MALDITOS OJOS VERDES


Y lo vi. Supe que era él. Seguía igual que siempre con la única diferencia que no me paré a saludarle. Realmente, no tenía nada que decirle. Él se marchó de la mano de unos ojos verdes y no volvió. Mis ojos negros se inundaron de cada recuerdo. No hubo nada que hacer. Barrió mi vida y me dejó en ruinas. Tuve que cerrar mi corazón por reformas. Tardé meses en volver abrir. Ocho meses y siete días después ahí estaba, en nuestro bar, en nuestro sitio. Pasaba por ese lugar con la única intención de forzar una casualidad. Su carcajada despertó cada rincón de mi cuerpo. Allí estaba, con todos los amigos que un día fueron los míos. De repente, creí que su mirada me había encontrado y quise desaparecer. Pero una vez más estaba equivocada. Los ojos verdes que un día me robaron la vida rompieron mi dulce sensación de nostalgia y me invadió la rabia y el resentimiento. ¿Qué estaba haciendo ahí? Realmente, ¿estaba mirando por una ventana maltratándome a mí misma con esa postal? No merecía eso. Me armé de valor y huí de ahí. Empecé a pensar en cada pelea, en su mal humor, en sus inseguridades y en sus absurdos miedos que tanto me habían condicionado a ser yo misma. Seguí caminando hasta llegar a mi hogar. No me esperaba nadie pero tampoco lo necesitaba. Porque hay personas que olvidan que la soledad no es lo mismo que sentirse solo, y yo me sentía increíblemente acompañada. Me sentía fuerte y por un momento, me compadecí de esos bonitos ojos verdes que algún día acabarían sufriendo tanto como lo hice yo en su día. 

Blanca de Paco.
@blancadepaco

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