Imagen: Irene Colell. |
Las palabras que hablan de mí
se desintegran con el ruido
del polvo.
Las miradas no serán para
siempre y las miradas
son el principio de
la palabra.
Cuando hable de mí nunca
será para siempre, pues mi
mirada está atada al corazón,
a los detalles, a lo vivo,
a lo que se mueve de lugar.
Mi sentir es una especie de
protesta hacia
lo que magulla mi carne.
¿Cómo saber qué palabra
usar?
¿Cómo nombrar lo que sucede
sin agarrarlo para siempre?
¿Uso entre comillas,
paréntesis?
¿Dónde encontrar un espacio
de seguridad dentro
de mis propios textos?
Hoy el riesgo no entra dentro
de mi agenda.
La muerte tiene ese sabor
a rancio: la muerte es pegadiza.
En la muerte no hay ilusiones
sólo espacio y tiempo,
no hay huecos: hay llanuras
con posibilidades invisibles
a los ojos que esperan
garantías. En la muerte los premios
son mentiras.
y la alegría es un desliz
hacia la perdida inocencia.
Patricia Bertolín.
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