Imagen: Irene Colell. |
Hay heridas que no te permiten volver:
es cuando lo físico empieza a vivir la dictadura
del dolor.
El abismo entre la intención y el
movimiento es lo que no permite una continuidad sin ruido.
Las predicciones preceden al
pulso, porque aprendí a degollar la espontaneidad.
Son las pérdidas las que articulan mi historia,
las que hacen menos posible la
acumulación de identidad cosificada.
Las caricias, en peligro de extinción:
porqué no hay ninguna mano que se atreva a
desintegrar los huecos que se expanden
en las vísceras nocturnas de este cuarto.
Hay noches que suceden fuera de mi
cuerpo: están la soledad, el miedo, y la piel.
Y sufro, sufro porque mi mirada no puede
ignorar que no existe aval para tanto impulso.
Patricia Bertolín.
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