¿Se puede tener una vida
normal después de pasar toda la adolescencia dentro de un hospital? ¿Se puede
ser feliz después de perder una pierna, un pulmón y parte de un hígado? ¿Se
puede salir de un cáncer? El Mundo Amarillo, Albert Espinosa. Eso, para
empezar.
Un libro que va en contra
de los libros de autoayuda, pero su principal efecto involuntario es que ayuda;
un libro que va en contra de ofrecer claves para superar esa enfermedad, pero
que las da; un libro que intenta abrir nuestros ojos hacia ese mundo amarillo,
hacia esos amarillos que nos rodean y que nosotros despreciamos, que
despreciamos inconscientemente, como ese trayecto que realizas día a día en tu
vida y en el que un curioso día empiezas a fijarte en las maravillas que
esconde, ese pájaro que pasa cada mañana, esa pequeña planta que se convirtió
en árbol, ese trabajo incansable durante años de esas insignificantes hormigas,
esa forma de vida tan cerca de nosotros y a la vez tan lejos por nuestra
absurda forma de vivir, siempre cerrando los ojos a lo bello y fijándonos en lo
que está entre ojo y ojo, sólo hacia delante. Abramos nuestra mira, hacia esas
personas imprescindibles para nosotros que muchas veces parten sin que nos
demos cuenta de ello, que son los que sustentan nuestro vivir, que son los que
nos empujan cada día a dar un paso tras otro, a seguir caminando, a poner
cordura en este mundo de locura y crueldad, a ser nosotros mismos, a ser
conscientes, en definitiva, que nos empujan a entrar a su mundo amarillo, a
nuestro mundo amarillo, al mundo amarillo. Eso, para seguir.
Una persona que mucha gente
no entenderá cómo puede tener esas ganas de vivir, esa felicidad, esa energía
después de haber pasado todo lo que ha pasado. Pero Espinosa es así, y por otro
lado nuestro mundo también es así, toda persona tiene que seguir una línea
horizontal de monotonía y cobardía ante la vida para ser normal. Si alguien
sale de esa norma se le tilda de raro, se le mira con otros ojos. ¡Pues seamos
todos raros! Nos espera una vida en la cual lo valoraremos todo de otra manera,
una vida sin un claro camino, un camino de subidas y bajadas, baches y
triunfos, pero en el cual un triunfo sabrá de otra forma gracias al bache, una
línea con fuertes caídas pero que van seguidas de remontadas interminables,
remontadas en las cuales se ve el lado bueno de esas caídas, caídas en las
cuales sólo se ve oscuridad, como dentro de un pozo, completa oscuridad, pero
que no haya luz no impide que en ese pozo crezcan flores, flores amarillas,
flores en forma de personas, personas que nunca fallarán, que siempre estarán
ahí, que formarán nuestro mundo, que serán nuestros amarillos, que serán
nuestro mundo amarillo. Eso, para vivir.
En definitiva, Espinosa nos
deleita con su incansable optimismo hacia la vida, con su grito de esperanza,
de superación, con su claridad hablando del cáncer, de todo lo pasado, sin
rencor alguno, sin miedo, sólo felicidad. Una felicidad que lo caracteriza, que
lo aparta de ese pesimismo generalizado, que demuestra que de todo se sale, que
hay un mundo mejor, y que da una clara lección a todas las personas, lección
que no podría resumirse mejor que con este grandioso extracto de uno de los
libros del maestro Cury: “Se emocionaron con la sinceridad y la facilidad
que tenía para compartir sus sentimientos, una característica muy poco común en
el medio en que vivían. Tenían la necesidad vital de abrirse, pero no podían
mostrarse débiles, no les estaba permitido ser humanos”. Eso, para
descansar.
http://www.megustaleer.com/ficha/P86907A/el-mundo-amarillo
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