Sonrío al pensar lo felices que fuimos. Éramos capaces de desaparecer del mundo con sólo una mirada. Si todo se derrumbaba, nosotros permanecíamos. Recuerdo todas esas mañanas que buscabas mi cuerpo nada más despertarte. Yo siempre dispuesta a enredarme entre tus piernas. Éramos todo sin ser nada. Intentábamos no fusionar nuestros mundos, era la única forma de salvar el que estábamos construyendo. Un mundo lleno de pasión y complicidad, un mundo de pocas palabras y de mucho amor. Nunca fuimos de esos; de los de comparar, de los de equiparar, de los celosos, de los controladores. Nos dejábamos volar sabiendo que por muy lejos que llegásemos siempre estarían las ganas de encontrarnos de nuevo. Así éramos, diferentes. Quien no lo entendía decía que no era amor, pero ellos qué sabían. Ignorantes. Sonrío al pensar lo felices que llegamos a ser en un tiempo pasado y de repente, vuelvo a sonreír; y me doy cuenta que lo seguimos siendo. Poco a poco, día a día…
Blanca de Paco.
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