ATEMPORAL


Adoro el tiempo, no todo el tiempo, adoro el tiempo de más, adoro esos segundos que pasan al despertarse sin saber quién se es o donde se está, ese momento justo antes de abrir los ojos en el que no tienes identidad ni mal trago que te asuste. Adoro los viajes en autobús, pero no todos los viajes, los largos, los que duran más de media hora, los viajes en los que puedes sentarte y disfrutar de no hacer absolutamente nada más que ser y estar, ese tiempo que tienes para pensar sin que nadie se pregunte dónde estás o cuánto vas a tardar, ese tiempo de reflexión interna en el que piensas en las cosas más estúpidas y también en las más profundas.

Adoro el agua caliente en la ducha, pero no es en sí el agua caliente lo que me gusta, adoro sentarme relajada entre agua y burbujas y también los cinco minutos de la ducha matutina a toda prisa, lo que disfruto es la pausa que hace el mundo en mi cabeza cuando entro en el agua, es tanto la soledad como la compañía de los pensamientos que me amenazan. Adoro fumar, fumarme un cigarro antes de entrar a clase o al trabajo, los últimos cinco minutos de paz antes del ajetreo y los gritos, antes del ruido de la actividad, antes de volver a la vida real.

Y es que soy una amante del tiempo, me gusta desperdiciarlo en crear vida dentro de mí, en tener alma y conocerme a mí misma, en preguntarme quién soy y qué hago aquí, en esta vida, en cómo soy realmente, me gusta pensar en quién soy y sentir que tengo un sitio, aunque en realidad solo tenga un sitio en ese autobús, en esa ducha o en ese banco, pero es mi sitio al fin y al cabo. No ando deprisa e intranquila pensando en a dónde he de llegar, disfruto el camino por el que, más rápido, o más despacio, sé que he de pasar, disfruto de mi tranquilidad frente al agobio de los demás. Podéis pensar que no valoro mi tiempo, que lo malgasto, exacto, es mi tiempo, no lo malgasto, lo invierto, lo invierto en las cosas que disfruto de verdad, como divagar, como esperar, como mirar las hojas mecerse con el viento, como escuchar atentamente los sonidos de mi vecindario al despertar, como mirar la luna desde mi rincón secreto y disfrutar solo de estar ahí. Lo invierto en las cosas que me importan de verdad, en el crecimiento personal.

Hace poco alguien me dijo ‘solo son diez minutos’ y me di cuenta de cuan relativo es el tiempo, lo que para alguien solo son diez minutos para mi pueden ser mil cosas, pueden ser un rato a solas sentada mirando al mar, pueden ser un paseo de camino a ningún lugar, pueden ser un par de canciones por cantar e incluso un par de cigarros que fumar mientras hablo conmigo misma. Suelo jugar a un juego en el que uno de los personajes dice ‘lo importante no es el tiempo que tienes, sino como lo usas’ y el valor del tiempo es algo que muy pocas personas ve más allá del estrés y del ‘no puedo’. Gastar el tiempo no es malo, lo malo es gastarlo sin haberte dado cuenta de que es con él con lo que has pagado.

Alba Ferrer.
@dihiftsukai

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