Propongo hacer un pequeño ejercicio imaginativo. Para empezar te diría que cerrases los ojos y comenzases a dar rienda suelta a tu parte más creativa e imaginativa, sin embargo no lo haré, pues necesito que los mantengas bien abiertos para que puedas leerme. Vamos allá.
Hay un libro sobre una mesa y tu sed por descubrir, por embarcarte en una nueva historia, en un nuevo relato, te inunda todo el cuerpo. Te acercas, lees el título y, después de arrastrar los dedos suavemente por la portada decides abrirlo, leerlo, escucharlo, sentirlo. Haces, en definitiva, lo que haría cualquier lector apasionado, dejarte llevar. Sin embargo, al abrirlo ves que se trata de una novela ilustrada, un cómic, un libro con dibujos. Un libro con tantos dibujos no puede ser para mí – piensas – seguramente será para alguien más pequeño, seguramente sea cosa de niños.
Es posible que más de una vez te haya asaltado este pensamiento, es posible, también, que afortunadamente no sea así. Sea como sea, quizá, algunos de nosotros nos hayamos vuelto demasiado grises para tanto color.
El libro del que hoy quiero hablarte sí que es cosa de niños. De hecho, es cosa de un niño, Jung Sang, el protagonista de una historia que, como algunas personas, va a ir perdiendo progresivamente el color para acabar viviendo algunos episodios que solo van a poder ser contados en blanco y negro.
«En la República Popular Democrática de Corea del Norte, hay dos personas más importantes que nuestro padre y nuestra madre, nuestro querido general Kim Il-sung y su hijo Kim Jong-il. Como los queremos mucho, colgamos sus fotos en todas partes... En las calles, las fábricas y las casas. Incluso hemos levantado estatuas gigantescas donde depositamos flores por su cumpleaños. Me llamo Jun Sang, tengo 8 años y soy un joven de la Corea liberada. La vida es importante para mí, la esperanza en un futuro radiante, también. Sin embargo, mi vida, mi esperanza, mi felicidad valen menos que la patria.» Así comienza la historia, una historia basada en hechos reales, confeccionada a partir de la convergencia de diversos testimonios recogidos por el periodista Aurélien Ducoudray e ilustrados por Mélanie Allag.
No he podido evitar, después de sumergirme en este mar de imágenes y palabras, preguntarme por lo que yo sencillamente llamo “mi realidad” y por lo distinto que se vuelve todo según quién pronuncie estas dos palabras entrecomilladas. Las páginas de El cumpleaños de Kim Jong-il nos retrotraen a los años noventa, un tiempo que para los norcoreanos se llena de hambre y miseria después de la caída de URSS; un tiempo, que, desgraciadamente, no ha cambiado tanto como desearíamos.
La editorial Astiberri nos invita a abrir los ojos a través de esta crítica y este acercamiento a la dinastía “Kim”, que gobierna Corea del Norte desde 1948 a través de un régimen completamente hermético.
Con este libro no hay excusas para no querer entender la historia y con ella el presente.
Sara C. Labrada
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