Y de repente lo supo. Había vuelto. Un presentimiento le invadió. Les seguía uniendo algo. La conexión existía.
Sin embargo, el teléfono no sonaba. Ni tampoco iba a sonar. Pusieron tierra de por medio y ninguno volvió a hablar. Y tanto fue el distanciamiento que ambos se confundieron en otros brazos sintiéndose orgullosos de ello. ¿Qué iban a hacer? ¿Esperarse toda la vida? ¿Volverse a equivocar? Hay cosas que no se pueden permitir a pesar de la conexión, la unión y el presentimiento. Por eso, acabaron siendo la historia de amor que nunca llegó a nada, un mísero y hermoso golpe de pasión. No se supieron amar. Quizás no encontraron el ingrediente principal para poder hablar de amor; por mucho que se empeñasen en creer lo contrario.
Blanca de Paco.
@blancadepaco
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