EL CÍRCULO ETERNO


Dicen que a algunas mujeres les gustan las joyas,
ya saben, diamantes, pendientes y piedras preciosas. 
Toman sus manos  apuestos y azules amantes, 
e, hincando  rodillas al suelo, a Venus invocan.
En fin, mirando sus ojos, soñando sus bocas, 
 con bellas promesas de oro sus dedos adornan. 

Hay otros, ni tan apuestos, ni tan idiotas,
que visten de negro o de verde,  incluso de rosa.
Se ponen nerviosos y sudan las ropas;
las aman con ganas, sin prisas y a solas;
 al punto ríen inquietos, al punto parece que lloran.
Y estos, torpes y apresurados, sacan pequeñas cajitas rojas 
de viejos bolsillos de antiguas chaquetas raídas y rotas.
Hablan, también, como haciendo promesas, 
promesas de plata, eternas redondas.

Otros, con largos cabellos y labios de aurora,
despiertan miradas, murmullos, palabras con sorna.
No son otros, disculpen, les hablo de otras. 
Se (con)funden con sus amadas, también se besan la boca.
Caminan descalzas y sonríen y bailan y se quitan la ropa.
Suspiran con gracia, en silencio se adoran.
Y en sus dedos descansan brillantes las joyas.

Dicen que a algunas mujeres les gustan las joyas,
ya saben, diamantes, pendientes y piedras preciosas. 
Y regalan, los muchos, anillos teñidos de oro para una vida de color de rosa.
Relucen brillantes sortijas, dejando las tripas rabiosas.

Regálenme un anillo de papel de plata 
que encierre algunas promesas locas,
no hace falta, por cierto, que dejen hambrientas sus bocas.
Que a mí me gustan los anillos,
No por su brillo, sí por su forma. 
Ocho corcheas, cuatro negras, una redonda.
Circular como el tiempo eterno,
un pez que se muerde la cola. 
Y así, latente en mi mano,
sin futuro ni pasado,
 hallo un presente que nunca se agota. 

Sammy.
@sarazamz

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