Una cosa que creo incontrolable para todos aquellos que nos consideramos lectores compulsivos es el hecho de meter nuestra lectura de ese momento en cualquier conversación. Es como si fueras durante aquellos días acompañado de alguien y no pudieras evitar que, hables con quien hables, esa persona (en este caso, ese libro) intervenga. La gente que me conoce creo que mide la intensidad con la que me está pegando/me ha pegado un libro según la cantidad de veces que hablo de él mientras conversamos. ¿Y por qué no he contado esto en alguna de las otras reseñas que he publicado este año? Pues porque con este ha sido con el primer libro de 2019 (llevo leídos unos 20) con el que alguien me ha parado y me ha dicho: «eh, por fin un libro que te gusta». Y sí, es verdad (aunque también lo es que hay algunos otros que me gustaron y nadie me dijo nada). Estoy hablando de Rialto, 11, de Belén Rubiano, publicado por Libros del Asteroide.
Supe de la existencia de Belén por Instagram, esa red social donde sigues a lo que te gustaría ser. A mí me gusta hablar de libros, por eso sigo a personas que lo saben hacer bien. Y una de ellas es, sin duda, Belén Rubiano (@belenrubiano en Instagram). Pregunté por la posibilidad de reseñarlo en otro de los medios donde escribo, el más grande, y me dijeron que alguien ya lo había escogido. Ahí supe, si no lo sabía ya, que Belén tiraba, y tira. Fue entonces cuando decidí, siempre con la inestimable colaboración de Libros del Asteroide, hablar de él aquí, con la esperanza de que alguien lo lea y, no sé, quizá conseguir alguna compra más del libro. Para eso estamos.
Si una de las cosas que más me gustan de las publicaciones de Belén es esa forma de conectar con su seguidor (sin conocerlo) a través del contenido cuidado y la forma tan llana como única, en el libro esto no cambia. Si te adentras en él, serás un payo más. En Rialto, 11, Belén nos cuenta su experiencia desde que empezó como librera en una creciente cadena sevillana hasta llegar a dirigir su propia librería: la librería Rialto. Nos habla del trabajo de buscar el lugar idóneo, de las cosas de las que hay que estar pendiente siempre teniendo claro que a quien hospedarás en tu local es a libros, sus “novatas” formas de negociación, la logística empleada por alguien que se inicia en el mundo de la dirección de una empresa, etc. Un sinfín de anécdotas que echarán para atrás (o animarán todavía más) a todo aquel que haya pensado alguna vez abrir una librería, o un negocio cualquiera.
Con ese estilo tan característico que hace que te conviertas en uno más de esos amigos que suelen visitarla diariamente en la librería para hablar de temas de todo tipo, Rialto, 11 tiene una cosa extraña, y es que convierte en realidad esa manida metáfora del libro como puerta a otros mundos. Porque parece realmente (no os miento) que al abrirlo abras también la puerta de la ya desaparecida librería Rialto. Y encuentres allí a Belén, quizá poniendo en su ya mítica pizarra un verso o aforismo que le haya llamado la atención y quiera que llame la de los paseantes, quizá tratando a uno de esos locos que nunca fueron clientes o respondiendo preguntas de niños que tienen al día siguiente examen de literatura y no quieren leerse el libro que les han impuesto. Lo que sí es seguro es que a partir del recuerdo de Belén Rubiano irás tú comparando el tuyo con el de ella, pensando en qué hiciste con tus sueños, en qué fallaste al intentar cumplirlos (porque todos fallamos hasta que acertamos), en qué ya polvoriento baúl guardaste lo que algún día quisiste ser.
Dice Rubiano en algún punto del libro que «entendía que Dios me necesitara para entretenerse», y estoy seguro de que muchos hemos pensado eso en más de una ocasión, pero la suerte está en entenderlo, en saberse marioneta, en lanzarse al juego sin mirar y sin notar los hilos que te conectan, mantienen y sujetan. Hasta pensar que no existen. Eso le pasa a Belén y lo cuenta de manera magistral.
Anécdotas de todo tipo se recogen en este libro, desde el loco que entra preguntando algo aleatorio y acaba amenazándola con un cuchillo de cocina hasta el día que Vila-Matas se encontró con alguno de sus otros yo en la pizarra de aquella librería sevillana; desde la amenaza del virus Casa del Libro hasta la conversación fortuita con Carmen Balcells. Y muchísimas cosas más que harán reír a la vez que reflexionar (qué mejor manera de reflexionar que riendo) por qué demonios tú no has sido capaz de ser así: valiente. Y todo contado desde la confianza del haber hecho bien, que te da la oportunidad de ver tus errores y, lo más importante, de poder decirlos. Belén incluso te los pone por puntos, para que queden bien claros. Porque es este Rialto, 11, entre todas las otras cosas, un compendio de reflexiones, un poner en orden lo que un día se hizo y se fue, un quedar en paz con el pasado propio. Lo dice de forma muy clara una pequeña frase del libro: «Pero fui feliz en Rialto».
Ser feliz junto a un pero: la vida. Y la vida contada por Belén Rubiano merece la pena ser leída. Porque ya os digo que la cuenta mucho mejor que nos la contamos nosotros mismos. Y la verdad, no va nada mal escuchar un poco a los demás. Hacedme caso.
Víctor González
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