Me ha vuelto a atrapar. Puedo estar todo el año defendiendo a aquellas editoriales que luchan por ofrecer una literatura de lo que suelen llamar «de calidad» – que yo nunca he sabido qué es pero defiendo por no quedar mal –, puedo estar todo el año criticando en conversaciones con amigos la sobreproducción de libros, la comercialización de la literatura, la inutilidad de según qué publicaciones, y que llegue el día en el que sale una nueva novela de Dan Brown y yo vuelva a estar pegado a sus páginas. Como he dicho, me ha vuelto a atrapar.
En Origen, Robert Langdon vuelve a ofrecernos su mano para llevarnos por una historia de más de 600 páginas de extensión pero de pocos días de duración. ¿Por qué? Porque te hará que lo leas casi del tirón. Si ahora mismo estás diciendo «¿pero este qué se cree? A mí no me va a enganchar, lo lleva claro», te animo a que lo compres, contribuirás a la cultura y a ti, (lo siento por no saber hacia qué decantarme). En esta ocasión, nos encontramos en España, concretamente en Bilbao, con un Langdon que es invitado a un enigmático anuncio que tendrá lugar en el Museo Guggenheim por parte de uno de los jóvenes multimillonarios más de moda del momento, un visionario moderno, un profeta 2.0: Edmond Kirsch. A partir de ese momento, todo se trastocará en la vida de ambos y de todos los que les rodean. Langdon se verá obligado a ir a Barcelona, a recorrer – como tanto le y nos gusta – la Historia, a sumergirnos en el mundo “gaudiniano” y a ofrecernos pinceladas y no tan pinceladas acerca del mito de la creación, de la lucha entre ciencia y religión, del poder que tiene la persecución de la palabra de un dios sobre toda una sociedad, sobre todo un planeta: el nuestro. Acabaremos sabiendo en qué cree Robert Langdon.
Desde que tiene lugar el punto trágico de la narración, ese punto que Dan Brown sabe colocar tan pronto y que es tan efectivo en la cosecha del ansia del lector, nos veremos obligados a seguir sin tiempo para respirar a Langdon y su clásica mano derecha, papel que en esta novela recae sobre Ambra Vidal, la directora del museo. Kirsch prometió anunciar algo que cambiaría el devenir vital de todo el mundo, que destruiría las religiones, que respondería, por fin, a las tan recurridas preguntas: «¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos?». Algo impedirá que tenga lugar ese anuncio en el momento planeado, pero no que se haga público pocas horas después. ¿O sí? Para eso deberemos coger la mano de Langdon.
Dan Brown avanza en este libro y posa su mirada novelística sobre el futuro: avances tecnológicos, científicos, incluso religiosos; Uber, redes sociales, hackers, Tesla, Apple o incluso Frozen; pinceladas que deja Dan Brown para decirnos que Langdon no tiene porqué quedarse estancado tras los brazos del Hombre de Vitruvio, y que no lo hará. Puede que moleste la imagen que ofrece de la Casa Real española, o del papado actual, o de la estancada sociedad española. Puede que sí y eso provoque feroces críticas – como ya pueden leerse – o puede que no y siga convenciendo a gente – yo – que dedica sus días a decir que no lee este tipo de libros. Y puede entonces que me preguntes: «¿por qué haces eso, hipócrita?», y yo te diga que no lo sé (aunque sí lo sepa), que nunca he leído a Dan Brown (aunque haya leído todos sus libros), que es verdad que ya está de capa caída (no lo está), que tienen razón los que lo dan por acabado (no la tienen), que yo nunca, que yo tampoco nunca (yo siempre, yo también siempre), me he preguntado «¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos?». ¿Y tú?
Víctor González
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