Puede
parecer un simple libro de cuentos cortos, y en cierta medida lo es. Pueden parecer
cuentos infantiles con los que dormir a los hijos, y en cierta medida también
lo son. En definitiva, puede parecer un libro prescindible el cual leer cuando
no aparece una mejor opción, y esto sí que NO lo es.
Un
libro de cuentos cortos, sí; de cuantos al parecer infantiles, sí; un libro
prescindible, rotundamente no.
El
maestro Bucay arremete contra nosotros con una colección de cuentos introducidos
con la magia que le caracteriza: una magia que te introduce dentro de una
simple terapia entre terapeuta y paciente y que, capítulo a capítulo, va dejándote moralejas
en tu mente. Moralejas que se desprenden de su cuento cada vez que llegas al
final de cada capítulo, que entran en ti, que tienen un objetivo: el
mismo que tuvieron cuando vieron los ojos de Bucay clavados en los
cuentos que ellas dominan. En definitiva, moralejas que enseñan a vivir y que obligaron al “gordo”
a presentar este libro como “los cuentos que me enseñaron a vivir”.
Uno
de esos tipos de libro que conciencian al lector, que le presentan un mundo
mejor, y más sencillo, alejado de los problemas insignificantes que las personas
crean en su vida, alejado de la manta de pesimismo que cubre este mundo. Él nos
aleja de todo esto, nos va soltando enseñanza tras enseñanza haciéndonos ver
que también está el camino fácil, que no siempre hay que escoger la puerta de
los leones y que también existe una puerta en la que todo es más sencillo, la que no
queremos ver. Es aquella puerta que queremos evitar siempre aunque digamos lo contrario, pero
que está ahí, esperando ser abierta, esperando que entremos en ella y
de esa manera mostrarnos que hay la posibilidad de un mundo distinto. Un mundo donde se valora lo
que se tiene en vez de lo que se desea, donde la primera prenda que nos ponemos
al despertar es la sonrisa, donde el optimismo es inculcado desde el
nacimiento, donde no se busca ser mejor que el de al lado: querer tener las
cosas del de al lado, ser el de al lado. En este mundo somos lo que somos, con
más o menos, más guapos o más feos, más ricos o más pobres, pero felices, porque
simplemente somos conscientes.
Y
para llegar a ser conscientes se necesitan libros como este. Libros que enseñen la
otra cara de la vida, a la que todo el mundo aparta la vista y la cual todo el
mundo desea a voz en grito tener pero la evita continuamente. Esa vida que es
bonita, en la que nos valoramos a nosotros mismos y a quienes tenemos alrededor. En la que nos provocamos vergüenza ajena por las
quejas que teníamos antes de entrar por esa puerta. En la que el principal
alimento es la felicidad y la principal causa de muerte el egoísmo.
Hagamos
más libros así. Ayudemos a libros como éste. Leámoslos más, abramos más
puertas, entremos en ellas, disfrutemos del mundo, disfrutemos de nuestra vida,
y una manera fácil para ello es leer a autores como Jorge Bucay.
2 comentarios:
Buenos días
Nunca nos había mos planteado leer este libro, pero con esta reseña, vamos a cambiar de opinión.
¡Gracias!
¡Buenos días!
Gracias a vosotros por hacer de este blog algo más activo.
Un fuerte abrazo.
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