DORMÍA CON EL ENEMIGO


Cuando te marchaste me dejaste el corazón en los huesos. Quizás el problema estuvo en idealizarlo todo tanto. En colocarnos en una nube y en dejarnos volar. Quizás debimos frenar. Poner un destino claro en vez de ir de motel en motel. Pero la carretera era nuestro lugar favorito y seguimos viajando. Tanto por el mundo como por nuestro cuerpo. No teníamos solución ni respuestas a ninguno de nuestros problemas. Pero poco importaba, nos teníamos el uno al otro. Creábamos encuentros imaginarios. En ningún momento hablamos de lo que teníamos, los dos creíamos que no era necesario. Nuestra lengua hablaba por sí sola. Te entregué mi vida y mi alma en ese coche, te miré y te supliqué que no parases nunca y así lo hiciste. Aceleraste y no me di cuenta que contigo no existían los frenos. No supimos decir basta. Por un momento, olvidé que la vida es como una montaña rusa y que todo lo que sube, baja. Y bajamos. Bajamos en picado sin ningún tipo de seguridad. Yo creía que mis caricias estaban bajo un seguro a todo riesgo y me estafaste. Dormía con el enemigo. Siempre fuiste una bomba de emociones. La bomba estalló y a mí me pilló de pleno. Me cortaron todas tus mentiras y todo tu teatro. La función acabó y me di cuenta de que jamás había sido la protagonista. Tú no volviste, yo te esperé. Pero en ese momento aprendí que cuando alguien se va es porque nunca había estado aunque nos empeñemos en creer lo contrario. 

Titanium.
@blancadepaco

1 comentarios:

Publicar un comentario

 
;