CUADERNO DE VIAJE


Fecha interestelar 8852/42:

Estoy desolado. Sorprendido también y, por qué no admitirlo, asustado. Ayer, después de un último salto por el agujero espacio temporal MG990, vimos nuestro objetivo. Allí estaba. Azul, veteado por unos irregulares velos blanquecinos que los terrícolas llaman nubes, verde, ocre… Repleto de colores y de vida, de centenares y centenares de formas de vida de todos los tamaños y matices, aunque a nosotros solo nos interesa una. La que se hace llamar raza humana.

Cuando llegamos a su satélite, Luna le llaman, nos ocultamos tras ella para no ser captados por sus artefactos que vigilan el universo más cercano y allí, amparados por la oscuridad, le pedí a Olein que encendiera el Xerter para ver lo que había ocurrido en aquel remoto planeta desde que las primeras células aparecieron en él hasta el momento actual en el que nos encontramos.

Nuestro visionador lo envolvió y comenzó la proyección de la historia de la Tierra en nuestros monitores.

Al principio parecía el lugar ideal donde poder establecerse en pacífica comunión con los seres que allí vivían. Multitud de culturas habían construido lo que hoy es la Tierra cubriendo los suelos y las mentes de los hombres con enriquecedoras arquitecturas, sabios descubrimientos que, pese a ser aún muy inferiores a los nuestros, iban por el buen camino, y una gran evolución que todavía perduraba. Estaban en los albores del sumun conocimiento pero era una civilización joven a la que le quedaba mucho por aprender y por descubrir. De ayudarles nos encargaríamos nosotros.

Olein y yo estábamos entusiasmados. Nuestro planeta está a punto de ser engullido por su estrella y necesitamos otro lugar donde seguir viviendo y la Tierra era nuestra tabla de salvación. Presentaba condiciones similares a nuestro mundo y tenía mucho espacio donde poder establecerse. Nosotros, a cambio, les enseñaríamos todos nuestros conocimientos y haríamos avanzar su civilización más y mejor de lo que lo había hecho hasta ahora, pero entonces, justo antes de entablar comunicación con el control de la misión en nuestro planeta, el Xerter nos mostró una cara muy diferente de la Tierra.

Los monumentos majestuosos, el crisol de culturas, la relación tan especial entre el ser humano y el resto de especies, el mar, la imagen de una hembra amamantando a su cría, la risa (algo que quiero aprender a hacer), la suculenta comida que llevan a sus bocas y a sus estómagos, el cine, el amor, la creación de vida de la manera más hermosa que vi jamás, la amistad, los besos, la música, la literatura… todo sacudido por unas imágenes terroríficas que no podía creer que pertenecieran a la misma especie.

Olein y yo estábamos atónitos viendo cómo el mismo ser era capaz de todo lo anterior pero también de matar y torturar a sus propias crías, de masacrar a sus hembras de las maneras más atroces jamás imaginadas, de crear máquinas y artilugios capaces de segar miles de vidas. De algo que llaman guerras donde todo lo anterior llega a su máxima expresión, matándose unos a otros sin remordimientos, incluso muriendo ellos para matar a los demás. Dónde otras emociones cómo el odio, la envidia, la rabia y el miedo, ahogaban a la más pura y poderosa que tenían, pero no se daban cuenta de ello.

Anteponen todo lo bueno que tienen por el poder, por estar en lo más alto sin importarles hacer auténticas barbaridades para conseguir estar por encima de sus congéneres y por unos papeles de colores que llaman dinero. ¡Por el amor de nuestros hijos, es solo papel! ¡En nuestro mundo hace cientos de ciclos estelares que dejamos de usar papel!

No hablan entre ellos, no llegan a acuerdos, no dialogan y cuando lo hacen lo ven como algo excepcional. Las voces y las faltas de respeto son tan usuales, que ya forman parte de su forma de ser.

Y si no tuvieran suficiente con todo esto, además están matando a la Tierra, ¡a su hogar! La están explotando de tal manera que se está muriendo a pasos agigantados. Llenan los océanos, la tierra e incluso su atmósfera de residuos, de mugre y de aire negro y contaminado que a veces no les deja ni respirar. Arrasan sus bosques y matan a otras especies sin control por puro placer, creyéndose los dueños de todo lo que les rodea. La Tierra, se queja a veces, y la naturaleza, nuestra madre, les reprende con cataclismos meteorológicos tan voraces que nuestro mundo nunca ha visto, pero ellos no reaccionan. Sólo se quejan, entierran o queman a sus muertos, reconstruyen y siguen adelante sin ser conscientes del mensaje que la madre de todo les quiera dar.

¡Es increíble! ¡Increíble!

- ¿Qué vamos a hacer? – me preguntó Olein mirando aún el monitor, aunque ya estaba en negro.

- Volver a casa – le respondí antes de soltar una gran bocanada de aire.

- ¿No vamos a aterrizar?

- ¿Para qué? ¿Para terminar muertos o secuestrados en algún horrible lugar? Después de lo que hemos visto dudo mucho que se tomen nuestra presencia en su suelo como algo enriquecedor. Seremos una amenaza para ellos. Todo, hasta ellos mismos, son una amenaza.

- ¿Y qué vamos a hacer, Palsi? Nuestro mundo está a punto de morir – me dijo Olein asustado.

- Volveremos cuándo los humanos hayan acabado con ellos mismos – le dije pulsando con rabia el teclado y poniendo rumbo a nuestro hogar.

- Y, ¿cuándo será eso? – me pregunto Olein preocupado.

- Pronto… muy pronto.

María de las Nieves Fernández,
autora de "Los ojos del misterio".
@Marynfc



3 comentarios:

Lis th dijo...

Muy ciertas las palabras que dan forma a este maravilloso relato.

Unknown dijo...

Muchas gracias Azul. Un abrazo.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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