Es una sensación triste: sola,
un vértigo acumulado en el
estómago.
un desprendimiento físico
de tu compañía, en esos
momentos en que reconoces
que te has ido de casa.
ese miedo que te agarra la
vida por el cuello y se
ahogan las ganas de ver
los colores en el escenario.
ese pánico de que nada te
pertenezca, de que tu vida
se escriba con la insostenibilidad
de las creencias.
ver que te vas, libre, bonitx y
sonriente, y yo me quedo
con la cáscara magullada,
sintiendo
simplemente un dolor agudo,
una pérdida de sonrisas,
unos trozos de vida
que ahora viven lejos
de mí.
si pudieras oír
mi soledad.
mi presente se encierra en imágenes
futuras, escenarios del mañana. Y
el futuro se acorta, deja de existir
porque el oxígeno apenas deja arrugas
en la cama: inmóvil. A punto de ser.
y mientras tú sonríes, y llamas a la
libertad, yo me siento presa de esta
soledad mordaza. De este sentir
prohibido e infectado.
te cuelgo en la pared como
como algo lejano. a veces soy tan
difícil de vivir. No quiero
mancharte. Cuando veo que
vuelas siento que ya está, que
ahora lo único que vamos a
compartir será la ausencia.
La falta de lx otrx.
Para poder seguir articulando
esto que denominan
tiempo y aprendizaje.
Patricia Bertolín.
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