ATILA - JAVIER SERENA

«En la dedicatoria que escribió en mi ejemplar dice así: "Para Javier, mi amigo, y mi compañero errante de palabras, de silencios y de siglos". Su verdadero nombre era Javier, así que podría decirle lo mismo sin cambiar una palabra. Por los siglos venideros.» Así se despedía el escritor Javier Marías de Aliocha Coll en el artículo que este primero escribió en 1990 para El País. Dos Javier a los que se le une un tercero, como si el destino siguiera cabalgando por un camino que él mismo ha creado: Javier Serena, autor de Atila y ficticio compañero y amigo de Aliocha Coll. 

Javier Coll nació en Madrid en 1948 y creció en Barcelona, marchándose pocos años después de la mayoría de edad a París ya como Aliocha Coll, pseudónimo que se atribuye a Aliosha, personaje de la novela Los hermanos Karamazov, de Dostoyevski. Centrado febrilmente en su escritura, la literatura de Aliocha Coll acabará convirtiéndose en un puzzle que todavía nadie ha sabido montar con piezas unidas a través del ritmo. Sin preocupación aparente por la inteligibilidad del texto – llegó incluso a llenar tres páginas de su obra con la misma palabra –, sus escritos acaban convirtiéndose en el reflejo de la pasión de un rapsoda preocupado únicamente por la explosión de cada palabra. Aliocha Coll busca la perfección en el sonido que cada término hace en la mente del lector al ser leída, como si al ir recorriendo con la vista una frase cada palabra cayese en el mar de nuestra conciencia y tras esa caída produjera un eco. Ese eco es Aliocha Coll. Esta complejidad en su literatura llegó a personajes tan ilustres como Javier Marías, Jaime Salinas o Carmen Balcells, quienes intentaron con todas sus fuerzas llevar su desbocado talento hacia el camino de la “normalidad”. Llegó a ellos pero también al periodista y escritor Javier Serena, autor del libro del que hablamos hoy: Atila.

Este, haciendo revivir la figura del malogrado escritor, ofrece con el mismo título de la última obra de Aliocha Coll un extraño a la vez que agradable paseo entre ellos dos por unas calles de París siempre abiertas y dispuestas al imprevisible caminar de Coll. Serena, como ficticio amigo de Aliocha, realiza visitas al escritor con una única finalidad, oculta siempre en las más variopintas excusas: la de confirmar que sigue vivo. En Atila nos sumergiremos en la vida de un escritor obsesionado por su obra, hasta tal punto de acabar suicidándose al sentirla acabada. Atila es la presentación de un personaje atormentado, depresivo y poco complaciente que vive por y para la literatura; es la descripción de alguien con la certeza de tener una razón por la que vivir y que al llegar a ella, al cumplir con ella, todo está acabado. Aliocha Coll, estudiante de Medicina, lector y escritor empedernido y desafortunado en la vida y en el amor, fue un hombre que un día subió a las nubes para escapar de todo lo que le rodeaba sin darse cuenta de que había perdido el camino de vuelta, y allí se dejó devorar por ellas. 

Javier Serena ofrece un andar ficticio por la vida de un escritor poco tratado - que recuerda en muchos rasgos a otros autores fatales como nuestro Larra o el extranjero Rimbaud - en un magnífico y entrañable libro que también puede llegar a recordar a otros como aquel paseo tan satírico y fantástico que nos regaló Torres de Villarroel en su Visiones y visitas con Don Francisco de Quevedo por la Corte. En definitiva, una aproximación a un autor todavía hoy incomprendido, «ausente de la vida por su sueño de escribir».

Víctor González. 
@chitor5

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