REFLEXIÓN


Con la entrada de un nuevo año, como es el caso, la mayoría de las personas se ponen delante del espejo y con cara de concentración comienzan a relatarse propósitos para el resto de los trescientos sesenta y pico días que les quedan por delante. Convencidos de que este año sí que sí, de que este año harán todo lo que se van a proponer… como todos los años anteriores.

Me los imagino con el ceño fruncido y rostro de pocos amigos, recriminándole a la imagen reflejada de ellos mismos el porqué el año pasado no cumplieron sus promesas. La mayoría se inventarán excusas solo para auto convencerse de que no pudieron hacerlo por esto o aquello y que este año esas excusas no valen y frente a viento y marea empezarán la dieta, harán ejercicio, dejarán de fumar, se apuntarán a algún tipo de voluntariado para colaborar con los más necesitados, echarán todos los meses a una hucha una cantidad x de dinero para ese caprichito que tanto quieren o prometerán dedicar más tiempo a la familia y menos al trabajo.

Todo eso está muy bien, son cambios positivos para nosotros y los que nos rodean pero… ¡Qué manía de proponérselo todo a primeros de año si sabemos que no lo vamos a cumplir!

Bajo mi punto de vista esa frase de “a partir del uno de enero esto o lo otro” está maldita para el 99% de la población. Parece que el imponernos esa fecha, hace borrón y cuenta nueva sobre todo lo anterior, como si las páginas en blanco de la agenda nos abdujeran y nos repitieran con sonora cantinela todo lo que tenemos que cambiar en nuestra vida a partir de esa fecha porque lo de antes ya no existe o no vale. Pues me temo que no, el uno de enero solo es un día más, solo es cerrar un libro para comenzar con el siguiente de la saga, pero debemos saber y tener presentes los libros anteriores, porque si no la historia no tendrá ningún sentido.

Replanteaos vuestra vida, por supuesto que sí, cambiad todo aquello que no os guste, marcaos metas, objetivos, retos, pero no lo hagáis a partir del uno de enero, como si fuera un imperativo legal, como si ese día fuese mágico para cambiar conciencias y rutinas establecidas desde hace años. Hacedlo cuando estéis preparados o sin previo aviso. Cuando vayáis por la calle, cerca de vuestra casa y paséis por el gimnasio, entrad y apuntaos. Un día no compréis más tabaco y pedir ayuda para dejarlo si la necesitáis. Cuando estéis en el supermercado comprando, hacedlo para perder esos kilillos que creéis que os sobran. Cuando estéis hablando con un conocido o amigo que trabaja en una ONG, en ese momento, sin pensarlo, ofreceos a colaborar. Echad monedas a la hucha cuando esos centimillos que solo parecen estorbar os pesen en los pantalones o en el monedero y no os fijéis un tiempo qué pasar con la familia, pasadlo y punto.

Miraos al espejo cualquier día y decidid cambiar vuestra vida que vosotros queráis, o mejor dicho, cuando ella os deje, porque a veces ella es la que nos ofrece las oportunidades para cambiar y debemos estar atentos a ello y para ella da igual que sea uno de enero, seis de febrero o veintiuno de marzo, ella siempre está dispuesta a cambiar. Lo importante es que nosotros también lo estemos, fuera de calendarios, fechas y horas. Lo importante es que estemos preparados para el cambio, del tipo que sea.

Así que si os planteasteis objetivos para el uno de enero, ya que lo habéis hecho sed conscientes y responsable y cumplidlos y si no, aún os quedan trescientos sesenta y pico días para seguir evolucionando, creciendo y cambiando.

María de las Nieves Fernández,
autora de "Los ojos del misterio" (Falsaria).
@Marynfc


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