PREGUNTAS A MI AMIGO EL TERRORISTA


¿Qué te lleva a hacer el mal? No te estoy diciendo que tengo un concepto claro del mal, o que definitivamente en este mundo podamos dividirnos entre buenos y malos, sólo te pregunto eso porque me da curiosidad tu comportamiento. Cuando te pregunto por el mal que haces, me refiero a que le estás haciendo daño a alguien más, a que deliberadamente estas enfocándo todas tus energías y todas tus fuerzas en contra de alguien. ¿Cuál es tu arma preferida? ¿Tus palabras? ¿Tus gestos? ¿Tus acciones? ¿Tu fusil cargado? Sé que debe ser difícil para ti responder eso, y tal vez no lo hagas, por eso quiero tratar de colocarme en tu lugar, en tus zapatos, pero sobre todo en la que estoy seguro que es tu arma mas letal: tu mente. ¿Cuándo decidiste lo que ibas a hacer? Te despertaste un día y simplemente dijiste: tengo ideales fuertes que defenderé a toda costa. Todos tenemos algo por lo que luchar, pero ese fue tu primer ataque; el deseo del poder; sentir que podías lograr instaurar tus ideales a toda costa. Luego, ¿Qué pensaste? Voy a buscar rodearme de gente que tenga los mismos ideales que yo y los llevaremos al extremo, a algo nunca antes visto. Ese fue tu ataque número dos: la arrogancia; sentir que podías lograrlo todo junto con otras personas iguales a ti. Después, los encontraste, te uniste a un grupo con una pasión tan desenfrenada que los llevó al extremo, y cruzaste la delgada línea entre el bien y el mal, donde ya no podías saber quién estaba en lo cierto y qué era lo correcto; los ideales que te llevaron a querer cambiar el mundo terminaron por cambiar tu mundo; ese fue tu auto-ataque: la locura. Una vez que ya estaba todo listo, y no había marcha atrás, decidieron ingeniarse un plan. Algo fuera de lo común, que le demostrara a todos que ustedes estaban en lo cierto, y que marcara un precedente para todos los que no estaban de acuerdo contigo. No logro entender cómo pudiste dormir la noche antes de ejecutar tu plan, ¿Qué te dio paz en la noche? ¿Saber que en los próximos días ibas a salir victorioso y que tu macabro plan funcionaría excelentemente y daría buenos resultados? Ese día te despertaste ansioso, no podías esperar a que llegara el momento de llevar a cabo todo lo que llevaban tanto tiempo planeando. Todo eso te llevo a disfrazarte, a portar tus armas físicas, porque las armas mentales ya las llevabas bien cargadas, y estas detonaron en tu cabeza haciéndote entrar en un juego, donde lo importante era ganar y derrotar al enemigo. Entraste a una universidad, obligaste a gente inocente a arrodillarse delante de ti y a recitar fragmentos de la base de lo que defendías, aunque ya no lo tenías muy claro, todo estaba borroso, no podías distinguir nada ni nadie, y a los que no cumplían con tus requerimientos les accionabas el gatillo, no te sentías dueño de tu cuerpo, ni de tus acciones, sólo tenías un objetivo: acabar con aquellos que no recitaran El Corán, porque eso indicaba que no eran musulmanes, y si no eran musulmanes no estaban en tu bando ganador, por lo tanto deberían ser eliminados.

Te pregunto ahora: ¿Cómo te sientes? ¿Estás avergonzado? No lo creo. Llevas en tus hombros la carga de tus principios e ideales, junto con las vidas de mucha gente inocente. Pienso que debes sentirte agobiado, o tal vez ya no sientas nada; por lo que sé de ti, has perdido la batalla. Estás involucrado en una guerra donde no hay ganadores, solo seres humanos que han perdido a un ser querido, y tú, mi amigo, que has perdido la humanidad.

Angélica González.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;