Hay libros que me abren un nuevo mundo delante de los ojos, otros expanden los horizontes de mi mente y otros, sencillamente, me dejan indiferente. El libro póstumo de Matthiessen tiene todo el potencial para pertenecer a una de las dos primeras categorías y sin embargo, se me antoja como la última.
El doctor Clements Olin, protagonista de la novela, acude a un retiro “espiritual” (por decirlo de alguna manera, ya que no me quedó claro cuál era el objetivo de dicho retiro) a Auschwitz, junto a muchos judíos, algunos alemanes y de otras nacionalidades, por razones personales o profesionales, como el mismo Olin. Allí son testigos de la destrucción nazi, rezan y explican sus historias.
Me sonaba interesante, a mí que me fascina el Holocausto y la segunda Guerra Mundial. La verdad es que en cuanto a descripción es espectacular y me hace ver Auschwitz destruido. En cuanto a técnica, todo perfecto: pulida, fácil de leer, sin muchos formalismos. Entonces, si tiene un tema interesante y una prosa buena, ¿qué es lo que me ha fallado?
A mí me falta introspección. Clements Olin no es un protagonista que me enganche, que me haga pensar que voy a conocerle. Él es un profesor de la Universidad que acude al retiro para ver dónde pasó penurias uno de sus escritores favoritos y que él estudia, pero a medida que pasan los días nos damos cuenta de que esa no es su única razón. No quiero hacer famosos spoilers, así que voy a decir nada más que es una razón bastante previsible y que una vez se conoce no veo que el protagonista tenga muchos problemas en aceptarla. Quizá me hubiese gustado que el protagonista hubiese tenido más crisis de identidad, que se recrease más en el tema filosófico del que me parece que trata la novela: ¿quién soy, dónde voy, cómo me acepto a mí mismo?
Olin comparte retiro con otros personajes como Anders, un médico sueco o Gyorgos, un hombre que no hace más que insultar y negar todas las reflexiones de los otros. También con la monja Catherine, que llama la atención de Olin y cuya historia explicaré un poco más adelante. Todos estos personajes, y más, me parece que tienen un odio a los judíos que no entiendo. Si tanto los odian, ¿por qué están en el retiro? Me ha parecido bastante inverosímil. Quizás era la intención del autor explicarme que aún hay antisemitismo en el mundo, pero me ha parecido que todos los integrantes del retiro eran antisemitas, ¡incluso los mismos judíos! Además, durante la hora de los testigos, donde estos personajes se pelean con sus ideas, se ríen de los alemanes que hay en el retiro y yo, toda confusa, me digo a mí misma que no sé qué estoy leyendo, Olin se me presenta como el pensador, el diplomático, el que siempre puede encontrar un equilibrio, y a mí este tipo de protagonistas que parece que lo hacen todo bien por encima de los demás no me gustan en absoluto. Y más si son americanos (porque yo, lo siento, tengo una especie de manía a aquellos americanos que se piensan que todo lo hacen mejor que los otros y eso les da libertad de opinar e intentar cambiarnos).
El único personaje que me ha parecido interesante en esta novela es Catherine, la monja polaca rebelde que se niega a aceptar que los católicos no estuvieron relacionados con el Holocausto y que cree en una religión católica mucho más “pura”; una religión en la que yo creería, en la que todo el mundo se respeta, donde todas las religiones son iguales. Catherine tiene que luchar contra los otros eclesiásticos del retiro que se empeñan en justificar los católicos del Holocausto, diciendo que era lo que Dios quería, etcétera. Sin embargo Catherine y, en realidad, toda la novela, empieza a perder interés para mí cuando Clements Olin se empieza a interesar por ella y la novela gira en torno a esta relación y no en torno a lo que me gustaría que girase, que es el tema del arrepentimiento, la duda, la vergüenza, el cómo aceptarse, etcétera, que aún puedo leer en el retiro.
Para mí, una historia que no me ha aportado nada nuevo, y lo que es peor, que podría haber dado mucho más de sí y que se ha quedado en una historia, en mi opinión, bastante sensiblera. Una pena, ya que la conversación polifónica sobre el antisemitismo y el Holocausto me parecía muy interesante.
Andrea Rovira.
@andreaishere
COMPRAR LIBRO:
COMPRAR LIBRO:
0 comentarios:
Publicar un comentario