VG: Con tantas palabras que debes guardar en tu cabeza por todos los libros leídos y con los años de experiencia que atestiguas, ¿cuál crees que es el futuro de la Literatura? ¿Qué se debe hacer para provocar su resurgimiento?

JE: Yo no veo un futuro malo para la Literatura. A mí me parece que se está escribiendo mejor que nunca. Lo que ocurre es que tendremos que adaptarnos a nuevas formas de comunicación. El libro en papel no va a desaparecer obviamente, pero habrá que decantarse por otro tipo de formas. Hay que adaptarse al futuro.

LIBREGUNTAS:

Libro de papel o electrónico: Papel. 

Narrativa o poesía: Narrativa.

Un libro: Hombres buenos, de Pérez-Reverte.

Un poema: If, de Rudyard Kipling.

Un autor: Arturo Pérez-Reverte.

Un personaje: La Celestina.

Una cita: una de la sabiduría popular y que se puede aplicar muy bien a los políticos: “el que a sí mismo se capa, buenos cojones se deja”.

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TE LO CUENTO A MI SABINA


Saca el pañuelo blanco, Juanito, que el niño asoma la testa.
Le dijo Amparito que casi saca al crío entre el asfalto y la curva.
Pero qué prisas tenía el niño por dar la bienvenida,
Por entrevistarse cuando faltaban aún todas las entrevistas.

Era el tercero y creció en la última fila de las butacas de un barrio obrero.
Heredó unos profesores de segunda mano y amigos nuevos,
¡Otro Arrébola tenemos! Repetía el señor Toledo,
“Voy a cerrar el colegio chaval, vete a otro sitio a hacer el gamberro!”

Y entre papiroflexia mal doblada, entre plastelina mal moldeada,
entre números que restaban, ¡Anda y estudia el bachiller de tu hermana!.
Junta letras que tú para eso tienes mucha labia,
y tus labios a falta de besos ya están curtidos en mil palabras.

Tecleando en el aula el teclado de su cerebro,
se sacó una carrera pero se guardó su miembro.
Y es que a falta de piernas las chicas solo abrían heridas.
Dichosas las letras de niñas bonitas de las “provincies”.

Perdona Arrébola pero guárdate tus clases de Hitchcock,
para ligar conmigo sólo precisas la claqueta de un morreo.
No te olvides de darme un traguito de ese bourbon de pueblo.
Donde pueda ahogarte entre hielos tus urbanos suspiros.

Quítate el tejano de esos viernes de tejados de Razzmatazz,
Ponte el traje de lunes a jueves bajo el hashtag Apetece,
cámbiale a esa hermosa actriz el predicado que la pregunta promete,
¡Guapa, quiero tus verbos y sonrisas para anudarme bien las corbatas!

En San Sebastián o en Cannes se oye el grito ¿¿Queda alguna rubia lista??
Te pongo estrellas y una alfombra roja y una rueda de prensa a la vista,
Preguntarle todo a tu cuerpo y que tus respuestas sean caricias,
alguien sueña con escribir otros versos de tinta más fina...
Le llamaban algo así como Daniel Arrébola,
y te lo cuento a mi Sabina.

D.A.C.
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LIBERTAD


Maldita manía de no dejarse llevar, de hablar por hablar y de juzgar. De etiquetar todo, personas y fotos. Maldita manía de calcular todo, de hablar de otros sin mirarse al espejo. Con lo bonito que es sentirse libre, ir contracorriente; hacer oídos sordos, ignorar los puñales y las miradas tóxicas. Manía de atarse a alguien definiendo antes de sintiendo. Somos protagonistas de invertir orden; de besar antes de sentir, de curarnos antes de ser heridos y de mirar con ojos de cobardía. La vida ya es complicada de por sí como para tener que tener en cuenta las frutas podridas que hay en ella. Dedícate a sentir, a ser feliz y a ser libre. Porque amigos, el ser humano se creó en libertad y todo lo que sea contenido o restringido, hay que mantenerlo lejos. Vive, ríe y sueña, con quien quieras, pero hazlo.

Blanca de Paco.
@blancadepaco
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LA SALIDA DEL SOL (THE SUN RISING)



Tan largas podrían ser nuestras noches juntos como cortas podrían ser las horas de luz que nos separan, pero el infierno está en la tierra, pues los momentos de pasión y risa huyen, mientras los de tedio nos atrapan.

Alba Ferrer.


La salida del Sol
John Donne (1572-1631)

Viejo estúpido y rebelde, atareado Sol,
¿Por qué en esa forma
A través de ventanas y cortinas nos visitas?
¿Deben apresurar tus movimientos las estaciones de los amantes?
Descarado, pedante miserable, ve y engaña
A los escolares rezagados, a los huraños principiantes,
Ve y diles a los cazadores de la Corte que el Rey cabalgará,
Diles a las hormigas del campo que inicien su cosecha;
El amor, de todos modos, no sabe de estaciones, ni tampoco de clima,
Ni de horas, días o meses, esos andrajos del tiempo.

¿Tan fuertes y temidos imaginas tus rayos?
Yo podría eclipsarlos y nublarlos con un guiño,
Pero así perdería demasiado tiempo sin verla:
Si sus ojos no han cegado los tuyos,
Mira, y mañana, al caer la tarde, dime,
Si las Indias de minas y de especias
Están en su justo sitio o yacen aquí, conmigo,
Pregunta por los Reyes que ayer viste
Y habrás de escuchar: el Universo yace aquí en un mismo lecho.

Ella es todos los Estados y yo todos los Príncipes,
Nada más existe.
Príncipes hay pero nos engañan; reflexiona sobre ésto:
Todo honor es teatro, toda riqueza alquimia.
Tú, Sol, arte a medias, serías tan feliz como nosotros
Si en tal forma se redujera el mundo;
Tu edad pide reposo, y ya que tu deber es
Calentar el mundo, en nosotros ese deber lo cumples, nos calientas.
Brilla aquí por nosotros, y tu arte reinará en todas partes;
Este lecho es tu centro, estas paredes tu esfera.


The Sun rising

Busy old fool, unruly Sun, 
Why dost thou thus,
Through windows, and through curtains, call on us ?
Must to thy motions lovers' seasons run ? 
Saucy pedantic wretch, go chide 
Late school-boys and sour prentices, 
Go tell court-huntsmen that the king will ride, 
Call country ants to harvest offices ;
Love, all alike, no season knows nor clime,
Nor hours, days, months, which are the rags of time. 

Thy beams so reverend, and strong 
Why shouldst thou think ?
I could eclipse and cloud them with a wink,
But that I would not lose her sight so long. 
If her eyes have not blinded thine, 
Look, and to-morrow late tell me, 
Whether both th' Indias of spice and mine 
Be where thou left'st them, or lie here with me.
Ask for those kings whom thou saw'st yesterday,
And thou shalt hear, "All here in one bed lay." 

She's all states, and all princes I ; 
Nothing else is ;
Princes do but play us ; compared to this,
All honour's mimic, all wealth alchemy. 
Thou, Sun, art half as happy as we, 
In that the world's contracted thus ; 
Thine age asks ease, and since thy duties be 
To warm the world, that's done in warming us.
Shine here to us, and thou art everywhere ;
This bed thy center is, these walls thy sphere.
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GANO O GANAS


Ganas de fundirse con las nubes, de volar alto sin miedo a caer. De sentirse valiente. Ganas de ignorar las malas lenguas, a todo aquel que quiera batalla. Ganas del "yo, mi, me, contigo", de sentirse bien, completa y fuerte. Ganas de huir de cualquier demonio, de creer en ti; de volar a cualquier playa con un buen libro y el sol. Ganas de una misma; de café y pocos lunes. De cumplir sueños y de regalar sonrisas. Y por supuesto; ganas, ganas eternas de ti. 

Blanca de Paco.
@blancadepaco

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NAZCO CONTIGO


– «Para mí, un texto solo es urgente si es desgarrador. Si desgarra el corazón. Si nos empuja más allá de nosotros mismos.»

– No sé, quizá al decir esto suene algo radical, pero creo que un texto no es más que un puñado de palabras que algunos, impacientemente, amontonan sobre folios en blanco, superficies que juzgan como alarmantemente vacías. Hay quien no se da cuenta de que de esa desnudez del espacio, de la página en blanco emana el silencio. ¿Que qué es el silencio? A saber. El silencio es la Nada y es el Todo, que no son más que hermanos gemelos. Si lo piensas bien, la Totalidad, el Universo solo se despliega como tal sobre el silencio, sobre el vacío. Para ser se necesita, en primer lugar, no ser. El silencio, pues, el vacío, es necesario para que venga todo lo demás. El problema, por señalar algo o a alguien, es que a la mayoría nos aterra el silencio, nos aterra existir.

El silencio, Hélèn, es una sonrisa irónica que viene del pasado y nos mira desde el futuro; es un mudo que habla con la mirada. Es agua clara, día de lluvia y barro, olor a menta que ensancha tus pulmones.

Una palabra se asoma al mundo a través de tus labios, es un recién nacido que se lanza a volar, tratando de convertirse en imagen o en idea – porque está claro que una palabra jamás se conformará con ser solo eso, palabra, borrones de tinta o de sonido que mueren justo después de haber nacido –, una palabra aspira a encontrar a quien la escuche o a quien la lea y trata de quedarse dormida en el pecho de quien la juzgue como verdadera. Pero, desgraciadamente, nada más lejos de la realidad, amiga mía. Es cierto, la palabra y su sonido planean desafiando a la gravedad uno, dos o tres segundos como mucho, pero luego caen precipitadamente contra el duro suelo, o la mesa, o contra uno mismo y estalla en mil pedazos, se desgaja en cientos de pequeños fragmentos afilados que cortan como el cristal lo hace en enero. Y rasga el vacío, mata al silencio al mismo tiempo que ella muere. Y muere porque no ha cumplido con su cometido. ¿Que cuál es su cometido? Ser la realidad. Para ser se necesita vibrar, vibrar con intensidad. Y hay palabras más vacías que el silencio.

Venga, Hèlen, no me mires así. Sí, ser la realidad. Una palabra no pretende traducir la realidad; vamos, una traducción es una copia, mímesis del mundo. A lo que ella realmente aspira es a ser el mundo, a ser el original. Y cuando digo palabra, entiéndase que hablo del lenguaje mismo. Pobres palabras, son solo un puñado de adolescentes con buenas ideas, pero sin recursos. Una pobre casita de paja que se desmorona con el viento ¿Es que no saben que la realidad no existe? Sí, yo también me agobio cuando se habla de este tema, y por mucho que trato de evitar este discurso a veces se cuela entre mis dientes o en los bolsillos de mi pijama. Sé que puedes comprenderme. Cuando te preguntas por la realidad de golpe todo parece caótico, desbordante y te hace poner en duda incluso la existencia del suelo que pisan tus zapatos. De repente todo queda en el aire y el aire se queda sin oxígeno. Y te das cuenta de que tú ya no respiras, sino que el Universo es el que te respira a ti. En fin, no sé, el caso es que si partimos de la base de que lo que conocemos como realidad no es más que un simple arbitrio, la vida acaba pareciéndose a una lacónica carcajada maliciosa que invita repentinamente a un llanto desconsolado, a una profunda incomprensión de la existencia.

Y bueno, eso, lo que decía. Que lo que conocemos como realidad solo es la última capa de una cebolla, y que las palabras lo único que hacen es enmarcar un trozo bien pequeño de esa última capa, o de esa realidad, o como tú lo quieras llamar. Es decir, estamos claramente delimitados por nuestros sentidos a la hora de interpretar lo que nos rodea (interpretar, que no conocer); y esto queda aderezado por el hecho de que el único modo de describir esa limitación es haciendo uso de un instrumento que enmarca, copia, trata de traducir, y que, en última instancia, no es nada por sí mismo, sino por lo que significa: la palabra. Así que… con que un texto es desgarrador, ¿eh?

[…] Oye…, Hélèn…, no sé a quién pretendo engañar con todo este discurso. Ayer me rompí. Me rompí de verdad. Sé que sueno a loco, que mi piel sabe a loco. Pero ayer me encontró un poema; sí, me encontró él a mí, pues no lo andaba buscando y desconozco bien su autor. Me encontré, entre papeleo viejo, un poema que decía: No haces más que decirme adiós/ me das suavemente la mano/ y sin embargo, yo solo oigo hasta luego. / No te vayas, si aún no has venido./ Siempre voy yo, siempre fui yo./ Y ahora no soy/ más que un tic tac irrefrenable/ una paciencia partida/ un corazón que late deprisa,/ que no va a ningún lugar./ Por qué me miras así./ Por qué me besas así./ Por qué tu ausencia es tan presente/ y sin embargo el resto de la gente/ sobra por doquier. Lo leí. Lo viví. Fui él mismo. Y de pronto sentí su olor, el de ella, sentí la ausencia de su mano y el destierro de mis ojos en su cuerpo. Supe que la echaba de menos. Todavía. Supongo que sí, que de algún modo, las palabras, sin pedir permiso, fueron acariciando mi piel, primero suavemente, para, después, ir rasgando, adentrándose en mis poros, convirtiéndose en mí. Vibraron, conectaron conmigo, con mi frecuencia. Yo fui las palabras, te lo juro. ¡Y tanto que me empujaron más allá de mí! Más allá de mi yo superficial, de ese yo que se reconoce, únicamente, ante un espejo. Me llevaron al centro de mi ser, que no es otra cosa que el mismo centro del Universo. Las palabras, Hélèn, me han dicho desde dentro de mi piel que somos pequeños fractales del Cosmos. Así que sí, ese texto, para mí, fue realmente urgente. ¿Pero qué querías que te dijese, si tengo miedo? ¿ Acaso tú no andas buscando excusas para lo inexplicable?

Quizá sea cierto, la palabra también es vida, entidad creadora.

Sara C. Labrada
@sarazamz
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DESDE LAS NUBES


Me gusta soñarte porque así sé que estás conmigo, que no te has ido, que sigues respirando a mi lado. Te has convertido en un fabuloso veneno que corre por mis venas, no estás aquí y aún así; me das vida. Te fuiste hace un tiempo, y no de mi lado, si no, de todos lados. Desapareciste, te fundiste con las nubes y dime amor, qué le contesto a mis labios que no dejan de preguntar por ti; por tus besos, por la melodía de tu risa y por tus manos recorriendo las mías. Dime amor, cuéntame que tal se ve todo desde ahí arriba. ¿Me ves bien? Si no es así, dime dónde quieres que vaya para que puedas poder mirarme durante toda la eternidad de la misma forma que yo haría. Cuéntame cosas; si me echas de menos de la misma forma desgarradora que yo siento, si tienes tantas ganas como yo de encerrar este dolor protagonizado por tu ausencia… Dime lo que quieras con tal de que mis oídos puedan volver a escuchar tu voz. 

Blanca de Paco.
@blancadepaco
 
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