EL SUEÑO DE IZARO


Se encienden las luces, abro una puerta y veo una habitación con un techo de madera y paja. Abro otra puerta y salgo a un bosque oscuro y tenebroso. Todo es tan extraño...Salgo de aquella casa y a cada paso que doy, el bosque se estremece, existe en ese momento una lluvia de hojas doradas. Esa noche la luna no alumbraba, pero había algo que emitía una luz en lo más profundo del bosque, como si el bosque hubiera robado la luz a la luna. Sigo andando, un grupo de búhos me acorrala ante mi mirada desconcertante y desafiante. Aquellas aves empiezan a cantar, a volar a mi alrededor. Se alejan dos metros y vuelan en círculos, a una velocidad extrema. En cuestión de segundos, los búhos desaparecen, como si la oscuridad se los hubiera comido. En aquel círculo aparece una bella mujer, con un vestido de falda muy larga, un vestido azul claro que radiaba una luz cegadora. Había encontrado aquella luz del bosque. Me hace un gesto de seguirla y desaparece. Todo es tan real y a la vez tan irreal... Sigo caminando, sigo su luz, mientras el aullido de los lobos hace de banda sonora. Se me empiezan a cansar las piernas, es un terreno desconocido, no es tierra, no es arena, no es hierba, ni es barro, es como andar sobre arenas movedizas. Salgo de aquel bosque a una explanada, me siento en una roca a descansar, a pensar en qué esta pasando. Las rocas empiezan a crear unas raíces de piedra que intentan atraparme, abrazarme. Me escapo como puedo y empiezo a correr, parece que lo más seguro será adentrarme en el bosque que está a continuación. Llueven pétalos blancos, cuanto más me adentro más llueve, al fondo veo una manada de lobos blancos dirigiéndose hacia mí a toda prisa, y yo simplemente me paro y los miro. A un metro de mí se detienen repentinamente. Obedecen a una voz tan dulce y a la vez tan enigmática...Una persona a lo lejos vestida de rojo, con una gran capucha que le tapa toda la cara se dirige hacia mí pero muy lentamente. Alza los brazos y los lobos se convierten en poderosos hombres con antifaz y pelo blanco de lobo. Aquella persona se quita la capucha y es otra bella mujer, con pelo blanco nieve. ¿Es un cuento? Ya me habían contado esa historia en que una niña es engañada por un lobo, pero esta vez el lobo es engañado por esa bella mujer y solamente obedecen a su extraña voz. Había algo en ella... locura tal vez.

Me preguntó qué hacía por estos bosques. Le dije que no sabía nada, de repente me encontraba en una habitación con una sola puerta. Al decir eso se acercó a mí asustada y me dijo que la siguiera. Pararon de llover pétalos blancos, todos los animales del bosque nos observaban con miedo. Ellos más extrañados que yo ante mi presencia. Me lleva a una plaza con el suelo de piedra y musgo rojo. En medio de la plaza una gran caja musical cerrada. En cuanto piso la plaza la caja se abre, en ella sale una bailarina bailando al ritmo de esa música. Aquella bailarina era la mujer vestida de azul claro. La plaza se iluminó de una luz blanca preciosa. Una maravilla para los ojos de un mortal. Ella baila sobre un gran espejo. Toda la luz se reflejaba en ese espejo e iba directo al cielo. Miré arriba y la luna se iba llenando de luz. Mientras la bailarina se quedaba sin luz. Poco a poco la plaza recupera la luz de luna natural. La intensidad de ese acto destrozó el gran espejo, la pista de baile cayó y la música se paró. La bailarina se desplomó, corriendo fui a por ella, y cuando estaba a centímetros de ella, puf, desaparece otra vez. De ella cae un trozo de espejo intacto, una forma cuadrada perfecta. Lo recojo y me miro en él. Sobresaltado lo tiro asustado. No podía creer lo que había visto, mi cara era la cabeza de un cuervo, un cuervo blanco. La mujer del vestido rojo estaba observando todo, desde la lejanía, me respetaba, me temía, me entendía. Me explicó quien era, el gran cuervo que descansa en aquella vieja casa de paja. En el reino de los bosques habita un poderoso hombre cuervo, pasea todas las noches vigilando, buscando aquella mujer de vestido azul. Es capaz de amansar cualquier fiera, es dueño y señor de los bosques, de la tenebrosa noche. Pero no es capaz de sentir la piel de aquella mujer a la que ama. Yo era aquel hombre, increíble, esto no podía estar pasando. Le dije que me llevara a donde ella habita, donde pueda sentir su corazón con el mío. Me dijo que la siguiera de nuevo. A cada paso observaba el bosque, veía aquellos búhos agachando la cabeza como si vieran a un rey. Aquellos lobos blancos también agachaban la cabeza y todo animal que rapte, que vuele, que ande, que trote, que nade, todos obedecían a mi voz. Llegamos a un camino iluminado con grandes candelabros. Al fondo una casa azul que emitía una música alegre, alocada. Se escuchaban risas, alborozo, era una gran fiesta. Nos postramos ante una pequeña puerta blanca protegida por dos hombres vestidos de azul sosteniendo unas grandes ramas rudas. Al verme me abren la puerta, nos adentramos pero dentro solo se escuchaba el sonido del viento chocando con aquella casa. En medio, la bailarina del vestido azul. La pregunté su nombre, quién era ella para haberme cautivado de esa manera. Volviéndose me miró y tras varios segundos, me dijo con voz suave, Izaro es mi nombre. Se acercó a mí despacio, me miró fijamente a centímetros de mí. Su mano se fundió con mi cara al acariciarme. Me tocó la cabeza como si pudiera tocarme la parte más profunda de mi cerebro. Le dije que me dejara sentir su piel pero ella me respondió "no puedo, no soy de este reino, todas las noches vienes a buscarme pero es un amor imposible, soy un astro de luz, nada más que un astro de luz..." Yo la dije "entonces arráncame la mortalidad, renuncio a este reino. Mi verdadero reino está junto a ti, reina de los astros, hazme astro, estoy cansado de buscar el sentido de tu piel...es el momento." De inmediato aquella sala se empezó a llenar de luz, ella empezó a bailar delante de un espejo que reflejaba toda esa potente luz sobre mí. Notaba como mi rostro volvía a ser el que era, mi cara volvía a su forma natural y mi cuerpo se desprendía en el ambiente. Cuando paró de bailar, el espejo se partió. El techo de aquella casa se abrió. Izaro y yo subíamos, flotando en el aire, nos fundimos en un beso, un beso que creó una luna llena. Debajo se escuchaba una orquesta compuesta por el reino de los bosques, una ceremonia especial como si de una boda se tratase, el temible señor de la noche y los bosques y la radiante reina de los astros de luz. Luché por algo imposible, una vez más, ganó el amor a lo imposible. Ella no se cansó, no se rindió y encontró a su media luna. De repente un gran estruendo suena en el cielo, tiembla todo, un sonido muy desagradable y entonces me despierto, empapado de sudor, apago el despertador. Hora de levantarse, todo había sido un sueño, un sueño demasiado extraño y a la vez increíble. Noto una presión en la cabeza, qué raro... Por fin consigo levantarme, miro hacia la ventana y veo una marca de manos en el cristal. Me dirijo a la mesilla de noche y... encuentro una hoja dorada. ¿De verdad era todo un sueño?

Borja Soto.

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