La novela de Osvaldo Bazán, periodista argentino, causa una sensación que trasciende los renglones y las páginas circunscritas en un libro. El relato pinta los hechos más marginales de esta sociedad, aquellos que a pesar de estar por fuera de las leyes suceden con total normalidad. Y todos lo saben. La ley lo sabe.
El Dock Sud, Palermo y sus alrededores son lugares muy transitados por la prostitución. Los protagonistas son dos taxi boys que ganan el dinero para sobrevivir un día más. «Todas las noches en cualquier auto, en cualquier baldío, en cualquier cosa, con quien pague» es el lema. Cada uno con sus particularidades, el Vil y el Ñoca forman un dúo impecable. Osvaldo Bazán, como personaje (que también es periodista), es invitado a compartir uno de los recurrentes rituales de champagne barato de este dúo y se introduce en sus vidas. El periodista cuenta la historia a veces como participante, otras veces vista desde afuera. Los narradores también cambian por lo que genera un relato más abarcativo.
Todos los estereotipos sociales se rompen en esta historia. A medida que avanza, la predecibilidad disminuye y, aunque el clima final es anticipado con frases astutas, no deja lugar a la adivinación. Los sucesos del pasado de cada personaje pueden encontrar diferentes cruces en el relato y la participación que realizan los personajes no es en vano. Se pasa de los dos taxi boys a un hombre que se volvió loco por investigar el caso del Cristo que le salía sangre, a un médico de renombre que tiene un centro de gente con trastornos mentales y una vida secreta bastante oscura, a un agente de policía, a una historia de amor de tres, otra de dos y así continúa. Todo se va formando como nudos en una red que conducen a un mismo desenlace.
El sentimiento general es el de la inmediatez, no hay lugar ni tiempo para pensar en consecuencias para los que viven en la desolación, en la ilegalidad y el olvido. El puro presente se hace protagonista a lo largo de las páginas y se hace reflexión en si hubo un “antes”; y si existió: ¿cómo era? ¿Cómo se llegó hasta este punto? La motivación, sin embargo, es que siempre hay un mañana. En la lengua hispana hay una palabra para hacer referencia a un momento después del presente: mañana, y esa es nuestra capacidad de posibilidad de pensar, justamente, en ese momento.
Los peces manchados de petróleo en una alcantarilla, con dificultad de respirar, inundados de líquidos traicioneros, cantan y le seguirán cantando a la luna porque la noche es su hogar.
Diana Novoa.
@eldianso
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