TREN DE LA VIDA

Fue por poco. Por muy poco. Fue ese preciado botín compuesto por milésimas de segundo el que ELLA logró aprovechar para entrar bajo los pitidos del convoy y sobre unas puertas que ya se juntaban y cerraban por completo. Y por suerte, el tren circulaba semi-vacío. El viaje era largo, de 40 minutos, y hacérselo sentada dulcificaría ese intervalo de tiempo, a pesar de que ELLA esta vez no tenía ganas de leer. De entre los varios huecos que observó sin dueño, eligió uno donde podía recostar su brazo al lado de la ventanilla. No le resultaba difícil ensimismarse del entorno agresivo de ruidos, luces y sombras que presenta un tren en marcha. ELLA había aprendido a escudarse bajo sus auriculares negros y tan discretos como su temperamento. También había aprendido a relajarse en cada asiento, a cerrar sus ojos y ver así el paisaje nítido que no era capaz de ver con estos abiertos. Lo intentó hacer de nuevo, como cada día, pero esta vez advirtió que sus párpados estaban prestos y que aquellas canciones que antaño le entraban como aire fresco, ahora las sentía engrasadas en la más trivial y previsible de las rutinas.

Quizá fue por esas notas predecibles o porque le llegó el aroma de encanto que desprendía a escasos centímetros la chica sentada justo en frente, que aparentaba su edad y que seguramente la tendría. Lo cierto, es que esa suma de advertencias desató el desafío ya perdido por abstraerse y ensoñarse y ELLA, sin apenas desligar los pequeños auriculares de sus pequeñas orejas, desarmó de volumen hasta dejarlas en absoluto silencio esas canciones comunes. Desde hacía un buen tiempo que le gustaba ser sutil y cautelosa, que sus movimientos siempre suaves apenas se advirtiesen. ELLA descubrió de adolescente las ventajas de la astucia implícita a la vez que perdía mientras crecía y sufría tras mostrar sus cartas y ases de manera franca y sincera. Y por eso con disimulo, le gustaba lo que antes oía y ahora ya escuchaba en ese momento en el que todo parecía quieto mientras el tren se movía. ELLA escuchaba cada vez con más aplicación y esmero, como si ELLA fuera la cliente más fiel de las palabras que partían de los labios de aquella chica de enfrente.

Daniel Arrébola.
@apetececine

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