SOLTERONA - KATE BOLICK

Solterona es una reflexión sobre la propia identidad como mujer de la escritora. Nos narra en primera persona cómo ha sentido la necesidad de permanecer soltera; de no caer en el matrimonio hasta no haber vivido, haber conseguido ser escritora, o haber estudiado todo lo que quisiera. Y a través de esta reflexión personal, nos presenta la vida de cinco mujeres que le han influenciado en su manera de ver la vida, o le han dado un nuevo valor sobre el que ser crítica. Una nueva identidad como persona, como mujer: solterona. Edna St. Vincent Millay, Maeve Brennan, Edith Wharton, Neith Boyce y Charlotte Perkins Gilman. Autoras relevantes que consiguieron vivir sin la dependencia de un varón.

No es un libro fácil de leer, necesitas acercarte a él en momentos de concentración máxima para analizar toda la información que nos presenta, y es que mezcla su propio relato de vida, con la vida de éstas cinco "despertadoras"; vemos su obra, su cronología, estudia su creación literaria, y la importancia de ser de las primeras mujeres que publicaban columnas en revistas como Vogue o Harper´s bazar. Nos muestra cómo el lenguaje es peyorativo, los diferentes matices de las palabras (inglesas) para referirse a las mujeres solteras, bien porque aún no se habían casado, eran viudas o separadas-divorciadas. Ejemplo, el término spinster (solterona) que surge para describir a las chicas, en su mayoría sin casar, que se dedicaban a hilar como forma de vida, derivando después a ser una voz utilizada para menospreciar. Cualquier término para referirse a las mujeres solteras tiene una connotación de menosprecio. Curioso ¿No?

Un hecho de cambio importante para Kate Bolick, es el momento en el que se da cuenta que a pesar de la independencia que tanto blande como insignia su generación, nunca ha sido realmente independiente. Nunca ha vivido sin el cuidado, la escucha y el consejo, el mimo o la compañía de padres o novios. Sus relaciones se habían convertido en su identidad. Se había dado cuenta, que por muy año 2000 que corría, si fracasaba en su intento de escritora, o no conseguía salir adelante, tenía una vida de escape que los hombres no tenían: el matrimonio. A pesar de que ya no es obligatorio, toda nuestra vida gira entorno a él.

A lo largo de los años que las mujeres solteras trabajasen fuera de casa ha pasado por diferentes percepciones. Así cómo en la Gran Depresión el trabajo se convirtió en derecho y privilegio de hombres, pasó después en la Segunda Guerra Mundial, cuando se necesitan más trabajadores, a un auge de la mano de obra femenina. Ya no estaba tan mal visto.

Ha sido complicado seguir el hilo conductor ya que todas las escritoras y las referencias de autores y obras son de los Estados Unidos, por lo que el contexto en el que se ubica la obra no es reconocido para mí por lo menos, pero las ideas que subyacen son universales. No se juzga igual a un hombre soltero, se le considera soltero de oro, que a una mujer, solterona. Las que no están casadas se cree que no ha tenido suerte en el amor, no se duda que todas las mujeres quieran casarse o tener hijos, no hay opción a que se deba a la libertad de elegir el estado civil de soltera. Su lectura quiere servir para alentar a las mujeres que se encuentran en la tesitura de luchar contra la presión social del matrimonio. Bien por decisión personal o bien porque la vida no te lleva por ese camino. Puedes vivir una vida independiente y plena sin pareja, y para aprender a vivir sola, como dice la escritora, tienes que tener la voluntad de estar sola.

Kate Bolick, periodista norteamericana, colaboradora de publicaciones tan importantes e influyentes como Vogue, Elle, The New York Times o The Wall Street Jounal. Interviene asiduamente en programas de televisión americanos. Solterona ha creado un gran debate en los Estados Unidos convirtiéndose en un auténtico fenómeno literario.

Ángeles Martín.
@Angelesmmartin

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2 comentarios:

Natàlia dijo...

Me interesa el tema. Pero habrá que buscarle un momento adecuado como dices. Un beso ;)

Libres de Lectura dijo...

¡Gracias por tu comentario, Natàlia!

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