MR. HYDE


Sucia y vil criatura que habita en mi cabeza, que con desconfianza te miro en la oscuridad de mi cuarto, y aun sabiendo que de ti no debo fiarme me haces caer una y otra vez en el olvido, de lo que pudo pero nunca ha sido, de lo que quise y perdí por miedo. Flaqueo cada día en tus intentos de hacerme sentir libre, y pierdo el camino de vuelta al punto en que te habías ido y lo sabía. La absoluta muerte del sentido común, de las ganas de verte, infame e inerte la suerte de quienes te tocan pero no llegan a tenerte, y gloriosa la batalla siempre de quienes luchan por lo que el fuego y la morralla destruirán tarde o temprano, igualmente, y es que animal o humano no es un instinto inteligente, dar todo lo que se tiene a cambio de la posibilidad de ver el sol nacer al día siguiente. Tú, corrompiendo almas puras y fuertes desde que el mundo fue mundo, desde que el agua cobró vida para saciarse de su sed. Dime qué has hecho tú por mí si no es darme ganas para luego quitármelas, si no es darme alas para luego cortármelas, si no es darme aliento para luego asfixiarme. Dime, ¿cuántas vidas se han perdido en tu nombre? ¿Dónde te escondes?, si es que no eres ya una esperanza vana o un llanto suicida. Dime tú, si es posible, que algún día te encuentre perdida entre las flores de tu jardín secreto de las delicias, elucubrando algún plan que en primera instancia suena perfecto pero que al final acabe en fracaso inminente, y es ahí cuando tú huyes, cuando las cosas se ponen feas y desaparece la lumbre, cuando el frío aprieta y el abrigo escasea, he ahí el momento de tu partida, dejas nuestros pechos vacíos, nuestras mentes sombrías, corres a guarecerte, saltas del barco, quien parecía manejar el timón, se larga y te deja tirado en medio del océano. Tú, sí, tú, el amor, vuela, lárgate, que otra cosa no sabes, sino poner la miel en los labios del que tiene mucha hambre el tiempo justo para que este se levante, y cuando acecha el cansancio primero de estar al fin de pie, recoge sus bártulos y abandona a quien hace un segundo era su protegido. Me haces sentir fuerte y poderoso cuando estas aquí a mi lado, pero normalmente cuando despierto, amor, ya te has marchado.

Alba Ferrer.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;