Imagen: Irene Colell. |
tengo un pedazo de carne en la mano
y un grito desgarrado en las pupilas
el silencio se desdibuja suavemente
por las grietas de mis contornos.
estoy a punto de todo. las
cosas se desbordan desde
mi cuerpo hacia el suelo
Tengo los pies manchados
de historias.
estas lejos y tu olor
ha impregnado mi futuro.
estoy con los brazos esperando
tu cuerpo huido. Tu sangre
es solo tuya.
hay un vacío que me ahuyenta
de ti. haría de tu cuerpo un
santuario y de tu cabeza
un infierno.
el dolor es lento. un cuenta
gotas. y acumulo gramos
y gramos de espinas y
oscuridades, de vidas
silenciadas e invisibilizadas.
te tengo como principio, pero
desde ahí no encajo: DEBO
huir de nosotros.
encontrarme fuera de lo
que somos. Te dejo conmigo
yo, me voy.
antes, quisiera que te quedaras un
trozo de mí, esta carne que se
desgasta en mi mano.
yo, el resto, me regalaré al
absurdo. a la riSa y al olvIdo.
al ahora.
nada más que Esto.
Tu quédate con la historia
yo me quedo con la piel
cuéntales a los oídos que
anhelan, que enloquecí y
que huí entre las trenzas.
que creí ser otra, y quizás
sí, una que no conocía.
pero Diles que solo así
sentía el circuito eléctrico
de la vida, la humedad
del movimiento.
Diles que nunca seré eterna
y que muero cada noche.
Diles que me he convertido
en todo, pero que no me
busquen (no tengo
forma de nada)
Diles que muchas veces el
olvido es mi ansiolítico:
dosis altas para sobrevivir (te,me,nos)
de mientras yo estaré
diluida entre oxígeno,
tierra, arte y fuerza.
Patricia Bertolín.
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