Herejes, otra novela de Padura situada en una Habana post comunista que se imbrica con relatos pertenecientes a otros mares. El autor logra llevarnos de punta a punta por el globo y mostrarnos lo que ha sido ocultado. Historias no contadas que, junto con los personajes que crea, nos interpela y sumerge dentro de un mundo rodeado de dogmas y su contraposición: la herejía.
Los aficionados por este autor ya conocerán al detective empedernido Mario Conde, quien es convocado una vez más para guiar a forasteros en la búsqueda de un eslabón perdido. Elías Kaminsky lo encuentra para entender parte de su pasado, un cuento inconcluso que se hace evidente por una obra de arte que le pertenece a la familia Kaminsky pero no lo poseen: un cuadro del holandés Rembrandt. Al entender la ruta que tomó ese cuadro para llegar hasta uno de los museos de Londres, se descubre la tragedia, traición y robo que sufrió esa familia. Para ello, Padura nos lleva al origen mismo del problema que radica en el barco S.S Saint Louis que en 1939 llegó al puerto habanero cargado de judíos que escapaban de una Alemania cada vez más nazi. El barco esperó varios días la aprobación para desembarcar. Mario se obsesiona con el trabajo encargado y, aunque se encuentra con varios obstáculos y más de una historia misteriosa enredada en este asunto, tiene todas las habilidades para encauzar la búsqueda del joven Elías.
Hay muchos relatos sobre judíos desterrados y perseguidos a través de los siglos, sin embargo Herejes combina un presente muy contemporáneo con el pasado utilizando una estrategia óptima para mantenernos al pie del relato. Es extenso, dividido en libros y con cambios de narrador que no hacen más que aclararnos aún más el panorama. Así, nos ayuda a introducirnos en la piel de los personajes que bien podrían ser reales. Desde los judíos radicados en una Holanda que permitía el albergue de esta comunidad (siempre en busca de la “Tierra Prometida”), hasta el crimen de una joven perteneciente a una tribu urbana denominada “emo”; es lo que abarcan estas páginas. Dos ejes aparentemente imposibles de asociar toman un rumbo que tiene choques, encuentros y coincidencias que culminan en el desenlace de esta gran obra.
A lo largo de todo el relato, Padura nos invita a pensar sobre nosotros mismos como herejes. Todos tenemos algún grado de herejía: están quienes no creen en nada, quienes creen a medias, los que condenan a quienes no creen y, por último, los que deciden dejar de creer. Se hace hincapié en los credos y dogmas, lo que se debe ser y cómo todo aquello es echado por tierra en la práctica cotidiana. Es más, hay que ser un poco hereje para realizar lo que nos dicta el espíritu. Esto, es el denominador común de todas las historias: el anhelo de gozar aquello que nos ha sido arrebatado, ayer y hoy (en cada momento con sus formas y particularidades), aquello que llamamos libertad.
Diana Navoa.
@diananavoa
COMPRAR LIBRO:
0 comentarios:
Publicar un comentario