Intento no pensar en ti cuando alguien roza mi cintura. Intento dejarme llevar en otros labios por el mero hecho de sentir algo diferente, pero cuando más beso, más te extraño. Y por ese motivo, me encuentro en un círculo vicioso desde que te fuiste. Todo me recuerda a ti. Cada esquina, cada postre, cada carretera, cada paisaje. Un sinfín de emociones que me persiguen desde el primer minuto del día. Miro a mi alrededor, manteniéndome a la espera de un rescate triunfal. Pero eso nunca sucede. Jamás. «Tengo que dejar de esperarte» es la frase que añado al café de mis mañanas. Y supongo que poco a poco lo conseguiré. Dejaré de esperar algo de ti, te dejaré libre de mis pensamientos y mi sonrisa empezará a brillar como lo hacía antes de ti. Solo necesito tiempo. Algún día no dolerás. Y sé que el que no duelas depende de mí. Como todo en esta vida. Porque cuando tu compañero es el dolor, aprendes que el dejar de sufrir depende de una decisión. Y esa decisión se reduce a la paradoja de «tengo que dejar de esperarte». Cierro los ojos y me deseo suerte.
Blanca de Paco.
1 comentarios:
Gracias, muy bueno.
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