PRÓLOGO DE 'CONFLUENCIA'


Hace dos años. Cerca del aeropuerto Ciudad Real Central.

- ¡Parece mentira que antes de conocerte me diera tanto miedo volar! – exclamó la mujer mirando al piloto con visible gesto de adoración -, pero contigo me siento tan segura que hasta me apetece abrir la puerta para saltar y flotar entre las nubes – bromeó mientras le acariciaba la cara con el dorso de la mano.

- Esa sería muy mala idea, cariño – rio él cogiéndole la mano y besándole los nudillos.

Ambos disfrutaban de las preciosas vistas que tenían desde la cabina. Un espléndido cielo azul salpicado con blancas y regordetas nubes parecía no tener fin frente a sus ojos. Él pilotaba su precioso regalo de cumpleaños y ella estaba orgullosa y feliz por el hombre que hacía tan solo unos meses se había convertido en su flamante segundo esposo. Esperaría a llegar a su destino para darle la gran noticia, aunque ya se había adelantado confesándole el secreto que guardaba celosa en su vientre al otro hombre de su vida, pese a que solo pudo escribirle cuatro líneas en la carta que le envió donde estaba privado de lo que ella y su marido ahora mismo disfrutaban. Pese a su situación era incapaz de ocultarle nada.

Un ruido ahogado y chirriante junto con unas secas y fuertes vibraciones azotaron el avión cambiando las sonrisas y las miradas de complicidad por un gesto de asombro, al que siguió el desconcierto y la tensión, mezclada con el miedo que se hizo patente al instante. El pitido insistente y agudo de una alarma y el testigo de fallo de motor apareció frente a los ojos de él.

- ¿Qué pasa? – pregunto ella mirándolo con pánico, mientras él agarraba el timón con fuerza y revisaba los indicadores.

- Ponte el cinturón – pidió visiblemente preocupado mientras apretaba varias botones -. PAN, PAN, PAN, Ciudad Real Control de Polar 66. Se nos ha parado el motor número uno – avisó por radio.

- Aquí centro de control, Polar 66 recibido. Entiendo que tienen un problema de motor y declaran emergencia – corroboró una voz metálica.

- Es correcto. MAYDAY, MAYDAY, MAYDAY. Ciudad Real Control, Polar 66 declara emergencia, tenemos el motor número uno parado. Solicitamos dirigirnos a tomar tierra al aeropuerto Central Ciudad Real. Requerimos los servicios de bomberos, rescate y emergencias.

La voz de él era segura y no temblaba, pero en su interior se temía lo peor, si el segundo motor también fallaba…

Pese a la cantidad de horas de vuelo que llevaba a sus espaldas, no se explicaba por qué demonios el motor había dejado de funcionar y más cuando había revisado concienzudamente el aparato antes de despegar, pero en ese momento debía concentrarse en mantener el avión en el aire y aterrizar cuanto antes.

- ¡Dios mío! – exclamó ella cerrando los ojos y agarrándose con fuerza al asiento cuando las sacudidas empeoraron.

- Recibido. Paso aviso a la Torre y a todos los servicios de emergencia – dijeron desde el centro de control –. Polar 66 cambie con la Torre de Ciudad Real en frecuencia 126,1 – le pidieron.

- Cambiamos con la Torre de Ciudad Real en 126,1 – dijo moviendo el dial con mano firme -. MAYDAY, MAYDAY, MAYDAY. Torre de Ciudad Real de Polar 66, nos dirigimos a tomar tierra en su campo y declaramos emergencia, tenemos el motor uno parado.

- Recibido Polar 66. Todos los servicios de emergencia del aeropuerto ya están activados. Dígame número de personas a bordo, tipo de aeronave y combustible – pidieron desde la Torre del aeropuerto.

- Somos dos personas a bordo – explicó mirando a la mujer que le suplicaba con los ojos llenos de lágrimas y que se abrazaba el abdomen con posesión, que la sacara de allí cuanto antes –, avión de hélice privado, depósito de combustible al 85%. Estamos a 25 millas al suroeste de su campo y estamos perdiendo altura – informó atropelladamente, con la voz cada vez más entrecortada.

- Les tengo en pantalla. Pongan rumbo 030 y desciendan a 2000 pies.

- Rumbo 030 y descenso a 2000 pies. Necesito QNH – pidió refiriéndose al número para calar los altímetros y prepararse para un aterrizaje de emergencia, pero un nuevo vaivén del aparato hizo que su estómago se le subiera hasta la garganta y otra alarma que palpitaba con urgencia en la cabina junto con sonido de la turbina que anunciaba la tragedia le indicaron que de poco serviría saber la presión barométrica.

- QNH 1020 Mb. – informaron desde la Torre.

- Torre estamos teniendo problemas con el otro motor, no sé si podremos llegar.

El avión comenzó a descender a tal velocidad que el piloto era incapaz de hacerse con él. En la que sería la última visión que tendría en su vida, miró a la mujer que tenía a su derecha y le dijo el último te quiero. Ella, le devolvió un ahogado “yo también” y cerró los ojos.

Desde la Torre de control del aeropuerto Central Ciudad Real, los controladores que estaban en ella perdieron el pequeño puntito verde que tenían en el radar y segundos después, un afilado y atronador ruido anticipó el brutal impacto del avión en la loma de una montaña cercana, que convirtió todo en un radio de 500 metros en un amasijo de metal, humo y llamas.

María de las Nieves Fernández,
autora de "Los ojos del misterio" (Falsaria).
@Marynfc


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