MUJER


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El maestro se encontraba dando los últimos retoques a su nueva creación, cuando su aprendiz se acercó a él, sigiloso, temiendo romper su manifiesta concentración.

- Sé que estás ahí, ven a mi lado, no temas.

- No quería incomodarle, maestro – confesó acercándose y mirando a la inmóvil criatura que se alzaba frente a él -. Es muy hermosa…

- Y no solo hermosura posee, joven aprendiz. Estás ante mi mayor proeza – dijo el maestro satisfecho.

- ¡Vaya! ¿Y qué hará para considerarla como tal? – se atrevió a preguntar.

Mirándolo a los ojos, henchido de orgullo, el maestro comenzó a relatar:

- Esta divina criatura que he bautizado con el nombre de "mujer", será madre. Albergará durante nueve meses en su seno al futuro de su especie y lo parirá. Sufrirá al hacerlo, llorará y derramará sangre por el hijo que saldrá de sus entrañas pero pese a ello, lo amará, educará y protegerá ante todo y ante todos durante el resto de su vida. También será hija. Venerará a sus padres, los escuchará y cuidará cuando enfermen o la necesiten. Estará siempre a su lado, aunque deba dejar de lado parte de su vida, nunca les abandonará. A parte de madre e hija, también será compañera y amante. Querrá de manera incondicional a la persona que decida compartir su vida con ella. Formará un hogar cálido, limpio y acogedor, lleno de cariño y buenos momentos. Luchará por ello y no permitirá que nada lo destruya. Para conseguir todo ello será trabajadora. Tanto dentro como fuera de su casa. Le faltarán horas al día, pero lo hará. No habrá profesión que se le resista y pese a tenerlo más difícil que el hombre jamás se rendirá.

- ¿Podrá con todo ello, maestro? – preguntó sorprendido el aprendiz.

- Podrá. Para ello la he hecho fuerte, optimista, soñadora, responsable, intuitiva, alegre e inteligente. Sabrá escuchar, aconsejar y ser el hombro donde siempre el resto podrá llorar. Ella, lo hará en soledad cuando este triste y no pueda más, para no preocupar a los que la quieren. Delante de sus seres queridos siempre mantendrá una sonrisa, aunque esté rota por dentro, así ellos la verán feliz y no sufrirán por ella.

- Pues sí que es su mayor obra, maestro – confesó el aprendiz.

- Aún hay más – le explicó retocando el suave y sedoso pelo de la mujer -. Sus besos curarán, sus abrazos calmarán y sus palabras tranquilizarán. Su belleza será patente, siempre, aunque que ella intentará ensalzarla para tapar sus desvelos, su cansancio y el paso de los años. Antepondrá su familia a sus propios intereses, será generosa con los que lo merezcan pero sacará las uñas y su genio con aquellos que quieran dañarla a ella o a los que forman parte de su vida. Los incultos e ignorantes la llamarán el sexo débil por ser, aparentemente, más menuda y frágil que el hombre pero nada más lejos de la realidad. La debilidad no formara parte de su condición. Nunca.

- Es perfecta… - musitó el aprendiz.

- No, no lo es – contesto el maestro. El aprendiz lo miró extrañado -. Hay algo que no logró arreglar en ella. Un defecto que no consigo solucionar – admitió con pesar.

- ¿Y cuál es ese defecto? – pregunto el aprendiz con curiosidad.

- No logro hacer que se valore lo suficiente.

María de las Nieves Fernández,
autora de "Los ojos del misterio".
@Marynfc


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