ABRAZOS:

Era sin duda lo que más echaba de menos cuando vivía sola. En esa soledad que te aprisiona en vez de abrazarte cuando más lo necesitas. Ese contacto donde dos cuerpos se entrelazan uno con otro y que sea cual sea el motivo, siempre reconforta, haciéndote creer que el ser humano todavía no está perdido del todo.

Es algo de dos, algo mutuo y consentido ya que aunque puedas abrazarte a ti mismo cuando tienes frío o miedo, la piel de otra persona, el calor que desprende y que notas tibio sobre tu propio cuerpo es algo que no puedes reproducir por más que lo intentes.
Muchos tipos de abrazos, todos necesarios, todos agradables.

Abrázame si tengo miedo, para saber que estás ahí y que acunada entre tus brazos, nada malo podrá ocurrirme. Protégeme de los fantasmas, los propios y los ajenos, para sentir que no estoy sola, y así llenarme de tu energía para luchar contra todo lo que venga por delante.

Abrázame si estoy alegre, porque así disfrutarás de mi dicha, la compartiré contigo y la multiplicaré junto a ti. Saltaremos juntos, nos emocionaremos juntos, reiremos juntos por los buenos tiempos y las buenas noticias, alargando el momento para que no acabe nunca.

Abrázame si estoy triste, será cuando más te necesite. Déjame tu hombro para llorar, gritar y maldecir por aquello que ha ocurrido. Dame tu consuelo y no me dejes caer en la agonía. Solo tus brazos, esas caricias en mi espalda, ese susurro en mi oído pidiendo que me calme. Todo eso y tus abrazos y las penas parecerán menos.

Abrázame si tengo frío, para que seas mi manta y mi abrigo. No necesitaré nada más que tu piel para caldear la mía. Envuélveme con tu suavidad, hasta que no sienta nada más que el calor que me das.

Abrázame si estoy disgustada, enfadada con el mundo. Convierte el espacio entre tu pecho y el mío en nuestro propio mundo, nuestro refugio donde desahogar la rabia y la ira para cambiarla por tranquilidad y desasosiego. Cálmame y relájame mientras me quedo prendida entre tus brazos.

Abrázame sin ningún motivo, porque te apetezca, cuando quieras solo por el placer de sentir, de sentirnos.

¿Cuándo fue la última vez que abrazaste a alguien? Mira a tu alrededor, y estés donde estés, abraza a la persona que tengas al lado, conocida o desconocida, hombre o mujer, amigo o enemigo… Hazlo y te aseguro que tras el abrazo y la sonrisa que se crea en ese instante mágico de comunión entre dos personas, el optimismo, la felicidad y una sensación de plenitud os llenarán, haciendo vuestro día mejor si ha sido bueno y pintándolo de rosa si estaba siendo negro.

Abraza siempre que puedas, siempre que quieras para recordar esa agradable sensación cuando más lo necesites.

María de las Nieves Fernández,
autora de "Los ojos del misterio" (Falsaria).
@Marynfc
http://elmundodelosojosdelmisterio.blogspot.com.es/

3 comentarios:

Unknown dijo...

En ese momento, por fin lo captó. En lo más profundo de sí mismo, Tsukuru Tazaki lo comprendió: los corazones humanos no se unen sólo mediante la armonía. Se unen, más bien, herida con herida. Dolor con dolor. Fragilidad con fragilidad. No existe silencio sin un grito desgarrador, no existe perdón sin que se derrame sangre, no existe aceptación sin pasar por un intenso sentimiento de pérdida. Ésos son los cimientos de la verdadera armonía.

—Tsukuru —la voz de Eri se coló de entre sus dedos—, tengo que pedirte un favor.
—Dime —contestó Tsukuru.
—¿Te importaría abrazarme?

Los años de peregrinación del chico sin color - Haruki Murakami.

Libres de Lectura dijo...

¡Qué gran fragmento Isa!

Muchísimas gracias por compartirlo.

Unknown dijo...

Gracias Isa por compartir un fragmento del gran Murakami. Un abrazo enorme.

Publicar un comentario

 
;