Anoche pensé en ti
mientras doblaba mis sentimientos
para ordenarlos un poco.
Me molesta el desorden
que me provocas,
aunque a veces sólo quiero que me desordenes.
Si me miras despacio
verás cómo la Luna se esconde en mis ojos.
Soy luz en las tinieblas,
para ti,
si me miras.
A fuego lento me quemo despacio
mientras me tomo el café de las nueve,
caliente y amargo,
como tu silencio a ratos.
A fuego lento ardo en tus ojos
cuando leo las intenciones
que se te dibujan en la cara.
Me quedo sin palabras,
esas que tú nunca usas,
pero te leo entre líneas
como si fueras un libro.
Mi favorito.
A fuego lento me derrites
cuando me escribes tuya
entre las páginas del libro que no eres,
desnudándome de sueños
entre ficciones de realidad en clave.
Me reduzco a cenizas
para resurgir cual ave fénix,
y que me derritas de nuevo
sin siquiera tocarme.
Andrea.
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