LA CIUDAD DE CRISTAL - PAUL AUSTER

Tengo que reconocer que en el momento que recibí este libro, pensé que me lo terminaría en una tarde. Eso fue fruto de un prejuicio injusto sobre las novelas gráficas. Habituada a leer narraciones completamente textuales, libres de ilustraciones, subestimé con creces esta obra, así como también caigo, a veces, en el mismo error con un álbum ilustrado o un cómic, pensando de entrada que no tienen nada que envidiar a otros libros meramente constituidos por palabras, donde ni siquiera la tipografía varía en demasía y donde el único juego visual se basa en deslizar nuestros ojos en un sentido lineal, creyendo, erróneamente, que la magia reside exclusivamente en las palabras. 

Pero como todos bien sabéis, un error es una posibilidad de aprendizaje y puedo decir que mis prejuicios han estado muy lejos de la realidad. Y también puedo asegurar que para leer esta adaptación gráfica de 140 páginas de Paul Karasik y David Mazzucchelli de la magnífica novela de Paul Auster, he necesitado una larga semana para poder terminarla y apreciarla en su totalidad. Y es que esta obra constituye una compleja fusión de la historia de Auster con unas ilustraciones que no tienen como objetivo acompañar y complementar el texto, sino que forman parte de él dándole un sentido y significado único. Y si me atrevo a tachar este trabajo de compleja fusión entre texto e ilustración, es por la dificultad de conseguir adaptar gráficamente una obra que trata sobre la naturaleza abstracta del lenguaje donde la base de la novela gira entorno significados inestables y muchas ambigüedades narrativas que tienen como objetivo activar la cooperación interpretativa del lector. El trabajo ilustrativo realizado consigue, entonces, reforzar el significado y el mensaje ofrecido por el texto y cada detalle va dirigido a este objetivo siendo importantes aspectos como las caligrafías empleadas, la distribución de las imágenes en cada página y la manera con que los ilustradores han jugado con la viñeta convirtiéndola en un metrónomo que regula el ritmo de toda la narración. 

Si os aventuráis a disfrutar de esta obra de arte, vuestros ojos disfrutarán de cada detalle y os sorprenderá, hasta qué punto, cómo ideas de lo más abstractas se han podido ilustrar tan ingeniosamente y cómo fluyen armoniosamente a lo largo de la historia, desconcertándonos y absorbiéndonos en la vida del solitario Quinn, un escritor de novela policíaca sin aspiraciones que un día, por error, es confundido por un prestigioso detective, personaje que tendrá como misión proteger a un poeta de su propio padre, un lingüista demente, que lo encerró y aisló del mundo durante nueve años cuando era pequeño.

Andrea Moreno. 

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