"El
arte imita a la vida y la vida imita al arte. El arte funciona como un reflejo
de lo que realmente estamos pensando y, en muchos casos, la religión funciona
de la misma manera. Es un reflejo de preguntas para los que seguimos clamando
respuestas".
Para los
que seguimos clamando respuestas. En este grupo se encuentra Dan Brown. Y
también Robert Langdon.
Brown
vuelve a la carga con el archiconocido Robert Langdon en busca de respuesta a
esas preguntas, unas preguntas que nunca nadie hubiera imaginado con respuesta,
preguntas cerradas, a las que nadie tenía permiso a entrar. Pero Langdon entra,
como una marioneta dirigida por unos dedos cargados de magia, dedos
pertenecientes al escritor que ostenta el privilegio de contar con un libro
inserto en el selecto club de los 10 más vendidos de la Historia. Entra en esas
preguntas, indaga sobre sus respuestas, y no cesa hasta encontrarlas. Con una
voluntad equiparable a su rechazo a los espacios cerrados, Robert Langdon se
introduce en las más secretas instituciones que rigen el planeta, levanta la
tan maquillada alfombra que las guarnece y ahí, encubierto, encuentra los
desechos, los secretos, los planes ocultos que sobrevuelan nuestras cabezas con
el riesgo de caer y salpicarnos, a los que nadie tenemos acceso ni
conocimiento.
En
Inferno, Dan Brown sitúa a Langdon en Florencia, sin conocimiento del por qué
se encuentra en esa ciudad, con un disparo en la cabeza y sin recuerdos
aparentes de las últimas horas. Desde ese momento en el hospital irá de la mano
de Sienna Brooks, una joven con una inteligencia fuera de lo común, quien le
guiará, le servirá de sustento y le ayudará en todas las trabas e impedimentos
en los que se encontrará Robert, los cuales serán cuantiosos. Aquí empezará una
historia de huidas, persecuciones incansables, asesinatos, muertes, pero
sobretodo Historia. Langdon nos cargará a sus espaldas y nos llevará allá donde
él vaya, pero siempre dándonos clases gratuitas de Historia, de Arte, de
Literatura. Cada página será un constante aprendizaje lo que hace a la obra de
Brown aún más maravillosa, ya que tiene el conocimiento exacto de las
cantidades a introducir en la coctelera que sustenta su cuello para, de esta forma, ofrecer al
lector una copa en formato papel combinando: el aprendizaje ilimitado con esa
pincelada de magia, de sabor. Esa pincelada que engancha, dejándote deseoso de
más, de siempre más; esa pincelada que define a Dan Brown.
Como en
todas las demás obras la simbología cogerá el papel principal, irá guiando a
Langdon por los caminos más extraños del mundo del Arte siguiendo los pasos
marcados por Dante Alighieri en su poema “Inferno”. Un poema que habrá servido
de influencia para algo terrorífico que nadie podría llegar a
imaginarse y que podría llegar a afectar a todo el mundo. Algo creado por un
genio de la ciencia trastornado, creado como solución al problema de la
superpoblación, creado para mejorar la vida en la Tierra… o quizás para
destruirla.
En
definitiva, un libro que sigue la estela de las demás obras de Dan Brown, con
su exquisitez en la distribución de los capítulos, reflejando el intenso
estudio llevado a cabo por el escritor y que ya se ha situado en la cabeza de
los libros más vendidos. Ha dejado a muchos lectores ciertamente insatisfechos,
quizás por el exceso de giros en la historia, de sorpresas tan radicales; o
quizás porque hay demasiada sencillez en lo relacionado con el simbolismo: un
exceso de coincidencias que en otras obras no se encontraba. Pero lo que queda
es un libro que a las horas de salir ya se encontraba entre los “best-sellers”,
que ha conseguido aferrar a sus páginas millones de manos ansiosas por
pasarlas, y que ha conseguido hacerse hueco en la industria del cine.
Esto es
“Inferno”, este es Dan Brown, el padre de Robert Langdon y de esta última gran
novela.
Víctor G.
@libresdelectura
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