Me gusta el cuento como género. Sé que hay pocas editoriales que apuesten por él, que vende poco y que suele estar visto como un género menor. Sé todo esto y me da igual, porque como digo me gusta el cuento. Y mucho. Y me gusta porque he tenido la suerte de encontrar referentes en él, escritores a través de los cuales verme, frases que yo escribiría si supiera por dónde se debe empezar a la hora de ponerse a escribir. Oscar Sipán es uno de ellos, para mí el mejor cuentista español de los últimos años, ese autor secreto al que te sientes orgulloso de leer y extrañado al ver que no todo el mundo lo hace. De verdad, os encantaría.
La novia francesa de Ho Chi Minh es la última apuesta del aragonés de la mano de Limbo Errante. Trece son los relatos que componen un libro de lectura rápida pero honda. Podría ponerme a explicar o a resumir los cuentos pero cuando lees a Sipán te das cuenta de que no quieres saber qué te va a contar sino que lo quieres es que te lo cuente, que te lo cuente ya, por eso es tan complicado terminar de leer un relato y dejar el siguiente para después. Ten cuidado, ya te aviso, si compras alguno de sus libros tienes que tener claro que te lo leerás del tirón. Y eso es un peligro. Sipán tiene algo especial, es capaz de imponer su mirada a la tuya y hacer que a partir del momento en que lo has leído veas todo a través de su forma de mirar. A través de la suya y de la de tantos otros que a él lo han formado, lo han pulido. No hay más que leer y disfrutar el prólogo. Y es que como decía Eugeni d’Ors, «lo que no es tradición es plagio».
Algunos más breves y otros más extensos, incluso alguno formado por varios microrrelatos, los trece cuentos que forman La novia francesa de Ho Chi Minh harán que vuelvas a disfrutar leyendo, con sus vueltas de tuerca a metáforas imposibles, con símiles que llevan la etiqueta de subrayado obligatorio, con historias que parecen escritas por tu yo del futuro sabedor de lo que te va a gustar para gustarte. Que el trece siempre vaya unido a esta suerte.
Ya es un clásico deleitarte con las citas que siempre adjunta al inicio de cada relato y que son el resumen de lo que va pasar. Así como la maestría en las sentencias, frases que provocan en ti muecas de satisfacción, agujas que explotan el globo de la historia y te cambian. Me gusta lo que Sipán cuenta y sobre todo cómo lo cuenta. Me gusta esa formar de mirar la belleza desde su cara oculta, desde su parte rota, desde la zona olvidada. Imagino qué debería haber sentido aquel coronel que vio, tras la guerra, el campo de batalla lleno de amapolas. Creo a veces que es imposible imaginarlo, hasta que me encuentro un libro que me trae un sentimiento que me parece posible y similar y adecuado. Siempre es un libro, y lo que me satisface y me sorprende es que empieza a ser habitual cuando leo a Sipán. Hay escrito en algún lugar del libro que «la vida es una fiesta entre dos tragedias» y yo me digo que leer a Sipán es también una fiesta entre dos (posibles) tragedias: la del libro leído y el libro por leer. ¿Te unes a la fiesta?
Víctor González.
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