«Poema en prosa de unos graves meses de mi vida». Así expresa Umbral lo que siente que es este libro. Para los que le hayáis leído alguna vez, ya habréis podido comprobar que Umbral siempre está dentro de su obra. En este caso, usando como eje central al «pequeño pivote» que es su hijo muerto, el autor madrileño se vuelca en una página en blanco que él ve como catalizador de la memoria. Escribir es para Umbral existir, vivir o, mejor dicho, sobrevivir. Decía Panero que «en la infancia vivimos y luego sobrevivimos» y eso es lo que parece sucederle a Umbral cuando escribe.
Partiendo siempre de la divinización de la infancia, nos lleva por el camino de su vida manchada en todo momento por la muerte de su hijo. Lo corporal se une a lo sentimental para dar una obra imprescindible que estremece desde la primera hasta la última de sus páginas. Si tuviera el valor de señalar algún libro que todo el mundo debería leer, uno sería este. Y lo haría porque es una demostración magistral de cómo el sentimiento se convierte en palabra escrita.
Umbral se mete en su libro para no salir jamás. Con una carga poética digna de cualquier gran poeta de nuestro panorama literario, en Mortal y rosa – título que surge de unos versos de Pedro Salinas – se camufla la poesía bajo el cuerpo de la prosa. Dicen que Umbral es uno de los escritores españoles más difíciles de traducir, y ello sucede por ese estilo único que el escritor hilvana como si se tratase de una gran costura que liga todas sus obras.
Mortal y rosa es un ejemplo perfecto de cómo la literatura es terapia, de cómo la escritura es capaz de sacar del cuerpo los demonios que atenazan al escritor, de cómo un libro puede, solo con abrirse, sacudir al lector con sentimientos que previamente sacudieron al autor. Mortal y rosa gusta y os gustará.
Víctor González.
@chitor5
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