Hay ganas, talento y emprendimiento en los jóvenes españoles; y un claro ejemplo de ello es de quien hablaremos a continuación. En 2012 un grupo de jóvenes filólogos decidió iniciar la empresa de ofrecer de manera moderna, cómoda y ágil clásicos hispánicos revisados y editados por ellos mismos con la ayuda de los mejores profesionales del país. De ahí nace Clásicos Hispánicos, editorial que ya cuenta con más de 70 obras publicadas y que es una fuente indispensable en la que beber de lo mejor que se ha hecho en la Historia de la Literatura española.
Títulos como las famosas Coplas de Jorge Manrique, El Buscón de Quevedo o Pepita Jiménez de Valera son algún ejemplo de lo que podremos encontrar en un catálogo que hará la boca agua a aquel sediento de Literatura, de aquella que hizo a España erigirse como el espejo donde mirarse todo intento de escritor.
Hoy hablamos de un texto que por curioso y sorprendente debería nunca ser obviado: el Libro de todas las cosas y otras muchas más de Francisco de Quevedo. Alejándose de su característica forma pero nunca de ese ácido e inteligente humor que lo define, Quevedo se deja llevar en una obra donde cada letra provoca la sonrisa del lector. Adivinaciones, agüeros, consejos, opiniones o quiromancia son algunos de los temas que el autor madrileño desmantela con comicidad, reproches y atrevimiento. Ya en vida fue un personaje digno de recordar por su extravagante vida y todo ello lo refleja a la perfección en muchas de sus obras. Esta es un claro ejemplo y un libro que todos deberíamos hojear para entender que la vida solo puede ser vivida si la reducimos a la mínima expresión mediante el humor.
El Libro de todas las cosas y otras muchas más es un trabajo con piel de inocencia cómica que esconde en su interior una dura crítica ante la incomprensión del autor frente a un género literario tan de moda en el siglo XVI: el de las colecciones misceláneas. Y Quevedo, haciendo alarde de su originalidad, decide imitar la forma de esas obras para destruir, con humor y sobre todo con el talento de un genio, las bases de un tipo de literatura que para él no debe ser alabada y consumida por el gran público. Cierra la obra ofreciendo un soneto con estrambote y coda que quedará para la posteridad como modelo de burla hacia el estilo culterano de Góngora y sus seguidores: Aguja de navegar cultos.
En definitiva, un libro de obligada lectura para todo aquel que desea entender el florecimiento de nuestra buena Literatura, una explosión que todavía hoy resuena dentro de libros de autores que han querido seguir el camino que pregonaba Quevedo: el de la originalidad, el del desencanto, la crítica y, sobre todo, el humor por, hacia y con todo.
Víctor G.
@chitor5
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