Siempre fui de cercanías lejanas; de bosques inundados por compañías sin sentido y de mares más revueltos que en calma. Me solía dejar llevar por las olas que marcaban un destino alejado de las orillas paradisíacas. Un día eso cambió; una corriente distinta apareció y decidí dejarme acariciar por unas olas que me transportaron a una playa de paz.
Desde entonces no he querido moverme de allí. Adoro sentir mi cuerpo empapado de la marea que se dispone a subir y bajar, sentir mis labios salados y escuchar la melodía del viento entre las palmeras. Me recuerdan que estás cerca. Que queda poco para volver a sentirte otra vez, para volver a fundirme en tu pecho y en la melodía de tu risa. Me gusta ese lugar nuevo. Me hace sentirme bien, a salvo, segura.
Blanca de Paco
@blancadepaco
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