Esto se decía Patrick Rotfhuss al verse delante de un texto casi sin trama, sin diálogos, sin nada (aparentemente) de lo que le había hecho triunfar. Pero él no sabía que sí que había algo en esta obra, lo que de verdad le ha hecho consagrarse. Estaba él en ella, y él es lo valioso de sus libros.
Con una mano prodigiosa que mezcla pensamientos de la misma manera maravillosa que Auri mezcla sustancias para crear sus jabones, Rothfuss sabe unir a la perfección lo fantástico de su género con las más altas y profundas elucubraciones que dejan al lector conmocionado ante tal derroche de verdad.
Como él bien dice en el prólogo, que nadie espere aquí saber nada sobre Kvothe, que nadie espere una continuación de El temor de un hombre sabio. Pero para todo aquel amante de sus palabras, de su embriagador estilo, de unas majestuosas líneas capaces de hipnotizar, capaces de provocar en ti una mueca, una sonrisa penosa en lugares públicos; para todos estos, para ti, y para mí, esta es nuestra obra. Rothfuss coge a la centelleante y dorada Auri para tratar con maestría a un personaje de mente pintoresca, repleto de vaivenes emocionales, figurativos, repleto de impresión.
Para quien no haya leído nada del estadounidense (los cuales supongo no estarán leyendo este post) decirles que Auri es como una chica dominada por un síndrome de Asperger especial, es la única persona capaz de congeniar con los sentimientos que desprenden los objetos, las esencias, las criaturas. Es, más que una alquimista de sustancias, una alquimista armónica de los suspiros, los alientos, las semillas que forman y transforman el mundo.
La música del silencio es una novela breve sobre este personaje, nada más. Es un camino por el interior de una mente dañada que ve más de lo que cualquiera puede ver. Es un viaje por una Subrealidad formada por alguien ajeno al mundo, recordando a esa infrarrealidad de autores reales como Valle-Inclán; autores o personajes que solo quieren (o querían) apartarse de una realidad sobre la cual ya están desengañados. La Subrealidad de Auri es un mundo creado por y para ella, con cuantiosos espacios (casi parecido a la extensa genealogía de los Buendía en Cien años de soledad) que al darles ella el nombre, también les ha dado su identidad.
Suerte hemos tenido de que no se cumplieran los deseos de gente como Kafka o Emily Dickinson, y hasta Virgilio; de que se quemasen sus obras tras su muerte (aún teniendo presente la de obras que debemos haber perdido en el fuego). Y suerte hemos tenido de que Rothfuss recapacitara, tras la conversación con la matemúsica Vi Hart, de no dejar su trunk story (obras que los propios autores hacen caer en olvido) para la intimidad de unos pocos.
En definitiva, una obra que sale de la misteriosa leyenda real del tal Tunnel Bob que habita en los entresijos de la Universidad de Wisconsin-Madison. Una obra que sale, como dice el propio autor, del dolor de alguien que se sabe dañado por dentro escribiendo para aquellos con el mismo sentimiento. Si te sientes raro en este mundo, si crees que no es tu lugar, si esa extrañeza te daña, esta es tu obra. "Esta historia es para todas las personas un poco dañadas que hay ahí fuera".
Al empezar a convencerse de que esta obra debía ser publicada, Rothfuss comenzó a recibir correos de sus escritores 'beta' en referencia a la novela con un idéntico mensaje en todos. Mensaje al cual, sin duda alguna, nos aunamos:
"No sé qué pensarán los demás. Seguramente nos les gustará. Pero a mí me ha encantado".
Víctor G.
@libresdelectura
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