INGENIEROS DE CAMINOS


Cuando dejo volar mi imaginación a veces no vuelve, a veces la pierdo entre caminos oscuros y estados de meditación ausente, cuando cierro los ojos para pensar en qué quiero expresar y la palabra coge carrerilla y se va. A veces me asusto de mí misma, porque entre gota de sangre y gota que derramo en mis páginas veo la sed asomarse en las esquinas, ni divina ni comedia mi cara cuando noto que mis garras asoman, cuando de contener la mente hasta la mandíbula me duele y la línea entre el bien y el mal se distorsiona, qué es bueno y qué es malo si de mano en mano el mensaje se pierde y nunca comprendemos ni la mitad de lo que dice la gente, si escuchamos sólo murmullos cuando oímos y sólo sufrimos si el cuervo se nos posa en la frente. Dolor, qué es dolor, es el cuerpo que sufre o la mente que abandona, es el naufragio de los sentidos o el romperse en pedazos de una persona...
Dolor que algún momento nos ha tomado a todos, por sorpresa o con permiso, dolor que atraviesa y conmociona...
Cuando dejo volar mi imaginación a veces no vuelve, la pierdo entre arboledas soleadas y nubes que parecen querer rozar el suelo, y puedo imaginar vidas pasadas de personas que vivieron otros tiempos, y oír el murmullo de pájaros que en mi hábitat real jamás existieron. A veces me asusto de mí misma, porque entre pincelada y línea, nota y paso, veo cómo la fantasía que imagino es menos carente de realidad que el propio mundo en el que vivo, que hasta la luz del sol colándose por mi ventana es más bella que muchas personas con quienes convivo en un espacio tan pequeño como un planeta medio hundido. Felicidad, la felicidad sólo es el destino, pero el humor que llevamos en el camino siempre determinará cómo de duro sea de recorrer, con miedo al precipicio es más fácil caer.

Alba Ferrer.
@dihiftsukai

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