1921. DIARIO DE UNA ENFERMERA - ELIGIO R. MONTERO

Enfermera. Esta es la palabra que me sedujo a sumergirme en la lectura de 1921. Diario de una enfermera. Pese a haber estudiado letras, siempre he sentido curiosidad por el funcionamiento del organismo humano y todo lo relativo al mismo. Saber su composición, analizar sus patologías, descubrir sus curaciones, prevenir dolencias, todo ello me parece impresionante. No obstante, sé que el mundo de la medicina no solo abarca lo bueno, sino que se enfrenta a un gran número de horrores y crueldades. Y es lo que experimenta Laura, nuestra protagonista.

En esta novela, Eligio R. Montero traslada la vida de unas jóvenes enfermeras españolas al norte de África para ofrecer servicios a los heridos de guerra, pues a principios del siglo XX España sucumbió ante el ejército de Abd el-Krim. Gracias a estas aristócratas instruidas por la reina Victoria Eugenia y dispuestas a sacrificar su lujosa vida, los militares españoles serán atendidos y, su mayoría, curados.

En un principio, Laura es una estudiante de esas patologías, curaciones y dolencias. Pero, poco a poco, va erigiendo su persona como una enfermera con profesionalidad y de gran estima. De hecho, es ella quien da informe de lo que está sucediendo, pues las palabras de su diario conforman toda la ficción. Como todas las enfermeras, abandona su casa, su familia y los lujos, pero en su caso para conocer el paradero de Javier, capitán de aviación que le promete amor eterno. No es consciente de lo que significa ser enfermera hasta que deja de descansar, dormir y vivir sin preocupaciones ni responsabilidades. Esta nueva aventura está gestando un nuevo ser, la está transformando. Llega a Melilla como una niña recién licenciada en enfermería por la Cruz Roja y la abandona como una mujer sin miedo ni inocencia. Ya no es esa jovencita, sino que es una señorita nutrida de experiencias.

Asimismo, Laura parte de España con la esperanza de reencontrarse con Javier y recuperar su historia de amor, pero no esperaba que este mismo amor fuera puesto en duda. Como en todas las novelas románticas, Eligio R. Montero no olvida el ingrediente esencial: una tercera persona. Esta es un herido sin rostro, lo llaman, porque su semblante queda cubierto por unas vendas que tan solo dejan a la luz sus ojos y labios. Pero también es un herido sin memoria, que estará dispuesto a recuperar su identidad con la ayuda de Laura. Iniciarán, entonces, un camino que les tiene preparado una serie de pruebas, sacrificios y sufrimientos.

Amor y muerte, alegría y sufrimiento, castigo y recompensa. De igual manera, es una novela que prevé los típicos finales y, por tanto, se priva de lo esperado. Aun así, lo importante no es el final, que también, sino el día a día de Laura: lo que le pasa, por lo que sufre, sus dilemas, sus amigas, sus castigos, sus errores, porque todo ello es partícipe de la configuración como la nueva Laura, la Laura libre dispuesta a decidir.

María Navarro




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